Pese a aumento de homicidios, Heber dice que “el Uruguay está mucho más seguro que en el 2019”

Comparado con 2019 la violencia doméstica subió, mientras que las rapiñas siguen bajando; en cuanto a los homicidios, el 2022 fue el peor año del gobierno.

Conferencia del Ministerio del Interior.
Foto: Leonardo Mainé
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Por Joaquín Silva
Para el gobierno las cosas son claras: en seguridad, se afirma, se está mejor ahora que años atrás . La referencia es 2019, el último gobierno del Frente Amplio, cuyo ministro del Interior, el fallecido Eduardo Bonomi, había sido especialmente fustigado por la oposición de aquel momento -que hoy es coalición de gobierno- por la entonces escalada de los delitos, en particular los homicidios y las rapiñas.

“El Uruguay está mucho más seguro que en el 2019” o “la familia trabajadora está mucho más segura que antes” fueron dos de las frases pronunciadas ayer por el ministro del Interior, Luis Alberto Heber -durante la conferencia de prensa en la que presentó las cifras oficiales de los delitos cometidos en 2022- que sintetizan la tesis del oficialismo.

Porque en la cartera saben que pese a que los números fríos marcan dos noticias -una buena y otra mala para la administración- hay una que no pasa por alto para la actual oposición: que el aumento de los homicidios ya es a esta altura una tendencia confirmada, y que el 2022 fue, definitivamente, el peor año del gobierno en este tema.

Hubo, de hecho, una suba del 25,2% de los asesinatos entre 2021 y el año pasado -se pasó de 306 a 383-; fueron un 13,3% más que en 2020, y apenas un 2,8% por debajo del último año de gobierno de la coalición de izquierda.

Son números de “prepandemia”, como admitió el ministro Heber, y como puede apreciarse en la evolución de este delito en los últimos 13 años: salvo por 2018 -el año récord en asesinatos desde que hay registro- y el último de la administración frentista, la cantidad de homicidios en 2022 es la más alta desde 2010 a la fecha.

Los hurtos, por su parte, se mantuvieran estables en el último año -el aumento fue mínimo, del 1,1%-, mientras que las rapiñas bajaron 5,9%, los abigeatos también descendieron un 7%, y se registró asimismo un incremento de las denuncias por violencia doméstica del 3,8%. Pero en comparación con 2019 la baja es de casi todos los delitos: hubo 2,8% menos homicidios; 18,6% menos hurtos; 23,5% menos rapiñas y 40,5% abigeatos. Solo subió la violencia doméstica: 3,2%.

Naturalmente, las autoridades destacaron el descenso en la gran mayoría de los ilícitos -si la comparación es con 2019- e insistieron en la explicación que tienen para la suba de los asesinatos, que no es nueva: es producto -subrayó Heber- de la dura política contra el narcotráfico que sigue hoy la Policía, con récords en incautaciones de droga, cierres de boca e imputaciones. “¿Es una contradicción? Y sí, lo es -se preguntó y respondió el ministro-. Es una consecuencia no deseada de lo que es la lucha contra el narcotráfico”, remarcó. Y para eso, agregó, es que depositan parte de las esperanzas en atacar la “prevención” en un plan especial ideado al respecto.

“Los éxitos que estamos teniendo en nuestra lucha contra el crimen organizado y el narcotráfico significa que haya menos dinero, menos droga y menos bocas de pasta base, por lo tanto (las bandas) se disputan más el territorio y a nuestro juicio esto es parte integrante de la situación de enfrentamientos que se da sobre todo en la zona metropolitana en Montevideo y Canelones”, se explayó el titular de Interior.

Sobre esto hay un dato que para la cartera es una foto de lo que ocurre: casi ocho de cada 10 homicidios que hubo el año pasado están vinculados al enfrentamiento entre criminales. Es decir: el 79,4% de los asesinados de 2022 tenían antecedentes y/o indagatorias penales -un total de 304 casos-.

Si se discrimina solo el dato de las víctimas con antecedentes en la Justicia, el resultado es la cifra más alta de los últimos ocho años: 188. En 2015 hubo 95, se llegó a un pico de 177 en 2019, hasta llegar al récord actual -que igualmente supuso un salto respecto a 2021, cuando había habido 145.

Optimismo

Hay una lectura que también hacen en Interior sobre los homicidios, que se desprende del análisis de sus causas, en particular de una: aquellos producidos como derivación de los asaltos.

Y aquí, de acuerdo a las cifras manejadas por el Observatorio Nacional Sobre Violencia y Criminalidad, puede apreciarse que nunca hubo una cifra tan baja como la de 2022, cuando solo 15 asesinatos fueron producto de una rapiña.

Para la cartera este es un dato especialmente relevante y es lo que llevó Heber a concluir que hoy “la familia trabajadora” tiene mayor seguridad.

La gráfica que muestra esa evolución marca un descenso importante con 2021 -cuando hubo 27 de estos asesinatos- y un salto importante respecto a 2019, cuando fueron 49 los homicidios generados como consecuencias de rapiñas. En el período analizado, la cifra más alta se dio en 2015, con 55 de estos homicidios.

Por eso, pasando raya, tanto en la Policía como en el Ministerio del Interior buscan quedarse con esta reflexión: que han bajado aquellos ilícitos en los que la fuerza pública puede “actuar” o prevenir directamente, como indicaron a El País fuentes ministeriales. Esto es: hay resultados en los delitos prevenibles a nivel policial, mientras que en el otro caso -los asesinatos producidos entre los propios delincuentes- “queda mucho trabajo por delante”.

Balance de plan

En mayo de 2022, cuando ya se visualizaba que ese sería uno de los meses más crudos en materia de asesinatos, el ministro Heber mantuvo una reunión con el presidente Luis Lacalle Pou, en la que le presentó un “plan” para intentar la baja de los homicidios. Allí mostró su confianza en revertir la situación y días después aseguró públicamente que aspiraba a lograr una baja en el segundo semestre.

Aunque eso no ocurrió, el ministro -que presentó las cifras acompañado por el subsecretario Guillermo Maciel, el director general de Secretaría, Nicolás Martinelli y el director de la Policía Nacional, Diego Fernández- dijo que igual consideraba “exitoso” ese plan.

“Vamos teniendo éxito en cuanto al desmantelamiento de bocas de pasta base, narcomenudeo y de tráfico, y eso ha generado una baja” en algunos barrios puntuales de la Zona Metropolitana, como en Peñarol.

“El temor que teníamos (era de que) no se corriera el delito y por lo tanto bajara en Peñarol pero pudiera crecer en otros barrios”.

Fue un plan que, aunque estuvo definido para bajar los asesinatos, logró “buenos resultados en rapiña, hurto y la lucha contra el narcotráfico”, aseguró el ministro.

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