INSEGURIDAD

Un hombre le hizo señas a un taxista en el cruce de Lanús y General Garzón. Antes de subir le pidió que lo esperara un minutos que iba a comprar cigarrillos en la estación de servicio, pero entró para cometer un robo a mano armada.

Para el taxista era un viaje más de un día normal de trabajo. Mientras circulaba por el cruce de Lanús y General Garzón vio que una persona le hacía señas. El conductor paró y esperó a que subiera su pasajero.

El cliente, antes de subir, dejó tres bolsas en el asiento trasero y le pidió al conductor que lo esperara un minuto mientras entraba a una estación de servicio cercana para comprar cigarrillos. El taxista accedió. Hasta aquí, la situación era de total normalidad.

Minutos después el pasajero volvió sin levantar ningún tipo de sospechas y solicitó ser llevado hasta Malvín Norte. El taxista, mientras iniciaba el viaje, observó que los pisteros de la estación lo miraban raro, pero no le dio mayor relevancia a ese detalle en ese momento. 

Pero a pocas cuadras de distancia le preguntó a su pasaje si había ocurrido algo mientras compraba los cigarrillos. Con tranquilidad, el delincuente le respondió que no se preocupara, que solo había tenido una discusión con uno de los empleados.

Pero dicho esto el hombre comenzó a cambiarse de ropa. Eso ya fueron indicios más que suficientes para que el trabajador del volante se diera cuenta que algo había ocurrido.

Entonces al llegar a la calle Aparicio Saravia le pidió al pasajero que se bajara. Este accedió e incluso le dejó un billete de 200 pesos sobre el asiento.

Luego, el taxista volvió a la estación y se enteró que el hombre había rapiñado a punta de arma el local, escapando con unos 4.000 pesos que le entregó el encargado del negocio.