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Elecciones en Argentina y Chile

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El pasado domingo se realizaron las elecciones de medio término en Argentina que renovaron parcialmente el Parlamento, mientras que en Chile el próximo domingo se realizarán las elecciones presidenciales y legislativas.

Ambas elecciones de países de nuestro cono sur son significativas en términos de lo que depararon y depararán para la política latinoamericana por lo que vale la pena analizarlas aunque sea en términos generales.

Las elecciones legislativas argentinas, tal como habían anticipado las primarias anteriores marcaron un triunfo de la oposición que dejó al oficialismo sin mayoría en el Parlamento. Esto es fundamental, porque como bien se argumentó desde la oposición implica ponerle un freno a un gobierno populista que ha demostrado poco apego a las instituciones y que ha llevado adelante una conducción económica errática y destructiva.

En efecto, el triunfo de Juntos por el Cambio por 10 puntos porcentuales sobre el oficialista Frente de Todos marca un punto de inflexión para la actual administración. Si bien la derrota fue menos dura de lo que vaticinaban algunas encuestas, de todas formas significa un impacto importante con efectos prácticos relevantes.

Por un lado, las peleas internas que ya mostraba el partido de gobierno que tiene al frente un presidente que no puede decidir ni su propio gabinete y una vicepresidente impulsiva con poder real pautan que los próximos meses van a ser movidos. Es difícil imaginar que el pase de facturas no vaya a seguir su curso y en ese contexto hay incentivos para que actuales aliados salgan de la coalición de gobierno, y cuanto antes para ellos mejor. El nombre de Sergio Massa es de los primeros que viene a la mente.

Existen otras posibles combinaciones en la siempre cambiante y sorprendente política argentina, por ejemplo, que renuncie el presidente o la vicepresidente, pero todo eso es al momento solo motivo de especulación en la vecina orilla. Lo cierto es el Juntos por el Cambio tiene la enorme responsabilidad de ser el principal partido opositor, transitar una interna en paz de la que surgirá su candidato presidencial, ya sea Rodríguez Larreta, Patricia Bullrich o el propio Mauricio Macri y convocar a la enorme mayoría de argentinos que fueron decepcionados por su gobierno pero que parecen dispuestos a darles una segunda oportunidad sin posibilidad de nuevos fallos.

En Chile tendremos las elecciones generales el próximo domingo. Si las encuestas no fallan, pasarán a segunda vuelta con poco más del 20% de los votos cada uno José Antonio Kast del Partido Republicano y Gabriel Boric de la Convergencia Social, ex Frente Amplio. Seguramente Kast pase con una ventaja que puede estar en el entorno de los cinco puntos sobre su rival. Es un lugar común de muchos medios, como ocurre en muchos países catalogar con liviandad de extrema derecha a cualquiera que no le caiga en gracia al periodismo progre y de izquierda, popular u otro símil a sus amigos.

En este sentido, es cierto que Kast es un político de derecha, pero nadie que lea su programa de gobierno puede llamarlo radical. Sus credenciales democráticas son innegables y sus compromisos de campaña claros y contundentes. No tiene la estridencia de Bolsonaro ni los desvaríos autoritarios de Trump, al tiempo que su mensaje claro respecto a la necesidad de poner orden en un país con conflictos sociales desde hace dos años y de bajar impuestos para reactivar la economía suenan atractivos para buena parte del electorado.

Por su parte, Gabriel Boric sí presenta un programa radical de cambios estatizantes y socializantes para Chile. Su programa tironeado por los comunistas que lo han amenazado con que no podrá apartarse un milímetro del programa de gobierno anunciado significaría un brutal retroceso para Chile.

Estas semanas traerán novedades políticas de relevancia para nuestra región. La derrota del kirchnerismo fue una buena noticia para la salud democrática argentina y el resultado de las elecciones chilenas darán mucho que analizar.

Es por lo tanto entre estas opciones, una de derecha y otra de izquierda revolucionaria, que tendrán que optar seguramente los chilenos en el balotaje, pautando una elección marcada por el derrumbe de la clásica coalición de centro derecha que llevo dos veces a Piñera a la presidencia y la vieja Concertación que dio presidentes de la talla de Patricio Aylwin o Eduardo Frei.

Lo cierto es que estas dos semanas traerán novedades políticas de relevancia para nuestra región. La derrota del kirchnerismo fue una buena noticia para la salud democrática argentina y el resultado de las elecciones chilenas en uno de los períodos más convulsionados de su historia reciente darán mucho que analizar. Todo esto debe ser bien ponderado y considerado desde nuestra margen del Río Uruguay.

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