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Se sublevó la oligarquía

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DIEGO FISCHER
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Era esperable y en cualquier momento se iba a dar. Sí, estaba visto. El jueves último los alrededores del Palacio Legislativo primero y la Plaza Independencia después, se convirtieron en un pandemónium.

Es que los cajetillas del interior, esos que andan en cuatro por cuatro por sus pagos y que para engañar a la gente visten bombachas de campo que sujetan con cintos adornados con monedas de oro, calzan botas de cuero recién lustradas y llevan facones con empuñaduras de plata, vinieron en multitud hasta Montevideo. Son los que someten y explotan a los peones y a todos los trabajadores rurales. Son los llorones de siempre, los que se quejan de llenos. Congregados por Un Solo Uruguay fueron llegando a la ciudad en camiones, tractores y a caballo, todos portando el pabellón nacional.

Una orden de último momento, aparentemente dispuesta por el Ministerio del Interior, les impidió avanzar con sus maquinarias y debieron hacerlo a caballo o caminando. El problema que tantas camionetas cuatro por cuatro y tractores juntos, hubieran dañado el cuidado asfalto de las impolutas calles de Montevideo. Se optó por la caballada, para luego mostrar a la población que los jinetes montados en sus purasangres habían inundado de bosta la ciudad. No fueran a creer los montevideanos que la mugre es responsabilidad de Adeom. ¡Qué ocurrencia!

Los latifundistas y hambreadores conmocionaron a Montevideo por unas horas y tuvieron la desfachatez de pronunciar un discurso reivindicativo. ¡Qué rostro! “(…) Se fundió un tercio de los productores lecheros, cayó la producción de arroz en un cuarto del área sembrada, se pierde un productor de granja por día y hay mil seiscientos apicultores menos”, dijo con énfasis en su arenga, Guillermo Franchi.

No satisfecho con semejante dislate, continuó con su arremetida. Llevamos “veinte meses de escuchar justificaciones para seguir con un modelo económico que ataca al empresario nacional, a la industria local, al comerciante, al transportista, al productor que irremediablemente termina perjudicando al trabajador. Necesitamos escuchar si lo entienden o seguiremos siendo los estafados”. Cabe recordar que estos copetudos son los que generan el 35 por ciento del PBI uruguayo. Según cifras oficiales, en 2018, el sector agroindustrial tuvo una participación del 80% en los bienes exportados por Uruguay.

Estos señores no han comprendido que el país productivo, aquel que pregonaba el Frente Amplio en sus campañas electorales de 2009 y 2014, es el que efectivamente estamos viviendo.

El Uruguay de la mayor carga tributaria de su historia, en el que se crearon al menos 60 mil nuevos empleos públicos en los últimos cinco años y el que espolia con el IRPF al que más trabaja. El país productivo es el que obliga a los trabajadores y empresarios privados a trabajar para el Estado, que luego subsidia a la pobreza y a la marginalidad. “Eso es justicia social”. Señores estancieros y productores agropecuarios, oligarcas todos: si ustedes no entendieron a la señora Graciela Villar cuando dijo que el tema es entre la oligarquía y el pueblo, no comprendieron nada. Hagan como la gran mayoría de los hijos de la clase media que termina sus estudios y se va a buscar trabajo al exterior.

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