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"Siento como un despertar de la Iglesia Católica"

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Daniel Sturla. Foto: Leonardo Mainé

Daniel Sturla, cardenal y arzobispo de Montevideo

La Iglesia Católica atraviesa una de las crisis más grandes a nivel mundial ante la ola de denuncias de abusos sexuales de sacerdotes a niños y jóvenes. En Uruguay, la institución recibió 40 denuncias tras habilitar en 2016 una línea telefónica.

—Cuando asumió su cargo en 2014, una de las medidas que planteó fue realizar una auditoría ante la situación económica y financiera de la Iglesia en Montevideo.

—La auditoría la hicimos en su momento, en el 2014. La Arquidiócesis de Montevideo tenía un déficit operacional muy grande. El presupuesto de la Arquidiócesis no es muy grande y entonces el déficit también lo era. Eso se logró revertir con una serie de medidas que se tomaron por un lado de austeridad, y por otro haciendo una campaña con los fieles para que asumieran responsabilidad. La campaña se llamó "Iglesia de todos", y ha dado resultados para sostener el presupuesto y abatir el déficit y para que tengamos una realidad estable.

—¿Hoy está saneada aquella situación?

—Está saneada, pero no hagan olas.

—Uruguay es uno de los países de la región con menor cantidad de fieles. ¿Hace falta mayor militancia?

Sí. Yo creo que hay, yo lo siento así, como un despertar de la Iglesia Católica en Montevideo. Se está sacudiendo cierta modorra, cierta siesta. Hay una infinidad de iniciativas que hablan de una Iglesia viva, minoritaria si se quiere, más pequeña que en otros países, pero viva.

—Las encuestas marcan cierto grado de descreimiento de la ciudadanía en la política. ¿Cuánto de esto hay en la Iglesia ante los casos de abuso sexual de menores?

Yo creo que sí. Primero hay una cuestión que es más global, de Occidente si se quiere, que es un descreimiento de las instituciones. Ahí entran los partidos políticos y entra la Iglesia. Pero en el tema de la Iglesia se da un asunto paradójico. Nosotros hemos hecho una encuesta el año pasado con Equipos Consultores y lo que dice es que la gente que tuvo experiencia en la Iglesia en general aun cuando se haya alejado, tiene una nostalgia de lo que perdió y un buen recuerdo de lo vivido. El tema es que la gente más de afuera es a la que más le llega el mensaje de los abusos, por ejemplo, de los escándalos, y entonces refuerza a los que se han alejado el hecho de que no vuelvan. ¿Cómo vas a volver a esa institución? Nosotros en el Uruguay hemos sufrido casos dolorosos, pero somos conscientes que son la minoría de las situaciones en un mar muy oscuro que es el de los abusos de menores en general.

—¿Se arrepiente de haber declarado en un medio: "en Uruguay no ha sido un tema con niños, sino con adolescentes menores", al referirse a los casos de abuso locales?

Esa frase fue sacada totalmente de contexto. Es decir, a mí me han dado también a elegir entre una serie de palabras y la palabra era "niños". Yo creo que es tan grave el abuso sexual en niños como en adolescentes, como lo aclaré a renglón seguido. Yo quise solamente aclarar un tema que muchas veces entra dentro de la misma bolsa y sin dudas lo es, pero hay una diferencia. La palabra elegida era niño, yo hice esa declaración. Sacada de contexto, quedó como una declaración totalmente infeliz, pero yo no le quito gravedad a ninguna situación de abuso de menores o de personas que de algún modo tienen una relación de dependencia. Me parecen todas gravísimas. He pedido reiteradamente perdón en lo que tiene que ver con los abusos que han sido cometidos por personas, la Iglesia, y me he encontrado con personas y he sentido en lo más profundo el dolor y la vergüenza. Creo que el hecho de que se sacara esa frase de contexto y se la utilizara, fue algo muy doloroso.

Daniel Sturla. Foto: Leonardo Mainé
Daniel Sturla. Foto: Leonardo Mainé

—¿La Iglesia Católica recibió en este último tiempo nuevas denuncias por casos de abuso sexual a través de la línea telefónica que se dispuso para eso?

—Desde 2016 no se ha recibido ninguna.

—¿Por otra vía?

—Sí. (Silencio) Una denuncia que fue muy pública el año pasado que llevó a que un sacerdote estuviera preso y este año a mí me ha llegado una denuncia de un hecho que sucedió hace 40 años que está todavía procesándose porque es muy difícil, digamos, de llegar a la verdad sobre qué ocurrió.

—¿En dónde ocurrió?

—En Montevideo.

—A 40 años, en plena dictadura…

—Sí, sí, pero una denuncia de abuso.

—De abuso sexual.

—Supuestamente de abuso sexual. Pasa que no es la víctima la que denuncia, por eso es muy difícil llegar a la verdad.

—¿Fue a un niño?

—A un adolescente grande.

—¿En qué contexto, en un centro de niños?

—En una parroquia.

—¿Y este caso la Iglesia cómo lo resuelve, cómo lo procesa?

Bueno, la Iglesia tiene su protocolo y trata de ejecutar el protocolo. Este caso es sumamente complejo porque la persona que denuncia no quiere que la víctima sea contactada y la víctima no está en el país. Entonces es muy difícil llegar a la veracidad de los hechos. Y aparte desde el punto de vista penal, nosotros siempre invitamos a las personas —si son hechos pasados— a que puedan hacer la denuncia, pero bueno.

—¿El caso ya se pasó a la Justicia?

—No, pero bueno. En los casos antiguos la Iglesia dice "si usted quiere, haga la denuncia". Usted está en todo su derecho en hacer la denuncia que corresponde, pero la persona no la quiere hacer.

—¿Entonces, de nuevo, ustedes no la van a pasar a la órbita de la Justicia?

—Este es un caso muy complejo. También ahí hay que ser cuidadoso. La denunciante no es la víctima y la persona no quiere que sea ni trasladada ni convocada la víctima. La supuesta víctima.

—¿Cuál es el vínculo entre la denunciante y la víctima?

—No, no. Hasta ahí llego. Y además, sería un hecho que estaría prescripto.

El principal problema de los uruguayos hoy es la inseguridad. ¿También lo es para la Iglesia Católica?

La Iglesia lo sufre, como todo uruguayo está sufriendo en estos momentos la inseguridad. Pensemos que no puede haber una Iglesia abierta sin que haya alguien cuidando. Las iglesias han sufrido muchos robos, y ha habido algunos curas que lo han sufrido en carne propia. Por otro lado, la Iglesia está presente en todos los barrios de Montevideo, en barrios difíciles de mucha inseguridad y ahí con mucho coraje hay comunidades religiosas, hay sacerdotes que viven y están junto a mucha gente que a su vez es víctima, más allá de que en esos barrios se dan también situaciones muy complejas como el tema del narcotráfico o la guerra entre narcotraficantes.

Daniel Sturla. Foto: Leonardo Mainé
Daniel Sturla. Foto: Leonardo Mainé

—¿Y en qué está fallando el gobierno en el combate a la delincuencia? Este año cerrado a noviembre tuvimos un récord en la cifra de homicidios, 356 casos.

—Yo en el tema de la política del gobierno no me meto. Nosotros apoyamos por ejemplo abiertamente un programa del Ministerio del Interior como Pelota al medio a la esperanza. Sí la Iglesia se ha metido en un tema más de fondo que es la fragmentación social. Para eso este año emitimos un polémico documento justamente poniendo el tema en el horizonte de los uruguayos.

—¿Coincide con la propuesta del Congreso del Frente Amplio de eliminar el registro de antecedentes penales a menores de edad?

—Cuando la vez pasada se presentó el tema de bajar la edad de imputabilidad yo me manifesté en contra; otra cosa es lo de los antecedentes penales que creo es parte de la realidad de una persona. Así que es una medida muy concreta porque me parece que corresponde a la realidad. Después en este país tampoco corresponde a la realidad de las situaciones porque es muy difícil que algún chico haya cometido alguna situación así y no lo sepa el policía, o el Poder Judicial. Me parece una medida... (silencio prolongado).

—¿Desatinada?

—Sí, pero me parece que es más para... (silencio)

—¿Pour la galerie? (Para la tribuna)

Pour la galerie.

—¿Cuál va a ser el papel de la Iglesia el año próximo ante el ciclo electoral?

—A mí me pareció fantástica la proclama de los jóvenes en el aniversario del discurso en el Acto del Obelisco. Me pareció buenísimo. Los jóvenes reclaman una campaña limpia, sin agravios, donde pueda haber transparencia en las palabras, en las propuestas, donde se pueda llegar al diálogo más que a la discrepancia. Si la Iglesia puede hacer algo, es intentar favorecer eso que los jóvenes proclamaron. Creo que la Iglesia siempre en Uruguay ha intentado jugar ese papel de poner paz y mediación.

—¿Cómo concibe el aporte que ha realizado el gobierno uruguayo en la búsqueda de detenidos desaparecidos durante la dictadura?

—Bueno, yo creo que el icono que ha sido esta mujer, Luisa Cuesta, que muere sin saber el paradero de su hijo es una demostración de una realidad que sigue siendo una herida abierta en la sociedad uruguaya y que los gobiernos han sabido responder relativamente porque tampoco hay tantas posiblidades de saber la verdad. La Iglesia colaboró el año pasado y el otro porque fue depositaria de varios mensajes que yo los recibía en las parroquias y se los entregaba a los familiares de desaparecidos. Eran todos datos confusos y no del todo claros, por ahí quizás alguno ayudó en alguna cosa. Ahí creo que hay una herida abierta que es muy difícil que se cierre y que representa un dolor en el alma del Uruguay.

—¿Cuál es el camino?

—Obviamente que el camino es que los que saben realmente lo que pasó, digan lo que pasó. La Iglesia propone más de una vez, verdad, justicia y perdón, es decir, tiene que haber una reconciliación como pasa frente a toda situación de guerra en el mundo y de un enfrentamiento civil en la sociedad.

Escándalos generaron una crisis

¿En qué condiciones se encuentra hoy la Iglesia?

—Estuve en el sínodo de obispos en octubre en Roma donde había obispos de todo el mundo, entonces, uno ve que la realidad de la Iglesia en el mundo es muy cambiante. Hay Iglesias pujantes como la de Vietnam, de la India, que son minorías, Corea del Sur; iglesias como Canadá o en el norte de Europa que están vendiendo templos porque no le va la gente; e iglesias que aún estando con problemas tratan de responder, iglesias muy vivas y jóvenes como las de África y la Iglesia en América Latina que varía mucho del Cono Sur a lo que son los países de mayor tradición católica. Y después la Iglesia está atravesando una crisis muy grande que tiene que ver con todos los escándalos que han salido a la luz.

—¿Y en Uruguay?

—En lo local estamos trabajando mucho, en una Iglesia que a mí me gusta decir que es pobre y libre, pero también digo que es pequeña y hermosa. La Iglesia, nosotros, estamos trabajando mucho, somos una realidad más pequeña que en otros países de América Latina, pero el tema para mí es ser una Iglesia sin complejos, y una Iglesia que va para adelante. Es decir, que realiza su misión sin complejos y sin achicarse para nada.

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