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Las expectativas

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La expectativa es algo así como una ilusión puesta a dieta, una ilusión controlada. Todo comienzo de gobierno genera algún tipo de expectativas; las que va generando este gobierno son notoriamente cautelosas. Es razonable que los votantes del partido político que ganó alberguen expectativas y los que perdieron se conformen con la resignación. Pero hay matices.

La expectativa es algo así como una ilusión puesta a dieta, una ilusión controlada. Todo comienzo de gobierno genera algún tipo de expectativas; las que va generando este gobierno son notoriamente cautelosas. Es razonable que los votantes del partido político que ganó alberguen expectativas y los que perdieron se conformen con la resignación. Pero hay matices.

El gobierno de Mujica despertó en sus primeras etapas unas expectativas muy favorables, tanto que excedieron las fronteras electorales del Frente Amplio. Lo que pasó después es otro cantar. Los pasos inaugurales de Vázquez (llamémosle Dr. Vázquez para seguir consolidando las diferencias) han originado otro tipo de expectativas: me parece que han despertado una cautela positiva, un “vamos a ver qué pasa” mezclado con “qué suerte que lo otro ya pasó”.

Naturalmente esa sensación, vaga y generalizada, registra matices según las diferentes ubicaciones políticas. Arrancando desde un nivel muy general ella se vincula con el estado de la economía mundial: el regalo de la bonanza sin antecedentes que disfrutamos bajó notoriamente de revoluciones.

Uno se acostumbra fácilmente al dulce pero sabe, por más autoengaños que cultive y engulla, que las fiestas no duran para siempre. Nadie anticipa que en este período de gobierno vaya a descalabrarse la economía del país pero todo sabemos que las cosas se van a poner un poco más duras. Estando advertidos y sobre aviso nos adentramos en este período con una cautelosa serenidad inicial. En virtud de todo esto quienes votaron por el Dr. Vázquez tienen una expectativa positiva pero mesurada.

También se ha generalizado una sensación inaugural de similar tono en los ciudadanos que no votaron ahora al Dr. Vázquez ni habían votado antes a Mujica. Esta porción de la ciudadanía suspira con recatado alivio al comprobar la clausura del tiempo de la improvisación, del descontrol y de la proliferación de las sorpresas que antes llenaban el escenario. Las sorpresas en una primera instancia divierten pero al final asustan. Los pasos inaugurales de este gobierno produjeron allí también un alivio con forma de cautela positiva. Adentro de filas del Frente Amplio un número considerable -mayor de lo que se piensa- de aquellos que medraron bien o mal a la sombra del gobierno anterior también miran ahora las cosas con cautela y, quizás, suspenso. La suerte del otro Frente Amplio, el que votó muy bien pero Vázquez quiere notoriamente mantener a raya, es incierta y ellos así lo sienten.

Qué resultará de todo esto para el país, cuál será la evolución de las expectativas, se irá viendo con el correr del tiempo.

Antes de terminar quiero agregar un dato necesario y muy importante. Como he sostenido otras veces, un candidato muy destacado puede ganar las elecciones él solo, pero no gobierna un Presidente por más destacado que sea: solo gobierna un partido. Tanto el gobierno anterior como el actual son ambos gobiernos del mismo partido, el Frente Amplio. No todo es lo mismo, hay diferencias notorias (de lo contrario no estaríamos hablando de expectativas nuevas). Pero el respaldo que Vázquez consiga para su gobierno estará adentro del Frente Amplio y no afuera. Aunque también es verdad que el serrucho, solapado o abierto, para su línea de gobierno estará principalmente adentro del Frente Amplio.

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Juan Martín Posadas

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