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Mieres tiene razón

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Los “chanchos” lograron sacarlo de quicio. Lo pararon un domingo de mañana en una amplia avenida por exceso de velocidad. No andaba nadie; la visibilidad era buena. Lo permitido era 45 km/h. Iba a 76 km/h. ¿Por qué el máximo en ex-Propios es ese, pero en Avda. Italia es de 75 km/h? Insondable misterio burocrático.

Los “chanchos” lograron sacarlo de quicio. Lo pararon un domingo de mañana en una amplia avenida por exceso de velocidad. No andaba nadie; la visibilidad era buena. Lo permitido era 45 km/h. Iba a 76 km/h. ¿Por qué el máximo en ex-Propios es ese, pero en Avda. Italia es de 75 km/h? Insondable misterio burocrático.

Lo grabaron a escondidas. Se lo ve diciendo a los inspectores de tránsito de la Intendencia de Montevideo: “cuando le robás la plata a la gente sos un delincuente, esa es la verdad, sos un delincuente y lo sabés bien”. No dijo nada que no fuera cierto. Solo que fue Pablo Mieres, senador del Partido Independiente, conocido por ser siempre un hombre sereno, apacible, ponderado y educado.

Fue nuestro día de furia a la uruguaya en plena campaña electoral. Porque si hay algo que tiene hartos a los montevideanos es la falta de respeto de los servicios de la Intendencia. Ya sea que tengan que ir a hacer un trámite y lo traten mal o le demoren largo rato, cuando se ve además que del otro lado del mostrador conversan y nada hacen; ya sea por causa de los inútiles inspectores, de tránsito, del ruido y de tantas otras cosas, que evidentemente están robando la plata; ya sea por los burócratas ineptos, que son incapaces de fijar un sistema de recolección que deje limpia la ciudad pero que sí son capaces de gastarse decenas de millones de dólares en obras inútiles como el corredor Garzón; ya sea por los acomodados compañeros y sus contratos siempre superiores a $70.000 (¿recuerdan a los Urruzola brothers?). Logran sacar de quicio al más manso.

Sin embargo, lo que llama la atención es que si bien todo el mundo está de acuerdo con todo esto (y seguro que Ud. está pensando en otros ejemplos que pueden sumarse a esta lista), la intención de voto se perfila de nuevo mayoritaria al Frente Amplio, que es el responsable político directo de esta insufrible realidad.

Es como que los montevideanos hacen un pase de magia mental. Cuando llega el momento de sancionar al responsable de tanto abuso, hacen desaparecer el vínculo político y los culpables pasan a ser Adeom o Mongo Aurelio.

Incluso, los culpables “somos todos”, porque parece que la responsabilidad de gobernar bien la ciudad sería “de todos”, y no de los tipos de izquierda que cobran suculentos salarios por esa tarea.

El montevideano ahora se ilusiona con que Martínez va a ser un buen Intendente. Nada, absolutamente nada, ha hecho o dicho Martínez que deje pensar semejante cosa. Sonríe con cara de feliz burócrata frentista. No quiere (o no se anima) a debatir. No es capaz siquiera de calentarse con los delincuentes municipales, como Pablo Mieres. Nada, ché...

Pero resulta que dicen que podría ser mejor que el caos del verbo creador de la familia Mujica-Topolansky. Entonces el bien pensante montevideano clásico, ese que sufre a la Intendencia, parece preferirlo.

Es cierto que la Concertación tendría que haber hecho las cosas mejor. ¿Pero sinceramente se cree que su elenco de gobierno no será capaz de combatir tanto abuso tan evidente? ¿Alguien puede pensar que el sonriente Martínez tendrá el coraje de sancionar a estos delincuentes?

Si gana el FA todo seguirá como está. Nos pareceremos cada vez más a Sganarelle, aquel personaje de “El cornudo imaginario” que el propio Molière interpretaba a menudo. Salvo que aquí no se trata de una pieza de teatro. Sganarelle, el cornudo, es de verdad.

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Francisco Faig

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