Publicidad

La medida de Argentina que "fracasó" en el pasado

Compartir esta noticia
Mauricio Macri: el presidente argentino busca estabilizar el mercado cambiario y reducir la elevada inflación. Foto: Reuters

Caputo, el hombre clave

Se apresta a implementar una “banda de flotación” para estabilizar al dólar.

Argentina se apresta a volver a un esquema de bandas de flotación, es decir, de cierto compromiso sobre el valor mínimo y máximo del dólar. Esquemas de cierta fijación del tipo de cambio fueron utilizados (con variantes) en el pasado reciente por Uruguay aunque en las dos ocasiones (1982 y 2002) terminaron abruptamente.

Según informaron los diarios Clarín, Ámbito Financiero y El Cronista, el gobierno argentino utilizaría un esquema de bandas de flotación para el dólar, como forma de frenar los saltos bruscos de la moneda estadounidense (subió 114% en los últimos 12 meses) y contener la inflación (que es de 34,4% en los 12 meses cerrados a agosto).

La banda de flotación establece un "piso" y un "techo" al valor del dólar. Dentro de esa banda el dólar se mueve libremente, pero cuando amenaza romper el "piso" o el "techo" interviene el Banco Central, comprando dólares en el primer caso vendiendo en el segundo. Pero, en los esquemas de bandas de flotación el "piso" y el "techo" se van moviendo a lo largo del tiempo, según las necesidades de la política monetaria.

Dentro de los detalles de la propuesta que utilizaría Argentina —según publicó Clarín— la banda de flotación sería "bastante amplia: un techo que va de los 40 a los 44 pesos argentinos y un piso de entre 32 y 36 pesos". Ayer, el dólar bajó en el vecino y se negoció en 37,15 pesos argentinos.

"El negocio ahora pasa en colocar en activos en pesos desarmando posiciones en dólares que estaban en coberturas. Esta vuelta de campana es debido al cambio de expectativas y la nueva estrategia del Banco Central (BCRA) con respecto al mercado de cambios, con una amplia banda de flotación, controlada por el ente regulador", señaló Fernando Izzo, de ABC Mercado de Cambios.

¿Qué pasó en Uruguay?

El socio de CPA Ferrere, Gabriel Oddone cuestionó la utilización de este régimen por parte del país vecino. "Un compromiso explícito sobre el tipo de cambio en un contexto internacional y regional muy volátil y con Brasil inestable, resta flexibilidad a la política para amortiguar shocks exógenos y aumenta presión sobre stock de reservas", escribió en su cuenta de Twitter.

"Además, administrar el tipo de cambio sin ancla fiscal es un error. La década del 90 está llena de ejemplos en el mundo de cómo termina ese camino", añadió.

El economista argentino Eduardo Levy recordó que "las bandas de flotación dejaron de usarse porque comprometían las reservas a defender un nivel incierto, facilitando la especulación". Empero, señaló que la versión "aggiornada" que pretendería utilizar Argentina (reptante, en línea con la inflación esperada) "sería un arreglo prudente para contener la inercia inflacionaria, en momentos en que sube el traslado de dólar a precios y la meta de inflación perdió credibilidad".

Uruguay supo utilizar tipos de cambio administrado a lo largo de toda su historia, pero las experiencias nunca terminaron bien. Las últimas fueron en 1978-1982 y 1991-2002.

En plena dictadura se abandonó el tipo de cambio flexible y se adoptó un esquema que utilizaron al mismo tiempo los gobiernos dictatoriales de Chile y Argentina: la "tablita" del dólar. Consistía en "una devaluación que aumentara el tipo de cambio a tasas decrecientes, preanunciadas con varios meses de anticipación, de modo de inducir expectativas desinflacionarias hacia el futuro. Entonces, los agentes económicos no tendrán que estar tratando de adivinar qué hará el Banco Central, restando incertidumbre y generando, pues, expectativas adecuadas", explica el libro "Historia Institucional del Banco Central (BCU)", publicado para el 50° aniversario de la entidad. El esquema se llamaba "tablita" "por la forma en que se publicaban los tipos de cambio a los cuales el BCU se comprometía a comprar o vender divisas en los próximos meses", añade.

El "enorme desafío" político que tiene Macri

El presidente argentino, Mauricio Macri, enfrentará un "enorme desafío" político para llevar adelante unos recortes presupuestarios acordados con el Fondo Monetario Internacional el próximo año, en momentos en que la economía se debilita, dijo un director de análisis de Standard & Poors. Argentina presentó esta semana su presupuesto para 2019, que prevé un ajuste de las cuentas públicas a través de reducciones de gastos y alzas de impuestos, mientras busca una ampliación de un pacto crediticio con el FMI para cubrir un gran bache en su programa financiero. La implementación de la austeridad "va a ser un enorme desafío y es difícil prever la capacidad (del Gobierno) para armar coaliciones y consensos para transitar este período de baja actividad económica", dijo Sebastián Briozzo, director de análisis de S&P, consultado por Reuters. Diferentes organizaciones sociales salieron a las calles en los últimos días en protesta contra los recortes, generando preocupación de los inversores.

Las "inconsistencias en el manejo de los tiempos y las medidas de política cambiaria, fiscal y monetaria y, fundamentalmente por la incidencia de los shocks externos" llevaron al fracaso del plan. La inflación había bajado de 83% en 1979 a 29,4% en 1981, el crecimiento económico había sido 6,2% en 1979 y 5,8% en 1980. Pero en 1981 Argentina abandonó ese régimen y Uruguay quedó "caro" en dólares. Así la "tablita" actuó como una "olla a presión" que contenía artificialmente al tipo de cambio hasta que explotó en 1982.

La banda de flotación de los 90, también tuvo un éxito inicial en bajar la inflación de 129% que había alcanzado en 1990 a 4,17% en 1999. Ese año es clave, ya que Brasil devalúa su moneda (luego es seguido por Argentina) y Uruguay terminó importando inflación de Argentina y de Brasil, lo que agravó las distorsiones de precios relativos y dilató el ajuste de los precios domésticos", indica el libro mencionado. 

Moodys y el posible contagio a Uruguay

En un informe de actualización sobre la economía uruguaya —que no implica una revisión de su calificación—, la agencia de riesgo Moodys señaló que revisó sus "expectativas de crecimiento de este año y de 2019 a 2.3% y 2.5%, respectivamente, dada una caída en el turismo y la inversión de Argentina y Brasil, particularmente el próximo año. También influye en nuestra proyección para 2019 la posible intensificación del conflicto comercial entre Estados Unidos y China, lo que haría que el contexto externo de Uruguay sea menos favorable. En julio, redujimos nuestra previsión de crecimiento para 2018 al 2.5%, desde el 3.3% anterior, y para 2019 a 2.8%, desde el 3.2% anterior".

La calificadora agregó que "el contagio, no solo de los vecinos, sino también de lo que está ocurriendo en los mercados emergentes, que en Uruguay se manifiesta en la depreciación del peso, también puede tener un impacto en la demanda interna. Aunque los efectos del contagio serán mitigados por importantes reservas financieras (...), la depreciación de la moneda, sin embargo, es muy probable que afecte negativamente al consumo privado".

Según Moodys el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) de 2,5% en el segundo trimestre respecto al mismo periodo del año anterior, fue "mejor de lo esperado en el contexto de la crisis cambiaria en Argentina, la incertidumbre sobre las próximas elecciones en Brasil y el impacto de la sequía".

De todas maneras, "el menor crecimiento y la rigidez significativa del gasto limitan la capacidad de las autoridades para cumplir los objetivos de déficit fiscal. Si bien los indicadores de la deuda se han deteriorado en los últimos años, esperamos que la tendencia de la deuda sea relativamente estable en los próximos dos años", analizó.

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar

Publicidad

Publicidad