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Sanguinetti: "El presidente está muy encerrado políticamente"

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Julio María Sanguinetti. Foto: Ariel Colmegna

LA ENTREVISTA DEL DOMINGO

Convencido de que hay que imprimir un giro en el gobierno del país, el exmandatario volverá al ruedo de la vida interna del Partido Colorado y aunque descarta candidatearse a la Presidencia estaría dispuesto a encabezar una lista batllista al Senado

Está seguro de que Ernesto Talvi participará en la elección interna y opina que Luis Lacalle Pou ha madurado, pero debe convencer a los uruguayos de que puede ser presidente. Al FA lo ve desgastado.

—¿Cómo ve la interna del Partido Colorado?

—Necesitamos una interna activa y ella se va armando de a poco. Esperemos que dé sus frutos. Le confieso que me importa mucho que el partido levante, porque cada día siento más la necesidad de un cambio en el país. Mi misión está hoy en que el país cambie y si en algo participo en la vida del partido va a ser para contribuir en ese sentido.

—¿Qué rol va a tener?

—Cuando se anunció que Pedro (Bordaberry) dejaba la política —un poco sorpresivamente— dejó desconcertada a la mayoría del partido. Unos se han ubicado para un lado y otros para el otro. El intendente de Salto acordó con José Amorín Batlle. Es una opción. Y hay varios grupos batllistas que han quedado cada uno con su expresión, y me han venido a ver para ver si puedo oficiar de amalgama, de coordinación, de tomar un lugar de orientación. Allí hay gente de Vamos Uruguay, del espacio abierto de Tabaré Viera y de varias agrupaciones sueltas. Además de figuras tan importantes como el expresidente Luis Hierro López, o Didier Opertti, Alejo Fernández Chávez también vinieron a hablarme. Y a todos les dejé muy claro: no hablemos de candidatura a la Presidencia porque eso terminó hace 18 años, y no se reactiva. Segundo, el objetivo es tener una expresión parlamentaria del batllismo claro y neto con un candidato propio u otro que aparezca. No se descarta Ernesto Talvi ni se le adhiere a él. Veremos cómo plantea Talvi su candidatura.

—¿Da por descontado que se va a candidatear?

—Yo pienso que sí. Por lo que he hablado con él, pienso que sí. Continúo, lo que yo quiero es ayudar a que se logre una expresión batllista parlamentaria clara. Es nuestro objetivo.

—¿Va a encabezar una lista al Senado?

—Eso no está definido, ni está descartado. No deseo ser candidato, pero tampoco lo descarto hoy. Lo dirán los hechos. Yo razono de un modo político exactamente opuesto a la de estos tiempos. Ahora la gente postula la candidatura y luego sale a ver si alguno lo apoya. Yo soy de la época que primero se sale a trabajar, a recoger apoyos y luego se lanza la candidatura si se dan las circunstancias.

—Entiende que no es lo mismo que solo haga campaña a que figure encabezando una lista a nivel nacional.

—Voy a estar en la primera línea de lucha y eso tampoco me impide ayudar a cualquier otro grupo que me pida, como lo he hecho siempre.

—¿Cómo observa el escenario actual del país?

—El país tiene crecimiento económico y decadencia social. Esa es mi definición del momento. No hay duda que el país ha crecido a lo largo de los años, ya desde el 2003. Pero también es evidente que el Uruguay ha vivido un proceso muy fuerte de decadencia social. Primero en la educación, con los bajos rendimientos y los objetivos no cumplidos. Y en segundo lugar la inseguridad. Eso también es objetivo, porque estamos cada día peor. En tercer lugar la irrupción del fenómeno de la droga que ha descompaginado la estructura social del país de un modo que aún no se advierte y que a mi juicio no se está estudiando. Por último estamos en una gran revolución de la producción y la tecnología, pero el país no está lanzado en ese tema. Nos sorprende que haya crecimiento y menos empleo, es casi contradictorio, pero está pasando.

—Las encuestas muestran un desencanto con el Frente Amplio, pero que no está capitalizando la oposición. ¿Qué lectura hace de ese fenómeno?

—Yo no sacralizo las encuestas. He leído algunas que dicen que el 40% está indeciso. Cuando sabemos, además, que un 50% no acepta la encuesta. No es que diga no sabe o no contesta, directamente no la acepta. Es decir: que lo que hay son tendencias que muestran un cierto deterioro del Frente Amplio y una cierta paridad con el conjunto de la oposición. Dependerá de la campaña electoral la resolución. Hoy el Frente realmente está en un proceso de desgaste porque los problemas que señalé antes lo están envolviendo y el gobierno no está enfrentándolos. No es que el presidente no tenga el diagnóstico, porque en el tema de la droga lo tiene claro. Pero está muy encerrado políticamente. Es como con el tema de la apertura comercial, el presidente la tiene clara, pero el Frente ha puesto obstáculos.

—Participó activamente en las elecciones de los jóvenes. ¿Cómo ve la renovación colorada?

—Esa masa de juventud está. Quizás aún no está en la edad y madurez de generar un liderazgo, pero allí visualizo varios muchachos con perspectiva. Eso me alienta y da esperanza.

—¿Cree que la fragmentación social es un fenómeno que llegó para quedarse o se puede revertir con medidas?

—El fenómeno está allí y hay que enfrentarlo. Es posible mejorar sin ninguna duda. En el tema de la droga el propio presidente Mujica ha hecho declaraciones diciendo que en el país se ha instalado una violencia nueva vinculada al narcotráfico. Y es verdad, estamos en una cifra récord de homicidios. A mi entender hay una banalización del tema de las drogas. Esto no es una consecuencia directa de la regulación de la marihuana. Pero en torno a esa ley se ha adoptado en el país un clima de total ignorancia del fenómeno. Entonces pareciese que la marihuana ya no es una droga, sino que se trata como una bendición porque es la mejor medicina. Y no es así. No se distingue entre lo que es el cannabis medicinal y el psicotrópico. Es como el opio. Fue una de las mayores adicciones del siglo XIX y luego fue la base de toda la línea de analgésicos modernos. No se habla de toda la problemática que hay alrededor de la droga y el aumento del mercado.

—Hay una parte de Montevideo que se ha complicado mucho por este fenómeno. ¿Se soluciona solo reprimiendo?

—El fiscal de Corte (Jorge Díaz) dijo que el 50% del delito está concentrado en seis manzanas. Bueno, no es posible que el Estado no pueda enfrentar seis manzanas. Yo he visto en Medellín (Colombia) cómo se revirtió la situación. Y es una mezcla de todo, pero fundamentalmente una fortísima presencia del Estado en todos los aspectos. Lo primero es el control del territorio, y el Estado es el dueño de la situación. ¿Cómo lo hace? Con policía desde ya. Pero lo tienen que hacer con talleres de música, de oficios con la comunidad, la sanidad, programas sociales, policlínicas. Todo eso combinado de un modo tan fuerte que realmente revierta la situación. No es sencillo y es muy caro, pero es evidente que ese es el camino.

—¿Hay temas ideológicos que dificultan la actuación del gobierno?

—Sin ninguna duda. El Frente es una federación en la cual hay dos visiones claramente distintas. Es notorio que el presidente, el canciller y el ministro de Economía piensan de un modo y el resto piensa de otro modo. Este último sector sigue devoto a una ideología leninista ya muy antigua y que no se aplica en su integralidad porque el país sigue teniendo una Constitución democrática y liberal con propiedad privada.

—¿La Concertación se puede recrear a nivel nacional?

—A nivel municipal la Concertación es una buena idea que tuvo una mala experiencia por mal manejo político. Se derrumbaron los dos candidatos de los partidos tradicionales lo que contribuyó a que ese proyecto no saliera bien. Pero la idea sigue siendo válida. A nivel nacional no lo veo y en todo caso el sistema previó la segunda vuelta donde los partidos después se pueden agrupar entre aquellos que sientan más afinidades. La famosa expresión de "las familias ideológicas" que nació en Francia, pero que acá me la atribuyen a mí para criticarme (risas), lo cual me honra mucho.

—¿Cómo ve a los blancos en el escenario político donde son hoy los que tienen más chance de ganarle al Frente?

—El Partido Nacional está con vigor y mantiene intacta su inserción territorial en el país. Sus liderazgos hoy no son nuevos, en el caso de Luis Lacalle Pou es joven pero ya no es la novedad, y de la senadora Verónica Alonso, más tradicional, la de Jorge Larrañaga, pero son todos buenos líderes. Representan bien el electorado nacionalista.

—Usted le entregó la banda presidencial a Lacalle Herrera y vio desde el gobierno toda la campaña.

—Sí, y después él me la entregó a mí. Eso es lo importante (risas).

—¿Ve que su hijo, Luis Lacalle Pou, está preparado para gobernar Uruguay?

—Lo veo cada vez más maduro. Con declaraciones más profundas, más serenas. Él ya no es la novedad que fue la otra vez. Él ahora tiene que convencernos a los uruguayos de que puede ser el presidente. Y creo que en ese camino ha mejorado mucho.

—Y de la renovación en el Frente, ¿ve figuras que la encarnen o siente que al final Mujica volverá a ser candidato?

—No puedo hablar por la boca de Mujica, pero sí tengo que creerle. Y no sólo porque lo dice y lo repite, es lo que percibo las veces que nos encontramos y charlamos. No creo realmente que él esté decidido a ser candidato. Yo le creo lo que dice. Lo que está claro es que la vieja generación del Frente Amplio —Vázquez, Astori y Mujica— no tiene equivalentes de continuidad. Hay un candidato que está ahí despuntando (Daniel Martínez), pero ninguno tiene la fuerza política que tuvieron los anteriores.

El Pit-Cnt y el movimiento del campo

—¿Qué le pareció la proclama del Pit-Cnt?

Un poco lo de siempre, el Pit-Cnt hace esos discursos reivindicativos, muy parciales. Me invitaron a reflexionar sobre Carlos Marx, fue una buena ocasión para reflexionar sobre ideas. Al país le está faltando reflexión de ideas. En este caso fue sobre Marx, espero que también se pueda dar sobre Adam Smith.

—Los sindicalistas le siguen cobrando aquella frase de que su gobierno nunca perdió un conflicto. ¿Qué reflexión le merece después de tantos años?

No, esa es una frase suelta que refería a que el Estado no había sido desbordado como mucha gente estaba diciendo. Es eso nada más. Una frase suelta que no hace a la historia.

—¿Cómo visualizó la gestación del movimiento de autoconvocados?

Fue un movimiento espontáneo que no nació partidarizado y se mantuvo en esa línea que es lo que más destaco. No pasó a ser un movimiento de indignados, sino de gente que denunciaba una situación y pedía mejorarla. En ese sentido ha sido positivo. Comparto su visión, es evidente que hay sectores de la producción rural que hoy están muy complicados.

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