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El protocolo que debió seguir Trump durante su encuentro con la reina Isabel II

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El presidente estadounidense, Donald Trump, junto con la reina Isabel II. Foto: AFP

Castillo Windsor

La regla número uno: Nada de expresiones de afecto hacia la reina, como por ejemplo besos o abrazos.

A pesar de su reputación de incurrir en conductas poco tradicionales, el presidente estadounidense Donald Trump tuvo que respetar las normas y apegarse a un estricto protocolo durante su encuentro con la reina de Inglaterra, Isabel II.

Donald Trump y la primera dama, Melania Trump, visitaron hoy el Castillo de Windsor para tomar el té con la monarca.

La regla número uno: Nada de expresiones de afecto hacia la reina, como por ejemplo besos o abrazos. Para darle la mano es necesario que la reina la ofrezca y solo entonces es posible estrecharla delicadamente y continuar la conversación.

Además, Hugo Vickers, autor de varios libros sobre la realeza británica, explicó que ni el presidente ni la primera dama deben inclinarse en gesto de reverencia hacia la monarca. "Eso no es obligatorio para un jefe de Estado o para la esposa de un jefe de Estadou201d, comentó Vickers.

El presidente estadounidense, Donald Trump, junto con la reina Isabel II. Foto: AFP
El presidente estadounidense, Donald Trump, junto con la reina Isabel II. Foto: AFP

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Para referirse a ella, Trump tuvo que respetar el protocolo y debió llamarla u201cSu Majestadu201d la primera vez y u201cSeñorau201d en adelante. 

Sin embargo, las reglas a veces no se cumplen. La reina no pareció molestarse cuando el presidente sudafricano Nelson Mandela la llamó u201cElizabethu201d, ni cuando Michelle Obama le sujetó el hombro brevemente. 

La reina es conocida por mantenerse imperturbable ante las más inesperadas circunstancias.Nunca se la ha visto enojada en público y la única vez en que se le ve jubilosa es cuando uno de sus caballos gana una carrera o cuando ve una vaca, uno de sus animales favoritos.

Por ejemplo, ella no se inmutó cuando en 1991, debido a un desliz de planicación, se le vio apenas el sombrero cuando pronunció un discurso en Washington acompañada del entonces presidente George H.W. Bush.

Resulta que el podio había sido ajustado para el alto presidente y no fue modificado para la monarca de menor estatura. 

A la reina no le gusta la vestimenta reveladora, por lo que Trump y su esposa llevaron un atuendo modesto. 

Hay ciertas tradiciones que sí son más obligatorias: No se le da la espalda a la reina ni se le toma fotos. Pero ya no existe la manera u201capropiadau201d de sujetar la taza de té. 

El evento fue un tanto más relajado que un banquete o un almuerzo oficial,
advirtió Joe Little, editor de la revista Majesty, debido a que se trató de un encuentro para tomar el té. 

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