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La economía y el cambio de gobierno

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Foto: El País
Fernando Ponzetto

OPINIÓN

Al menos parte de la explicación del cambio político que decidió Uruguay el domingo 24, es económica

El resultado electoral tiene correspondencia con la evolución de los indicadores económicos de los últimos 5 años. A diferencia de los 10 anteriores, es poco lo que el gobierno saliente tiene para mostrar como logros en términos económicos.

“Es la economía, estúpido” fue una frase muy utilizada durante la campaña presidencial que ganó Bill Clinton en 1992. Apelaba a la centralidad del tema económico en la definición de esas elecciones. Sin dudas, no cabe tamaño reduccionismo para explicar el proceso electoral que finalizó el domingo 24 de noviembre y consagró a Luis Lacalle Pou como Presidente electo. Pero indudablemente la evolución de las variables económicas tiene algunas cosas para decir sobre el fin de ciclo del Frente Amplio.

Primero recordar lo obvio. El Frente Amplio asume en 2005, casi dos años después de que nuestro país recupera la senda de crecimiento post crisis de 2002. La crisis impuso un ajuste a la economía en la peor de sus versiones, abarató a nuestro país en base a deteriorar fuertemente los ingresos de las personas. Esta “ganancia” de competitividad sumada a las buenas condiciones que el mundo empezaba a ofrecer en términos de tasas de interés y precios de las materias primas permitieron una salida de la crisis mucho más rápida y potente de lo que podría haberse esperado algún tiempo antes. Sin dudas, ésta muy buena evolución de la economía fue el rasgo característico de los dos primeros gobiernos del Frente Amplio.

Entre 2004 y 2014 el PIB de Uruguay creció a un promedio de 5,4%. Es evidente lo que esto implica en materia de disponibilidad de recursos y de bienestar. El crecimiento del producto de nuestro país fue significativamente mayor al promedio histórico y esto se reflejó en variables directamente vinculadas a las condiciones materiales de vida de la gente. Por ejemplo, mejoras del ingreso de las personas (60% aproximadamente), en reducción de la pobreza (70% aproximadamente) o en cuanto al empleo disponible (aproximadamente 10% de aumento en la tasa de empleo). A su vez, el gobierno contó con abundantes recursos fiscales que le permitieron desplegar una batería de políticas muy bien valoradas por la población, como fue el aumento significativo del gasto en educación y salud. Las causas de la mejora económica en esos años son varias y profundas, pero sin duda una de las inmediatas fue el crecimiento de la inversión, que alcanzó muy buenos niveles pasando la inversión privada del 8% del PBI en 2004 al 14% en 2013. Como es bien sabido, sin inversión no hay crecimiento sostenido y sin crecimiento no hay mejoras materiales sostenibles.

A partir de 2015 no gozamos de una coyuntura económica tan favorable. Entre 2015 y 2019, el PIB de Uruguay crece un 1,3% promedio anual aproximadamente (sin discutir su eventual sobrestimación), esto está por debajo del promedio histórico de nuestro país. El principal aterrizaje de este cambio en la vida de la gente fue sin dudas los problemas de empleo, que terminaron siendo uno de los asuntos “estrella” de la campaña 2019. Desde 2014, el empleo cayó constantemente durante todo el lustro, acumulando una pérdida de más de 55.000 puestos de trabajo, lo que implica que la tasa de empleo actual es similar a la de 2007. Buena parte de estas pérdidas de puestos de trabajo ocurrieron en el sector agropecuario y por ende golpearon especialmente al interior, que sufrió antes y más profundamente el cambio del ciclo económico. No parece casual que fuese allí donde se concentró el grueso de la pérdida de votos del Frente Amplio. Por otro lado, hay otras variables en las que no se verifica un deterioro pero si un estancamiento de las mejoras; por ejemplo, el ingreso de las personas estuvo prácticamente incambiado desde 2015 y la pobreza monetaria parece haber encontrado un piso (históricamente bajo) entorno al 8%. Incluso se verificó una muy leve suba de la pobreza en 2018 de 0,2%, que es solo significativa como muestra del freno de la tendencia anterior. Al igual que en el período de bonanza, la inversión parece ser una parte importante de la explicación de la evolución del crecimiento. Luego de haber alcanzado niveles de inversión privada de 14% del PIB en 2012 y 2013, la inversión cae sin cesar todos los años llegando al 9% en 2018. Esto es apenas 3% más que el peor año de la crisis de 2002.

En resumen, es claro que al menos parte de la explicación del cambio político que decidió Uruguay el pasado domingo 24 es económica. En sus primeros dos gobiernos el Frente Amplio tenía logros muy importantes y tangibles para mostrar, en este tercero era bastante poco de lo que podía estar orgulloso. No casualmente en 2009 y 2014 era el Frente Amplio el que buscaba introducir el tema economía en la campaña, en cambio en este 2019 la oposición parecía sentirse muy cómoda discutiendo el tema.

(*) Director Académico del Centro de Estudios para el Desarrollo (CED)

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