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GUSTAVO PENADÉS
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A pocos días de las elecciones, vivimos una campaña electoral diferente a las que hemos asistido y protagonizado.

Por lo que se percibe en la calle, pareceríamos muy lejos de la elección, pero, cuando hablamos con la gente, advertimos un esperanzador y silencioso deseo de cambio.

En este contexto, el Frente Amplio salió a dar la pelea apelando a la lógica tantas veces usada de disociarse en oposición y gobierno. Presenta propuestas que tienen implícitas fuertes críticas a la gestión de los mismos gobiernos que apuesta continuar.

Es increíble, por ejemplo, que se afirme que se cambiará la gestión de la Seguridad, después de años de negar que fuera un problema y de rechazar la necesidad y viabilidad de las iniciativas de la oposición.

Cuando decíamos que era un disparate desmantelar las comisarías convirtiéndolas casi en simples oficinas receptoras de quejas, se respondía que no sabíamos nada, y que su rol en el nuevo modelo era ese. Ahora, el mismo Frente Amplio promete volver al modelo tradicional. ¿No es esto el reconocimiento del fracaso? ¿Por qué no empiezan ahora?

Es también indignante la mala fe de algunos voceros.

Intentan reinstalar el fantasma de la supuesta insensibilidad social del Partido Nacional y de la oposición. Recrean la vieja dialéctica que tanto mal hizo y hace, que desune y genera rencores. La que divide en buenos y malos; ricos y pobres, capital y trabajo, etc.

Lo que les debería importar es que somos todos uruguayos, con visiones diferentes que no deberían impedir la construcción de entendimientos para mejorar la Nación, ejercitando el difícil ejercicio democrático de aceptar las diferencias y construir acuerdos, ejerciendo las mayorías y respetando a las minorías.

Vuelven los cuentos de que la preocupación social es patrimonio del FA. Cuando, hasta el más despistado, apenas recorre la historia se da cuenta de que la preocupación por lo más desvalidos y por la promoción de las personas está en el ADN nacional. Por supuesto que, con las miradas y énfasis propios de cada época y partido, pero presente desde los tiempos de la independencia.

Modernamente, leyes co-mo la del aguinaldo para los trabajadores privados es del primer gobierno blanco, y en el período anterior se aprueba una de seguro de paro, y suma y sigue. Son disposiciones fruto de la iniciativa de todos los partidos políticos, pero fundamentalmente de blancos y colorados -los mayoritarios- que construyeron la protección social en el Uruguay. Subsidios, jubilaciones, pensiones, licencias, salario vacacional, seguro de desempleo, seguro por enfermedad, asignaciones familiares, educación gratuita en todos sus niveles, asistencia médica, planes de vivienda, Fondo de Recursos, etc. son desarrollos de todos los uruguayos.

Esas instituciones, que tienen y han tenido defectos, son la respuesta a la toma de conciencia de que las personas merecen mejores condiciones de vida y trabajo, o que sufren y necesitan el auxilio de la comunidad. Reflejan el esfuerzo de todos los partidos políticos y de los uruguayos de todos los tiempos; esfuerzo que no se detuvo, incluso, en tiempos de dictaduras. El Partido Nacional continuará con esta tradición, mejorando lo que haya que mejorar y proponiendo iniciativas para atender los desafíos de este tiempo.

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