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Liderando a nadie

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RICARDO REILLY SALAVERRI
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Quienes creemos que la situación no da para más, debemos ser conscientes que enfrentamos a un régimen, la mayoría de cuyos integrantes -sostenedores unánimes de la tiranía venezolana- no tienen vocación democrática, y por lo mismo honesto respeto por los derecho consagrados por el art. 7º de la Constitución (vida, honor, libertad, seguridad, trabajo y propiedad). Una oligarquía de privilegiados adueñados del Estado que -desesperados- no contemplan límites para usar el poder a su disposición, sostenidos por recursos que aportamos todos los ciudadanos con los impuestos. Cúspide ejemplo es la conducta pública de la Ministra -de Educación y Cultura- María Julia Muñoz: grosería agresiva en el sentir y el hacer como único argumento a lucir.

En tiempo electoral campean las críticas al barrer de los políticos. De todo hay en la viña del Señor. Lo primero que debe recordarse es que en democracia todos -por acción o inacción- somos políticos. Y, que el voto no es mágico, ni permite a los elegidos hacer de un zapallo una carroza de oro. Teniendo presente que como decía Churchill, la democracia es un mal sistema, pero, que es también el mejor de todos los que la humanidad ha conocido.

En una república gobernar es persuadir y transar diariamente. En las tiranías histórica y universalmente más cercanas -por otra parte sendos fracasos económicos y sociales- una minoría manda despóticamente y castiga a la disidencia con cárcel y paredón. Durante los últimos 15 años, ha habido en nuestro país una entente que ha gobernado con una mayoría parlamentaria regimentada, que ha ignorado a la oposición y que ha barrido una corrupción y despilfarro de la hacienda pública nunca antes conocidos para abajo de la alfombra, (Pluna, ALUR, Ancap, Regasificadora, Fondes, acrecimiento geométrico de la burocracia pública, un déficit fiscal del 5%, y una larga lista más engrosada cotidianamente).

Hay intoxicación de encuestas. Días pasados una de las empresas para la que los augurios inconmoviblemente son favorables al oficialismo, anunciaba que una investigación “no probabilística” le daba que el candidato Daniel Martínez es quien despierta la mejor opinión como gestor futuro de la economía nacional entre una mayoría relativa de encuestados. No cabe detenerse en algo tan rotundamente notorio como el enojo popular por el desastre de la actualidad nacional (desocupación, subempleo, cierre de empresas en el agro y las ciudades, crisis del sector exportador, el combustible caro, etc.).

Un especialista me decía que una encuesta de la naturaleza de la citada hecha a ojo, “on line” en internet tiene tanta credibilidad como una tirada de cartas de tarot. Más allá de eso, es evidente que el Ing. Martínez es cabeza de una tropa en la que casi el 70% de sus dirigentes se abrazan a regímenes autoritarios, que no respetan los derechos humanos, ni a la economía libre, y que encabezados por el camarada socialista del candidato, el Ec. Daniel Olesker, son partidarios de destruir la propiedad privada y la libertad de empresa por medio de una suba confiscatoria de los impuestos al patrimonio, lo que han declarado reiterada, unánime y públicamente, por más que hoy se llamen tácticamente a silencio. El candidato presidencial es definitivamente un líder al que la tropa no responde.

La ciudadanía republicana debe ante los hechos movilizarse masivamente por el cambio.

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