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Buscan que se instale en Uruguay el tratamiento de adicciones y depresión con hongos psicodélicos

MSP estudia documento presentado por empresa. Conversamos con pacientes que se sometieron al tratamiento, químicos y empresarios, y un referente de la práctica en Brasil, donde es completamente legal.

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Quirofano - Centros de salud
Quirófano.
Foto: Archivo El País

Ximena Callorda definió la experiencia como un “mal pegue” de cocaína. Cuando salió de la sesión en el Hospital Santa Casa de Ourinhos, en el estado brasileño de San Pablo, sintió náuseas, mareos y mucho cansancio, pero imposibilidad de conciliar el sueño.

Durante las cinco horas que duró el tratamiento para curar la drogadicción con ibogaína -un potente alcaloide psicodélico, prohibido en muchos países- entró en trance y vomitó al reproducir en su mente recuerdos de la infancia y situaciones vinculadas al consumo.

Sin embargo, esta chef sanducera de 38 años -que poco antes había estado internada en una clínica, sin lograr dejar de consumir- sostiene que “renació” a partir de los psicodélicos.

“Sentí cero necesidad de cocaína. Los primeros días los pasás como el dalái lama, no querés ni que te hablen. Es tan raro lo que te pasa en el cuerpo... Pero si contar lo que viví le ayuda a alguien, yo, encantada”, dijo a El País Callorda, que lleva más de un año sin recaídas.

En la conversación recordó que había llegado al punto de ser desalojada y de robarle a familiares para sostener el consumo, después de haberse patinado todos los ingresos. Su dependencia -aseguró- se originó en la necesidad de “contener la angustia” y “soportar” la violencia física y psicológica de su expareja, a quien sentía que no podía dejar.

Como se verá, el uso de psicodélicos con fines terapéuticos no está exento de cuestionamientos en las condiciones actuales. Profesionales uruguayos alertaron sobre la falta de investigación clínica y la exhibición de “casos aislados” como muestras de éxito, cuando el país podría ser “pionero” al estudiar la efectividad de las sustancias, que de momento no han sido aprobadas por ninguna agencia reguladora de medicamentos como parte de tratamientos médicos.

Sin embargo, actualmente hay empresarios interesados en importar ibogaína para desarrollar formalmente la práctica en hospitales generales de Uruguay, tal como se hace en Brasil desde hace tres décadas. Psicodélicos como la psilocibina, más conocidos como “hongos mágicos”, ya son ofrecidos en algunos consultorios, aprovechando los “grises” de la normativa nacional, según constató El País, que dialogó con uno de los terapeutas que lo hacen.

Uno de los interesados es Marco Algorta, fundador de la Cámara de Empresas de Cannabis Medicinal, que se retiró de este mercado y ahora quiere desarrollar el comercio de la ibogaína. Su intención es instalar en el país la Clínica Beneva, liderada por el doctor brasileño Bruno Rasmussen, pionero regional en el uso clínico de este alcaloide.

“Frente a la enorme problemática del abuso de drogas duras como la pasta base, los tratamientos con ibogaína vienen a traer una innovación: se trata la adicción como un síntoma y no como una enfermedad en sí misma. Permite cortar la abstinencia, las ganas de seguir drogándote, y al mismo tiempo te permite una resignificación de los problemas previos a la adicción”, defendió Algorta.

El empresario ya se puso en contacto con las autoridades del Ministerio de Salud Pública (MSP), a quienes les entregó un informe jurídico que plantea que la importación de la sustancia con fines médicos es lícita, y por lo tanto no habría que hacer ajustes normativos.

En el documento se plantea que la ibogaína derivada de la Voacanga Africana -una especie vegetal no fiscalizada en Uruguay- podría ser importada al amparo del Decreto N° 18/020, que contempla el “ingreso de medicamentos o productos médicos no registrados”.

Por su parte, fuentes del Ministerio de Salud Pública confirmaron que se reunieron con los interesados y están estudiando el asunto. No obstante, señalaron que este es “un tema más” en carpeta y por lo tanto no se puede esperar en el corto plazo ni una habilitación ni un rechazo.

La técnica y su alcance

En enero, el doctor Rasmussen cumplirá 30 años de experiencia en el uso de ibogaína.

Hasta ahora ha atendido a unos 2.500 pacientes de distintas nacionalidades, entre ellos, la uruguaya Callorda. Según estudios de su autoría, el tratamiento cumple el cometido en 72% de los casos.

“La ibogaína se usa para todo tipo de drogadicciones, pero también para adicciones no químicas, como a la comida, las apuestas y el sexo. Los psicodélicos son considerados el futuro de la psiquiatría porque para las adicciones, la depresión y los síntomas postraumáticos funcionan muy bien”, aseguró el médico a El País.

¿En qué consiste el tratamiento que ofrece su clínica? Primero, el paciente es asistido por psicólogos y se le hacen evaluaciones médicas para saber si tiene contraindicaciones.

En Uruguay, Arché (el grupo interdisciplinario de estudios sobre psicodélicos) reseñó que la ibogaína tiene efectos colaterales sobre la fisiología cardíaca. “Al inhibir los canales de potasio hERG, provoca un aumento en el tiempo de repolarización del músculo cardíaco (...), lo que puede generar la aparición de arritmias ventriculares, que en algunos casos pueden ser fatales. Esto requiere un estricto criterio de exclusión y un monitoreo cardíaco permanente”, señaló el grupo, integrado por académicos de las áreas de antropología, psicología, química, neurociencia, farmacología y psiquiatría de la Universidad de la República, la Universidad Claeh y el Instituto de Investigaciones Biológicas Clemente Estable.

En este sentido, Rasmussen aseguró que durante todo el proceso se monitorea la frecuencia cardíaca de los pacientes, que se tienden sobre una camilla y toman el alucinógeno. Así comienza un proceso guiado que apunta a “resetear” el cerebro.

“Después de un par de horas de tomar ibogaína empezás a recordar tu infancia. Cerrás los ojos y ves como si fuera una pantalla con recuerdos proyectándose. Toma algunas horas para que se vaya el efecto y luego de eso las personas empiezan a reflexionar sobre sus vidas, sus relaciones y normalmente empiezan a entender qué tienen que hacer para salir de las drogas”, aseguró el doctor brasileño.

Además, explicó que la internación dura tan solo 24 horas, por lo que el paciente puede continuar con el curso de su vida, a diferencia de las clínicas convencionales.

Consultados por El País, investigadores del grupo Arché remarcaron: “Hoy en día nuestra medicina no utiliza tratamientos con psicodélicos”.

“Hay mucha investigación clínica internacional con resultados muy prometedores, pero no se han concluido las fases respectivas. (...) Cuando se dice ‘tratamientos con psicodélicos para la depresión o adicciones’ se puede generar mucha confusión dando el mensaje erróneo de que son herramientas actuales de la medicina; y hasta la fecha no lo son”, agregaron.

A su vez, señalaron que hoy en día hay “mucha presión empresarial”, porque se ha generado una industria millonaria ante los prometedores hallazgos. “El potencial problema es que los intereses empresariales o económicos corran más rápido que la formación de los profesionales de la salud en esta temática”.

“Según nuestra opinión, el camino seguro es la investigación clínica. Es lo que permite la seguridad mayor para los pacientes y a su vez da un marco legal adecuado para entrenar psicoterapeutas y psiquiatras en el uso de estas sustancias que son controladas”, agregaron. Y, sobre el uso médico de psicodélicos en general, señalaron: “Proponemos que el Uruguay sea pionero en dar sus primeros pasos caminando mediante investigación clínica de calidad, para en un futuro no muy lejano, poder correr con seguridad”.

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