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Confirman que el "lagarto del viento" también habitaba Uruguay

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dinosaurios río negro

DINOSAURIOS

Solo se habían hallado fósiles de Aeolosaurus en Argentina; una vértebra en Río Negro cambia la historia

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El señor de los vientos. Bendecido por Zeus con el poder de controlarlos a su antojo. Quien ayudó a Ulises una vez pero no dos veces. De Eolo y de esta historia viene el nombre, aunque fue puesto muy lejos de Eolia y de Ítaca: fue en la Patagonia, donde soplan fuerte, fríos y persistentes, que se nombra Aeolosaurus a un imponente dinosaurio que le hacía frente a los vientos.

Hasta ahora, fósiles de Aeolosaurus solo habían sido encontrados en Argentina (los hallados en Brasil fueron descartados y renombrados); ya no es así. Una vértebra de una cola encontrada en Río Negro es el primer registro de este género en el país.

“Ahora podemos decir que esa vértebra pertenece a un Aeolosaurus y fue encontrada en el arroyo Gutiérrez Chico, cerquita de la ciudad de Young”, precisó Matías Soto, investigador del Instituto de Ciencias Geológicas de la Facultad de Ciencia de la Universidad de la República (Udelar).

Soto esperó muchos años para decir eso. Esto se debe a que la vértebra fue hallada en 1994. Alrededor de 2005 publicó unos resúmenes y ahí tuvo una idea que no pudo confirmar: que ese pedacito de hueso extraído de una roca era especial. Lo hizo este año cuando pudo utilizar la tecnología necesaria para realizar un análisis filogenético y confirmar que se trataba de un Aeolosaurus. “Yo lo venía pensando desde entonces pero ahora sí pudimos demostrar que es muy, muy similar a un dinosaurio de cuello largo que se encuentra en la Patagonia argentina.

De esta forma, el Aeolosaurus pasa a integrar la lista de dinosaurios que habitaron el terreno de Uruguay junto a los dos terópodos (carnívoros bípedos) de Tacuarembó, Ceratosaurusy Torvosaurus. Solo estos tres han recibido nombre. Esto no se ha logrado por el momento para los saurópodos titanosaurios de Florida y Paysandú (cuadrúpedos de cuello largo), los huevos de terópodos (ovalados) y los huevos de saurópodos (esféricos) y las huellas de terópodos, saurópodos y ornitópodos (herbívoros de cuello corto) de Tacuarembó. De estos últimos hay solo una huella más dos dientes encontrados en Paysandú.

El paleontólogo adelantó a SobreCiencia de TV Ciudad que este es uno de los últimos dinosaurios en estar de pie en este rincón del mundo.

Las características del "lagarto del viento".

El Aeolosaurus pertenecía a la familia de los titanosáuridos (los saurópodos cretácicos mejor representados en Sudamérica), los cuales variaban de tamaño: los había del tamaño de un elefante hasta de tres ómnibus en fila que era lo que medía el Argentinosaurus. Solo con la vértebra no se puede inferir el tamaño del réptil pero en el país vecino se han encontrado ejemplares con longitudes entre los 14 y los 16 metros. Eran cuadrúpedos y comían hojas de los árboles más altos; para hacerlo, se paraban sobre sus musculosas patas traseras. La cola les servía para ergirse y para defenderse.

El análisis filogenético (o estudio del revelado evolutivo de una especie) arrojó parentesco con dos especies de Aeolosaurus (hay cuatro identificadas): Aeolosaurus rionegrinus y Aeolosaurus colhuehuapensis; además se la vincula con otro titanosáurido de la misma región: Punatitan copughlini.

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Vértebra encontrada en Río Negro

A estos resultados se llegó luego de un procesamiento informático en base a las características ingresadas en el sistema. “Una cosa es decir que nos parece un Aeolosaurus y otra es demostrarlo con un análisis filogenético”, afirmó Soto.

¿Y por qué el paleontólogo creía que se trataba de este género? Por la forma de la vértebra. Los titanosáuridos tenían el dorso protegido por duras placas óseas. La vértebra en cuestión pertenecía a la cola. “Si es cóncava adelante y convexa atrás sabés que es un titanosaurio”, dijo en diálogo con El País.

Pero esta, además, tenía otra característica. “Lo que rompe los ojos es que la cara de adelante, si una la mira de costado, debería ser vertical, pero está inclinada hacia adelante. Es como si todas las vértebras estuvieran deformadas hacia adelante. Cuando encontrás una vértebra así, si no es de Aeolosaurus, pega en el palo”, completó. Los resultados publicados este mes en la revista Cretaceous Research muestran que la pelota entró en el arco.

Eso sí; no se puede precisar a qué tipo de Aeolosaurus perteneció la vértebra porque faltan elementos para analizar su parte inferior y su parte trasera.

Hallazgo en Florida.

En el mismo artículo se informa de otro hallazgo: un cúbito, cinco fémures, una tibia y cuatro caudales, todos silicificados, rotos y con diferentes grados de abrasión correspondientes a individuos de tamaño pequeño a mediano identificados como titanosaurio “pero no se puede decir más”. Esto se debe a que les faltan piezas claves para “afinar la puntería”. No cualquier trozo es útil para identificar al animal. 

El yacimiento se ubica en las inmediaciones del arroyo Isaurral, en el departamento de Florida, donde ya se había hecho un descubrimiento anterior (algunas piezas pueden ser vistas en el Museo Nacional de Historia Natural). “Fue en un tajamar que justo fueron a hacer donde había unas rocas del cretácico enterradas”, apuntó Soto, quien adelantó que se tiene previsto volver para continuar con los trabajos.

dinosaurios florida
Fósiles en Florida

Y añadió: “Lo interesante entre los dos casos es que son rocas diferentes. En Young es la formación Asencio y la de Florida es la formación Mercedes. La primera es un poquito más moderna, de areniscas más finas que en el tope son duras y rojizas; mientras que en Mercedes los granos son más gruesos”. En general, ambas pertenecen al cretácico superior, alrededor de 70 millones de años.

Para Soto, los hallazgos de Río Negro y de Florida son “difíciles de reproducir”, puesto que las rocas del cretácico están erosionadas y las piezas están enterradas de forma desperdigada por el suelo, lo que hace más difícil su ubicación.

Los dos carnívoros de Tacuarembó.

En 2020, los paleontólogos Matías Soto, Pablo Toriño y Daniel Perea sumaron el Ceratosaurus a la lista de dinosaurios que habitaron el territorio. Este era un reptil con un cuerno característico en la nariz que alcanzaba entre los seis y siete metros de largo. Ya se había identificado en 2019 al Torvosaurus, una bestia de entre 10 y 12 metros de largo a partir de unos dientes encontrados en 2016. Los dos convivieron hace 150 millones de años, a finales del período jurásico. Hasta ese momento, solo se habían encontrado fósiles de Torvosaurus y Ceratosaurus en Estados Unidos y Portugal; sin contar unos restos en Tanzania que no han podido ser confirmados. Tacuarembó –que en ese entonces era un paisaje cubierto por dunas y algo de vegetación y en los ríos habitaban tiburones, celacantos, peces ganoides, tortugas y cocodrilos; mientras que por los cielos volaban los pterodáctilos– fue el otro hogar para estos carnívoros bípedos. El Ceratosaurus, además del cuerno en la nariz, tenía una fila de huesos a lo largo de la espalda “como si fuera una armadura”, lo cual, según Soto, era algo raro en dinosaurios carnívoros. Es probable que su menú incluyera a los dinosaurios más conocidos en el país: los saurópodos. Estos eran los herbívoros de grandes dimensiones.

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