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El sucesor resistido

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claudio fantini
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No son muchos los políticos que debieron desistir de una candidatura con todas las encuestas vaticinándoles el triunfo.

Nadie sabe qué se siente en semejante circunstancia, pero es comprensible que Lula se haya aferrado a su postulación hasta la última instancia. Más aún si esa segura victoria le hiciera posible recuperar su libertad.

A sólo un par de horas de vencer el plazo de inscripción de fórmulas, el ex mandatario anunció, finalmente, la candidatura presidencial de Fernando Haddad. Si el plazo vencía, el PT quedaba fuera de competencia.

La resistencia a deponer la candidatura fue tan grande, que la renuncia fue llegando en dosis. En la mañana del último día, hubo una carta del líder PT que deslizaba un reconocimiento implícito de la sucesión en la fórmula presidencial. “Mi voz es la voz de Haddad”, decía en una línea. Horas más tarde, la admisión del sucesor como cabeza de lista se hizo explícita e inequívoca.

Pero..¿era realmente Lula quien se aferraba a una candidatura que ya había sido institucionalmente sentenciada?

Fue el ala sindical del partido la que se aferró con más fuerza a la esperanza de que, al cabo de tantos recursos interpuestos en todas las instancias existentes, alguno lograría salvar la postulación del líder que proviene del gremialismo metalúrgico.

Ese sector sindical presionó a los juristas del PT para que buscaran por todos los medios salvar la candidatura de Lula.

El esfuerzo traspasó fronteras razonables, porque dejó al partido sin fórmula clara cuando la campaña electoral ya estaba lanzada. ¿Por qué tanta insistencia? Entre otras razones, porque el PT no es un cuerpo homogéneo y Haddad representa a sectores que nada tienen que ver con el poderoso brazo sindical.

Los jefes del aparato gremial del partido sienten que, si ese miembro del sector intelectual venciera, para ellos la realidad no sería tan diferente que con la victoria de cualquier otro candidato, con excepción de Bolsonaro, el ultraderechista que amenaza con una ola de macartismo.

La pregunta es si el sindicalismo petista pondrá, de ahora en más, toda la energía que se reservaba para una campaña de su líder natural. Lula querrá que inviertan en el nuevo candidato la misma energía electoral que habrían invertido en él, porque de llegar al Planalto quien fue su ministro de Educación y alcalde paulista, habrá una esperanza de ser liberado por un indulto presidencial.

La otra pregunta es si el PT está aún a tiempo de hacer que Haddad succione la masa de votos que arrastra Lula. En la caza de ese caudal de sufragios, el socialista Ciro Gomes picó en punta.

De momento Gomes, quien inició su carrera política en la centroderecha y desembocó en la centroizquierda que no se deja absorber por el PT, es quien se perfila para acceder al ballotage. Y quien logre disputar la segunda vuelta con Bolsonaro, lo más probable es que la gane.

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