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Una reforma no entendida

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193 países integran las Naciones Unidas. Un número impresionante. Sin embargo hay otra entidad que cuenta con más: la FIFA.

Son 211 los países miembros del ente rector del fútbol en el mundo.

Si a un lector desprevenido le preguntan quién es el secretario general de las Naciones Unidas, no muchos contestarán Antonio Guterres. Si en cambio preguntamos quién es el presidente de la FIFA la mayoría respondería Gianni Infantino.

El fútbol es no solo el deporte más popular en el mundo. También el que tiene mayor cantidad de seguidores. Ello es, además de su atractivo, fruto de una estrategia de globalización. Más seguidores, aficionados y televidentes lo han convertido en una máquina generadora de miles de millones de dólares.

En la industria del entretenimiento tiene un lugar de privilegio debido a que genera un contenido que miles de millones de personas quieren ver.

La FIFA viene a ser una suerte de Naciones Unidas donde todas las federaciones miembros están representadas. Las federaciones locales a su vez representan al fútbol de cada país.

Esto es algo que la FIFA y sus confederaciones impulsaron en los últimos tiempos: la vocación de representar a todo el mundo del fútbol. A las federaciones, a los clubes, a los jugadores, a los árbitros, a los hombres y las mujeres que lo practican, al fútbol sala, al profesional, al amateur.

Esa fue la profundidad del cambio del año 2018 en la Asociación Uruguaya de Fútbol. Cambio que algunos siguen sin comprender.

La AUF se limitaba casi exclusivamente al fútbol profesional. Existían 19 miembros con derecho a voto. 16 clubes profesionales de la Primera División con un voto cada uno, la Segunda Divisional Profesional (un voto), la Tercera Divisional (un voto) y la Organización del Fútbol del Interior (un voto).

La preeminencia evidente del fútbol profesional (17 votos en 19) llevaba a que en los hechos se tratara de una Asociación de clubes de fútbol profesional.

Ello era contrario a la orientación de la FIFA y la Conmebol que tienen una vocación de regular e integrar a todo el fútbol y no solo a clubes profesionales.

Por ello durante casi cinco años la FIFA exigió a la AUF que adecuara sus estatutos integrando a todo el fútbol. Ello incluía el fútbol del interior, los grupos de interés (jugadores, entrenadores, árbitros), el fútbol femenino, el sala, el playa, el amateur, etc.

Atrás quedaban muchos años, con luces y sombras, y sobre todo una forma de administración. En el caso del Uruguay una historia de éxitos con dos copas mundiales, uno en la era amateur y otro en la profesional.

Al comprobar que no había avances en el camino de integrar a todos los actores del fútbol uruguayo, la FIFA en uso de las facultades que le conferían su Estatuto y el de AUF, designó una Comisión Normalizadora con el fin de liderar la reforma estatutaria.

Este tipo de comisiones no eran nuevas en el fútbol mundial. Nos tocó el honor de presidirla junto a dos distinguidos deportistas.

Algunos clubes locales entendieron, estaban en su derecho, que la Comisión Normalizadora no era conforme a derecho y recurrieron ante los Tribunales. Estos, en tres sendos fallos, rechazaron la impugnación y ratificaron la legalidad y procedencia de la Normalizadora.

La Comisión trabajó junto a los 19 integrantes de la antigua AUF. En el tiempo récord de tres meses se llegó a un texto de reforma que fue aprobado por unanimidad. Esto es 19 votos en 19. Los 16 clubes profesionales de primera división, la segunda división profesional, la tercera y la OFI votaron la reforma.

Las autoridades administrativas (Ministerio de Educación y Senade) aprobaron el nuevo Estatuto. No existió impugnación alguna.

Pese a que fue votado por unanimidad, a que el Tribunal falló tres veces a favor y la aprobación administrativa, hoy algunos hablan de que hubo una intervención ilegal, presiones indebidas y varias cosas más.

Lo que sucede es que aún no aceptaron la nueva realidad mundial del fútbol. Las federaciones representan a todos, no solo a los clubes profesionales.

Es como el gobierno nacional o el propio Parlamento. El mismo representa a todos los ciudadanos no solo a los empresarios.

La AUF es de todos, por suerte. Todos tienen derecho a participar en ella.

Donde los clubes y no los jugadores y entrenadores, toman las decisiones solos es en los propios Clubes y en la organización de sus torneos. Ahí están sentados exclusivamente los clubes y son estos quienes a través del Consejo del Fútbol Profesional o cualquier otra forma que quieran darse, lo rigen.

Para hacerlo el único límite que tienen es el Estatuto de AUF. Norma de mayor grado y a la que todos deben obediencia.

Ese que establece, entre otras cosas, que deben realizar procedimientos abiertos y competitivos para contratar, asignar los derechos a la mejor oferta y sobre todo respetar el derecho de todos y cada uno de los asociados. Sean hombres o mujeres, profesionales o amateurs, clubes o jugadores, entrenadores o árbitros.

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