Publicidad

Del liceo a una aventura de espías

Compartir esta noticia
Un espía y medio. Foto: Difusión

Dwayne “The Rock” Johnson y Kevin Hart, sobre la nueva película que se estrenó ayer y sobre sus años de juventud.

Qué sucede cuando ponemos a dos grandes estrellas del cine, Dwayne Johnson y Kevin Hart, juntas en una misma sala para promover su más reciente película ante unos veinticinco miembros de la prensa?

Exactamente lo que era de esperarse: bromas, muchas sonrisas y más risas todavía, por no hablar de algunas cuantas anécdotas personales muy reveladoras.

Eso fue lo que sucedió en un hotel de Manhattan cuando el enorme y macizo Johnson y Hart —de tamaño compacto— hicieron una ronda de prensa para promover a Un espía y medio.

La película presenta a Hart como Calvin, deportista en sus años de estudiante y que ahora no está nada contento con la monotonía de su vida como contador. Se avecina la reunión de exalumnos de la escuela y él no tiene intenciones de asistir.

Ahí es cuando entra Bob (Johnson), que fuera su compañero de escuela, obeso y "traga". Pero ahora una mole, una masa de músculos que, además, es agente de la CIA. Él llega a la ciudad para ir a la reunión de exalumnos con Calvin, pero acaba arrastrándolo a uno de sus casos.

—¿Ustedes han asistido a reuniones de exalumnos de liceo y preparatorio?

Kevin Hart: Nunca. Pero estoy en contacto con algunas personas de esa época. Esos años fueron sensacionales. Era de los chicos populares, un tipo genial ... no el mejor de los estudiantes, pero me llevaba bien con todos. Era de las personas que se llevaban bien con cualquiera.

Dwayne Johnson: Pasé mucho tiempo tratando de encaminarme. Con 16 años había sido arrestado varias veces. Así que me costó un poco tratar de ajustarme. Fue hasta que empecé a participar en los deportes y en atletismo que tuve un punto de apoyo. Hacia el final de mis años de preparatoria ya estaba listo para ir a la universidad y tuve suerte: conseguí una beca completa. En ese entonces, era el único de mi familia que había conseguido ir a la universidad.

Si no puede ver el video, haga click aquí.

—¿Por qué es que vemos a mucha gente batallar, años después, con las cosas que vivieron en esa etapa de sus vidas?

D. J.: Sin tratar de ser demasiado intelectual, creo que esa es la época en que realmente empezamos a definirnos, cuando empezamos a entendernos a nosotros mismos y a saber quiénes somos y, es de esperarse, a aceptarnos. Si no es así, como fue mi caso, lleva algo de tiempo aceptarnos y llegar a ser lo que somos.

K. H.: Me parece que lo que les está sucediendo a nuestros personajes es una situación muy real. Quizá no sean tan felices como ellos creen que deberían serlo, pues no alcanzaron el éxito que pensaban que iban a tener, porque los años después de la escuela no fueron tan maravillosos. No saben cómo arreglárselas. No saben cómo encontrar su equilibrio.

D. J.: Recuerdo haber tenido la primera conversación con el director, Rawson Marshall Thurber, aun antes de que nos reuniéramos los tres. La idea era exactamente esa, la de aceptar lo que somos y, mucho después, darnos cuenta realmente de lo dichosos que somos.

K. H.: Hay que darle crédito también a nuestro director. Rawson hizo un excelente trabajo para...

D. J.: Es lo que acabo de decir.

K. H.: Sí. Solo que lo voy a decir un poco mejor que tú.

¿Fueron acosados en la escuela?

K. H.: Creo en todo eso de no acosar, pero también pienso que se necesita un poco de "drama". A mí no me gusta que estén tratando de hacer que estos chicos sean, digamos, perfectos. Necesitamos vivir experiencias, forjar el carácter. Y con las situaciones que nos hacen sentir incómodos vienen lecciones.

D. J.: A mí me acosaron en el liceo. Tenía once años. El acosador era mayor. Le pegué en la cara y me eché a correr hasta llegar a casa. Corrí tan rápido que perdí los zapatos. Llegué a la casa y mi mamá me preguntó qué había pasado, pues yo estaba en un campamento de verano. Y luego me preguntó que dónde estaban mis zapatos. Le expliqué y me hizo subir al coche. Me hizo ir a buscarlo y arreglar las cosas con él. Pero la lección fue que si uno se va a meter en una situación de esas, como estaba diciendo Kevin, no hay que correr de nadie.

K. H.: Yo vi a mi papá perder una pelea cuando estaba tratando de mostrarme qué hacer. Mi papá no dejaba que nadie lo maltratara. Él se había metido en problemas con un tipo. Mi hermano y yo estábamos en el auto. Recuerdo que mi papá se bajó del coche y este tipo le dio dos de los golpes más fuertes que he visto en mi vida. Todo fue muy rápido, pum, pum. Mi hermano y yo estábamos en el auto, y solo nos quedamos mirándolos a los dos. Mi papá se subió al coche, cerró la puerta y empezó a conducir. Iba callado. "Supongo que no va a decir nada al respecto. Simplemente lo va a dejar atrás" pensé. Él actuó como si hubiera ganado la pelea. Así que la lección que aprendí ahí fue: "Agáchate." No te metas en eso. Definitivamente fue una lección que él trató de darnos pero que salió al revés. Les juro por Dios que esta es una historia verdadera.

Otras duplas de acción y diversión

El espionaje no es solo cosa seria. También puede ser materia prima para hacer reír, como en estos tres casos.

Soy espía - 2002
Tenía, en lo previo, todo para ser una muy buena comedia. Eddie Murphy es un maestro del cine cómico. Y Owen Wilson no se queda demasiado atrás como comediante. Y no es que esté rematadamente mal. Pero la película parecía tener mucho más potencial en su planteo preliminar que lo que finalmente resultó. Unos cuantos chistes funcionaron, pero quedó la sensación que fue una oportunidad desperdiciada.

The brothers Grimsby - 2016
A diferencia de Soy espía, esta es una película que, al menos en lo previo, se la juega al contraste entre un actor "serio" —el a veces subestimado Mark Strong— y un comediante tan talentoso como desparejo: Sacha Baron Cohen, que ha hecho cosas tan graciosas como Borat y cosas tan embarazosas (y hasta feas) como Brüno. La película no se ha estrenado aún en Uruguay. Ya veremos...

Spy: una espía despistada - 2015
Melissa McCarthy y Jude Law son los protagonistas de esta divertida comedia de espías. Resulta que una analista de escritorio de la CIA (McCarthy) está enamorada del elegante y apuesto espía Bradley Fine (Law). Tras un incidente en el que resulta secuestrado el espía, la torpe analista es la única capaz de pasar desapercibida por los radares de los villanos. Así se sucederán varias situaciones colmadas de acción y humor.

El eterno femenino de una imaginativa pintora
Un espía y medio. Foto: Difusión

UN ESPÍA Y MEDIOIAN SPELLING / NY TIMES

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar

Publicidad

Publicidad