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Así es "Rada, la película", el documental sobre la leyenda musical del que participan Fito Páez y más figuras

Este jueves se estrenó el documental sobre Ruben Rada en el que participan Fito Páez, León Gieco, Hugo Fattoruso y más figuras musicales. Sobre eso, su director, Luis Ara, dialogó con El País.

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Recital de Ruben Rada
Ruben Rada.
Foto: Estefania Leal/Archivo El Pais

El año pasado agotó cuatro funciones en el Auditorio Nacional del Sodre para celebrar sus 80 años junto a invitados estelares, en lo que va de este encabezó dos festivales masivos —los 300 años de Montevideo y el Cosquín Rock Uruguay— que lo acercaron a un nuevo público y esta noche actuará en el Luna Park de Buenos Aires. Ruben Rada atraviesa uno de los mejores momentos de su carrera y, finalmente, ve los resultados de una vida entregada a la música.

Rada, la película, que dirige Luis Ara y ayer se estrenó en cines uruguayos, no hace más que reafirmarlo. A través de entrevistas con leyendas como Fito Páez, Hugo Fattoruso y León Gieco, que se complementan con otras a su núcleo familiar más cercano —sus tres hijos y su esposa—, el documental de 70 minutos invita a ver el camino de consagración de un artista que debió enfrentarse a unos cuantos desafíos.

“Su carrera fue la de un buscavidas”, dice su hijo Matías al inicio de la película. Es que Rada, como se sabe, fue parte de una tríada sagrada de la música uruguaya (El Kinto, Totem y Opa) y grabó uno de los discos más exitosos de los últimos 25 años (Quién va a cantar, 2000), pero siempre se le hizo difícil solventarse con la música. Debió exiliarse —primero en Argentina y luego en México—, y tuvo que reinventarse unas cuantas veces para poder dedicarse a su arte.

Todo eso forma parte de la película —con su etapa mexicana, a inicios de los noventa, como la etapa más oscura de su vida—, pero Rada va mucho más allá. Se construye a través de tres líneas argumentales que se entrelazan a lo largo del documental, y que permiten abordar las distintas facetas de un artista inabarcable.

La cuota biográfica se presenta como pinceladas de la mano de entrevistas y numeroso material de archivo; su presente se refleja a través de imágenes sobre la preparación del festejo de sus 80 años; mientras que su valor artístico se aborda con la palabra de varias figuras musicales de ambas orillas del Río de la Plata.

Lo singular de la película es el rol que Ara decidió darle a la música: es funcional al relato en vez de ser protagonista. Es una sorpresa, teniendo en cuenta que Rada, como dice su hija Julieta, “es un canal que necesita liberar música”; sin embargo, es una decisión meditada. “En muchos documentales de este tipo los directores se enfocan en la música, pero acá es diferente: yo no pongo ninguna canción entera”, le comenta Ara a El País.

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Fito Páez en el documental sobre Rada.
Foto: Difusión.

“En general, la gente ve una película una sola vez. Y si fue buena, se queda uno o dos días repasándola en su mente para ver por qué le generó determinadas emociones. Eso es superimportante para mí a la hora de hacer películas, y Rada tiene eso:te va a generar un montón de cosas, pero no las vas a entender hasta que te pongas a analizarla y te des cuenta de que aunque sientas que conocés de memoria, todavía no escuchaste toda la discografía de Rada”. Es, entonces. una invitación a descubrir su obra (para los que empiezan, se recomienda Totem, de 1971; para los que quieran profundizar, vayan directo a En familia, de 1982).

En ese sentido, la mirada de sus colegas es esencial para despertar las ganas de escuchar su obra. “Ruben puede actuar, cantar, componer y tocar percusión; es un artista en el sentido cabal de la palabra: puede hacer lo que quiera”, asegura Fito Páez. “Es un héroe de la canción internacional”, complementa León Gieco.

Y si quedan dudas, alcanza con ver su método de composición. Una de las escenas muestra a Rada junto al tecladista y productor Gustavo Montemurro dándole nacimiento a un blues dedicado a sus hermanos. Todo surge de forma intuitiva —porque nunca estudió música— y apenas requiere una serie de onomatopeyas para describir los arreglos que necesita para cada instrumento. La banda completa ya está sonando en su mente.

Su genialidad y espontaneidad es celebrada por todos los entrevistados, pero la unanimidad trasciende lo artístico. Y Ara, que ya dirigió documentales sobre el automovilista Gonzalo “Gonchi” Rodríguez y el escultor Pablo Atchugarry, quería destacarlo. “Siempre trato de rescatar el lado humano para ver qué hace a la persona, y para eso tenés que rascar mucho en su entorno”, comenta. “Y cuando ves que los amigos y los músicos hablan bien de él, que su esposa y sus hijos también, te das cuenta de que, claramente, pasa algo especial con Ruben. Por eso uno de los grandes objetivos de la película es mostrar al ser humano más que centrarme en las canciones”, explica.

Y ver que un hombre que se crio sin una figura paterna —“A mi padre lo veía una vez al año cuando mi madre me llevaba al barrio Palermo para que me rezongara”, revela Rada— se transformó en una persona que vive para sus tres hijos, conmueve. En ese sentido, el uso de un montón de filmaciones caseras e inéditas de reuniones y cumpleaños familiares es, como le dice Ara a El País, “la crema de la película”. Ver la vida privada de un hombre tan público le aporta una dosis extra de interés al documental.

Y si bien no hay ficción en Rada, la película, la vida del artista carga con todos esos elementos dignos de una biopic al estilo de la reciente El amor después del amor. Por eso, cuando al final se muestran las imágenes de Ruben rodeado por sus hijos y de artistas como Gieco y Los Auténticos Decadentes en sus shows agotados de festejo de 80 años en el Auditorio Nacional del Sodre, el documental cobra el sentido que Ara buscaba reflejar: era la merecida consagración de un hombre que vive por la música.

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