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Cuando Garibaldi cruzó la frontera

| La historia recuerda cuando el caudillo italiano se unió a los revolucionarios de Rio Grande

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EVOCACION. La paisanada que acompañó a Giuseppe Garibaldi antes de firmarse el tratado de paz de la Revolución Farroupilha, tras el cual el italiano y su familia  decidieron radicarse en Montevideo 270x200
EVOCACION. La paisanada que acompañó a Giuseppe Garibaldi antes de firmarse el tratado de paz de la Revolución Farroupilha, tras el cual el italiano y su familia decidieron radicarse en Montevideo

BAGE I HILTON C. MESTRE

"Son como mil", decía muy nervioso el funcionario del Obinohotel de Bagé, desconfiando que la multitud, integrada básicamente por adolescentes mujeres, rompiera los ventanales ante la presión que hacían para poder ver más de cerca a famosos artistas de la televisión brasileña, sobre todo Thiago Lacerda y Giovanna Antoneli. La multitud se mantuvo firme más de tres horas, pero no pudo ver el ingreso de sus ídolos que por expresa determinación de la producción entraron por la parte trasera del hotel y recién fueron vistos cuando ya estaban en el lobby, lugar que ni siquiera estaba habilitado para los periodistas.

Garibaldi y Anita de la telenovela A casa das sete mulheres, cuyos dos últimos capítulos se filmarían en un campo ubicado entre Aceguá y Bagé, subieron rápidamente hacia un entrepiso para saludar a la gente que los aclamaba con la clásica alegría de los brasileños. Antes de retirarse a sus habitaciones dialogaron con el Secretario de Turismo del Estado de Río Grande del Sur Luis Augusto Lara, con el Prefeito de Bagé Luiz Fernando Mainardi y otras autoridades. Después accedieron a firmar autógrafos a un reducido número de personas que habían conseguido llegar hasta allí.

Sorprendió la simpatía de los dos actores, conocidos en Uruguay por novelas como Terra nostra, Lazos de familia y El clon, que habían llegado por tierra desde Porto Alegre, a 400 kilómetros de distancia.

Abajo, en el lobby se concentraban técnicos, directores, maquilladores, y buena parte del equipo, escuchándose claramente "vamos a las 6 para el lugar de grabación". A esa altura resultaba imposible hablar con alguien que informara más detalladamente sobre la grabación y concediera autorización para presenciar la grabación. Por mail se había anticipado que no podían asistir particulares.

Aunque la solución vino por el lado del mismo Secretario de Turismo de Río Grande del Sur Luis Augusto Lara, una suerte de ministro del Estado y de Heloisa Beckman Morgado, además de la asesora de prensa de la Red Globo Lilian Arruda, en el sitio de rodaje se comunicó la prohibición de entrar al campo donde se encontraba el set de grabación, ubicado en medio de dos cerros que imposibilitaban la visión desde la carretera. Otra vez Lilian Arruda neutralizó la orden para que El País fuera el único medio uruguayo testigo de lo que ocurriría.

En la portera de entrada había una enorme agitación. Además de los puestos sanitarios para humanos y animales, estaban los campamentos de los centenares de jinetes que intervendrían en el rodaje: eran dos kilómetros de carpas, barracas y varios baños químicos.

GRABANDO. Los artistas llegaron primero al campamento de la Globo y se fueron directo a sus camarines en casas rodantes. Eran ya pasadas las 11 de una calurosa mañana cuando, luego de acordar detalles con directores y técnicos, Garibaldi y Anita montaron sus caballos, tordillo y tostado respectivamente, y marcharon juntos hacia el lugar donde se iniciaría la escena. Por medio de potentes parlamentes la directora Teresa Lampreia ordenó: "Thiago y Giovanna vengan adelante del ganado", unos quinientos novillos pampas que eran arriados por media docena de extras duchos en la tarea y detrás de la tropa venía la carroza hecha especialmente por una empresa de Río de Janeiro y que respecta los mínimos detalles de la época.

"Despacio, tómense de las manos, Thiago mové los brazos arriando el ganado, el conductor de la carroza que apure un poco más", eran algunas de las indicaciones dadas por la directora. Lacerda llevaba debajo de los cojinillos un teléfono celular para cuando no escuchaba los parlantes y no lo podían ver. Esa escena se repitió más de tres veces, y luego se hizo otra solo para los primeros planos de los rostros de los actores. Como uno de los bebes lloraba mucho, hubo que seguir con el muñeco que simulaba ser Menoti, el hijo de Garibaldi y Anita. La grabación terminó pasadas las 14 horas, dejando para después del almuerzo la parte de diálogos.

Los artistas regresaron al hotel pasadas las 21.30 y había más cantidad de gente esperándolos que en la noche anterior. Se fueron directamente a sus habitaciones para no salir de ellas, donde les fue llevada la cena.

Al otro día, donde también estaba planificado grabar al amanecer, fuertes lluvias entorpecieron en algo el trabajo. Los mil extras montados a caballos ya estaban listos. En la carrocería de un gran camión se instalaron cámaras y equipos de grabación, en tanto a sus costados enormes reflectores hacían creer que había salido el sol. Una torre de más de 10 metros se levantó en minutos, en tanto una enorme grúa movimentaba de un lado a otro a uno de los directores. Un helicóptero aguardaba que el tiempo mejorara para grabar desde el aire.

epilogo. Primeramente se formaron cinco líneas de más de cien hombres cada una separadas por unos cien metros. Desde atrás de todas ellas surgieron Garibaldi y Anita, ahora en otros caballos, y la carroza que luego dirigió Anita, con un conductor disimulado atrás de ella. Lentamente fueron pasando por el medio de las respectivas filas que los acompañaban, para quedar todos juntos a pocos metros de las cámaras, y en donde blandiendo la lanzas proclamaban y vivaban a Río Grande do Sul, cuya lucha independentista de mediados del siglo XIX sirve como telón de fondo a las varias historias de amores, esperas y soledades que reúne la telenovela.

Esto fue el prologo para la firma del tratado de la paz de la Revolución Farroupilha en lo que fue denominado como el Encuentro de Poncho Verde. Luego Garibaldi, Anita y el hijo Menoti, con el ganado que les había regalado Bento Gonçalves, se vinieron para Uruguay ingresando a nuestro país por Centurión en Cerro Largo y de ahí se fueron a Montevideo. Pero eso ya es otra historia.

Un movimiento rural con interés turístico

n Desde el mediodía de caluroso viernes 28 de marzo, con más de 30 grados, se palpaba la agitación en Bagé, una ciudad con más de 120.000 habitantes. En la Sociedad Rural se concentró buena parte de los mil jinetes que harían de extras. Desde allí marcharon, previo pasaje por la Catedral bagense "para pedir por la paz en el mundo", hacia el lugar donde se ubicaban los muchos campamentos en el camino que cruza frente a la Estancia San Francisco.

Paulo Ricardo De Souza Días, Presidente de la Sociedad Rural de Bagé, dijo del orgullo que promovía esta "filmación que cuenta una página de nuestra historia y hace renacer la llama del tradicionalismo y cultura de la región". Entendió que la difusión de la zona, de la comida y todo lo propio del gaúcho, es una oportunidad única para "mostrarnos en el mundo, lo que ameritará una buena corriente turística".

Manuel "Lito" y Renato Sarmento, propietarios de la Estancia San Francisco "que tiene una historia de más de 75 años", son muy conocidos en el ámbito agropecuario uruguayo, sobre todo por ser criadores de caballos criollos, ovinos Romney Marsh y bovinos Polled Hereford, recordaron que les avisaron que "la Globo grabaría acá hace pocos días" y resaltaron la importancia de la difusión de la zona en el mundo. Aseguraron "seguimos haciendo el trabajo de todos los días, estamos inseminando ovejas y cuidando Criollos para exposiciones, es decir, si bien se altera el funcionamiento de la Estancia, tratamos sea mínimo". No obstante remarcaron el alto honor de que todo sucediera allí.

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