Cuando anotó el prímer gol del partido a los 71 minutos, el colombiano Miguel Murillo salió corriendo con la mano en la oreja, en claro mensaje a los hinchas, que lo habían silbado en el partido frente a Liverpool, donde el cafetero no tuvo una buena noche.
La actitud de Maximiliano Olivera y Carlos Valdez, que estuvieron largo rato abrazándolo tras el gol demostró que a pesar de su físico, Murillo no es más que un jovencito de 22 años, que está viviendo su primera experiencia lejos de su tierra.
Seis minutos después, Murillo marcó su segundo gol, y le dio a su equipo la tranquilidad que necesitaba. Esta vez no se acordó de los hinchas, sino de Dios. Con señas indicó que el gol no era obra suya sino del creador.
TORNEO CLAUSURA