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Derrota del PRI

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Análisis

Con un candidato presidencial en el tercer puesto y sin ganar ninguna de las gubernaturas que estaban en juego, las elecciones mexicanas dejan un PRI más débil que nunca como resultado de un declive cuyo comienzo se pude encontrar en dos casos: la "Casa Blanca" de Peña Nieto y el de Ayotzinapa.

El primero, que se inició cuando salió a luz en 2014 la compra de propiedades a contratistas del Gobierno por parte del presidente Enrique Peña Nieto y su esposa Angélica Rivera, fue solo el comienzo de una espiral de casos de corrupción que salpicaron a personajes del Partido Revolucionario Institucional (PRI). El segundo, ocurrido en septiembre del mismo año, representa la violencia implacable que se ha agravado en todo el territorio nacional, dando pie a cifras históricas de asesinatos y desaparecidos y poniendo en evidencia el fracaso de la política de seguridad del PRI.

"En México se suele decir que nunca pasa nada, y que nadie paga la consecuencias de los actos, y esta elección demuestra que no es cierto", dice el politólogo Mario Campos.

El hecho de que el candidato del PRI, José Antonio Meade, haya quedado en tercer lugar "es muy revelador del desgaste y reclamo social que se fue gestando y acumulando a lo largo de estos seis años", asevera.

En febrero de 2014, la portada de Time exhibía a un confiado Peña Nieto bajo el título "Saving Mexico" (Salvando a México). La noche del domingo, en la conferencia en la que Meade reconoció la victoria de López Obrador, el rostro del candidato reflejaba la resignación por una derrota que las encuestas auguraban desde hace meses.

De acuerdo con Campos, entre estas dos imágenes se ha producido el "desgaste de la marca PRI", que tan bien funcionó para un partido que ha acaparado el Gobierno desde 1929, a excepción de dos sexenios (2000-2006 y 2006-2012).

"El tema de la corrupción desbordó a los priistas", aporta el analista Alfonso Zárate.

¿Es el final del PRI o, al menos, del PRI tal y como lo conocemos? "Los resultados electorales para el PRI constituyen un verdadero desastre; nunca había tenido resultados tan adversos", su-braya Zárate. Para Campos, "es un error dar por muerto al PRI, porque históricamente ha demostrado que es capaz de regenerarse", como ocurrió después de las dos victorias del PAN en 2000 y 2006, cuando parecía que estaba muy golpeado. "Y sin embargo, regresó", concluye el politólogo.

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