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Pediatras recomendaron al gobierno aumentar las horas de clases

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Escuelas rurales ya pueden ir cinco horas. Foto: Leonardo Mainé

LA NUEVA NORMALIDAD

Los técnicos entienden que ya se están evidenciando problemas psíquicos, emocionales y pedagógicos que ameritarían el retorno a cierta “normalidad escolar”.

En la desconocida marcha del COVID-19, cada decisión es un balance entre los riesgos y los beneficios. Y los pediatras que asesoran al gobierno entienden que, en el escenario actual, Uruguay “pierde” más de lo que “gana” con la baja asistencia a las clases. Por eso, recomendaron el aumento “gradual” de la presencialidad.

Ocurre que los niños contagian, pero poco. Se contagian, pero poco. Y a veces tienen síntomas, pero poco. Y “más allá de la alerta constante por brotes, en Uruguay la situación está bajo control”, dijo la pediatra y epidemióloga Mónica Pujadas. Así las cosas, dijo, “ante el eventual riesgo de que aumente la curva epidémica, hoy la balanza está más inclinada a favor de incrementar la presencialidad de los escolares”.

Los médicos que dieron esta recomendación solo hicieron eso: una recomendación. La decisión política recae en el Poder Ejecutivo y, tras el visto bueno, en las autoridades educativas que tendrán que ajustar el protocolo.

La Dirección Nacional de Educación “negoció” -bajo esa lógica de los costos y beneficios- que se eleve el horario en los liceos y UTU a seis horas. Pero, para el posible incremento en las escuelas, “habrá que esperar la marcha de los próximos diez o quince días”, explicó el director de Educación, Gonzalo Baroni.

Los niños, en especial aquellos menores de diez años, son los que menos contagian y menos se contagian. Lo dice la literatura científica y lo reitera Pujadas. ¿Por qué, entonces, se autorizó más horas en los adolescentes y no en los niños más pequeños que, a la vez, son los que menos se adaptan a la virtualidad?

Los técnicos que asesoraron no emitieron opinión respecto a las edades y cantidad de horas. Pero Baroni dio una pista: “Entre los alumnos más grandes es más sencillo mantener un orden para el respeto de la distancia física”.

Pero también hubo una determinación burocrática: ante el pedido de aumentar la presencialidad, el Codicen fundamentó que necesitaba más horas en los liceales y en UTU para contemplar los turnos; no así en Primaria.

“Hace dos o tres semanas nos pusimos de acuerdo en ampliar el número de días, pero todavía no la cantidad de horas por día, seguramente en esa progresividad que hablamos se va a llegar el momento en que podamos ampliar la cantidad de horas”, dijo el gastroenterólogo Henry Cohen a radio Sarandí.

Mientras, los psiquiatras infantiles insisten en el impacto que el COVID-19 está causando en los más pequeños de la sociedad. Según las investigaciones lideradas por la catedrática Gabriela Garrido, “el escenario de crisis y adhesión voluntaria al confinamiento repercutió en más cuadros de ansiedad, más violencia intrafamiliar, en cambios en las rutinas de alimentación y sueño, más exposición a las pantallas y en el caso de pacientes con autismo un incremento de los movimientos estereotipados (esos movimientos repetitivos y sin propósito aparente)”.

El catedrático de Pediatría, Gustavo Giachetto, a su vez, está liderando un estudio cuyos resultados preliminares, adelantó, van demostrando que, al menos en Montevideo y en el área metropolitana, “habría un aumento de trastornos asociados al sueño entre los adolescentes y que el encierro prolongado ha sido perjudicial para el bienestar emocional”.

Dos semanas después de que la Organización Mundial de la Salud declarase el estado de pandemia, el filósofo español César Rendueles refería en El Confidencial a “la asombrosa desaparición de siete millones de niños españoles por el coronavirus”. Contaba que, en el encierro y en el cierre de las escuelas antes del verano, los más pequeños habían sido los más olvidados.

¿Por cuánto tiempo se puede dilatar este “olvido”? Garrido admitió que encontrar el equilibrio entre riesgos y beneficios “no es sencillo”. Pero explicó que “la prolongación de este escenario no es favorable”. Por eso sugirió, al menos, un aumento de la presencialidad en quienes están iniciando o terminando los ciclos: “Los chicos de primero o sexto la están teniendo más difícil”.

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