Renato Opertti, coordinador de la cátedra Unesco en Educación Híbrida en la Universidad Católica de Uruguay, experto de Unesco en Educación y presidente del Consejo Asesor de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI), habló con El País sobre los resultados de PISA 2022. El también cofundador de Eduy21, ahora extinta, remarcó la importancia de evaluar las mejores estrategias de aprendizaje, así como la creación de un Pasteur pedagógico.
-¿Le sorprendió el resultado de Uruguay en las pruebas PISA 2022?
-No me sorprendió en dos cuestiones centrales. Tenía la percepción, y se ha constatado, que Uruguay había enfrentado razonablemente bien los efectos más duros de la pandemia. Tenía el activo de Ceibal con una experiencia acumulada en el tiempo. El otro elemento que no me sorprendió es que las tendencias de larga duración del Uruguay, del 2003 a 2022, de altos niveles de insuficiencias en las alfabetizaciones fundamentales no han cambiado significativamente.
-¿Qué concluye con estos datos?
-Las respuestas que hemos dado a estos temas han sido insuficientes y han carecido de continuidad en el tiempo. Un 60% de jóvenes de 15 años no tiene nivel de suficiencia en Matemática, y un 40% en Lectura y Ciencias, que no ha cambiado en los últimos 20 años. En ese período no hemos dado en la tecla para lograr políticas y programas de suficiente envergadura, hondura, profundidad e impacto para mejorar aprendizajes de las alfabetizaciones fundamentales. No me sorprende porque no hemos dado la suficiente relevancia y jerarquía, en gobiernos de diferente signo.
-¿Cómo vio el posicionamiento del gobierno con las últimas cifras de la evaluación internacional?
-Todo gobierno, naturalmente, tiene la intencionalidad de mostrar sus aspectos positivos. Argumentó que en el corto plazo esto es un indicador más que Uruguay abordó bien la pandemia. Creo que también se tendría que haber dicho que tenemos problemas estructurales que todavía no hemos resuelto. Uno no puede mostrarse totalmente alegre si tiene 60% de los jóvenes que a los 15 años no tiene suficiencia en Matemática.
-¿Qué es lo que falta?
-Una visión unitaria de la formación del alumno. Y en lo que nos falta mucho, aún cuando Ceibal ha hecho esfuerzos interesantes, es tener evidencia empírica de cuáles son las maneras más efectivas de enseñar Matemática, Ciencias y Lectura.
-¿Hay un ensayo de prueba y error?
-Sí, experimental. Uruguay tiene que fortalecer mucho más lo que Eduy21 marcó en su Libro Abierto de tener una unidad de desarrollo y evaluación curricular pedagógica para ver cómo enseñamos mejor la Matemática en contextos más vulnerables; a los alumnos con determinadas características, y tener laboratorios de experimentación y contraste.
-¿Propone otra estructura?
-Que Uruguay tenga un ‘Pasteur pedagógico’, un laboratorio cuya base podría ser Ceibal, que reúna a los principales referentes en Psicología Cognitiva, Neurociencia, Ciencias de la Educación, Sociología, las diferentes áreas educativas, para que trabajen con los inspectores de Primaria, Secundaria y UTU, y supervisores de ANEP para buscar respuestas.
-¿Cuál es la situación actual?
-Tenemos un sistema donde no hay nadie que esté trabajando de manera orgánica e integrada en tener la evidencia empírica de cuáles son las mejores formas de enseñar Matemática, Lectura y Ciencias. Y ahí es donde fallamos, cuando Uruguay tiene su masa crítica.
-¿Se necesita agregar cierta burocracia a un sistema que de por sí es grande?
-No es burocracia. Lo que digo es no tener más inspecciones de Primaria, Secundaria y UTU, sino una unidad de apoyo o desarrollo curricular pedagógico a la enseñanza y aprendizaje de las alfabetizaciones fundamentales, que sea una combinación de lo que hoy hace Ceibal con lo que hace el sistema. No más inspectores separados trabajando cada uno en su lugar. No es duplicar recursos, sino dejar de tener un sistema fragmentado.
-¿Falta diagnóstico de la situación?
-Falta la evidencia de las prácticas que son necesarias para mejorar los aprendizajes. Lo que nos está faltando es la evidencia de lo que funciona. Y eso tiene que ver con que el sistema educativo uruguayo está todo fragmentado. Hay que generar un nuevo diálogo entre los hacedores de políticas, los que están en el terreno, y los especialistas.
-Si bien PISA 2022 no midió la transformación educativa, porque comenzó este año, ¿considera que con el nuevo plan se van a cambiar los resultados?
-Creo que es un signo de interrogación en términos de cómo esos nuevos programas, que tiene una intencionalidad clara de poner el foco en algunos de estos temas, se plasmen en el aula.
-¿Qué metas buscaría para PISA 2025?
-Romper la tendencia descendente en matemáticas que viene del 2003. Ese sería el indicador para medir si efectivamente la transformación curricular ha tenido un impacto ahí. Respecto a Lectura y Ciencias diría de bajar la proporción de alumnos con insuficiencia a un tercio.
-¿Cómo observa la transformación?
-La nueva propuesta habilita un conjunto de condiciones que bien reforzadas, bien gestionadas, pueden ser elementos que faciliten a que Uruguay mejore. El plan avanza en un enfoque por competencias y se han alineado las estructuras educativas al modelo. Necesitamos que esos enfoques se proyecten en el sistema. Y eso es lo que me genera dudas en la medida en que las transformaciones sean vistas de un partido, en este caso de la coalición de gobierno.
-¿Entiende que eso ocurre hoy?
-Desde Eduy21 hicimos un claro alegato de un acuerdo político de larga duración sobre educación. Justamente lo que queríamos evitar es lo que está pasando ahora, que se va a transformar la Educación Media Superior, pero no hay certeza de que se vaya a mantener en el tiempo.
-¿Usted cree que el próximo gobierno podría no mantener la transformación?
-No lo sé. Los partidos tienen que decir claramente: estamos de acuerdo o no con el enfoque por competencias. Si no es así tenemos un problema serio porque estamos suponiendo que los alumnos en la vida no van a responder a los desafíos. Si la administración actual entiende que por sí misma va a hacer una transformación me parece que no es suficiente. Se necesita un consenso político social para hacer la transformación de la envergadura que la ANEP plantea.
-Cuando se hacen cambios suele haber resistencias, y puede que si alcanza éxito luego sume adhesiones...
-Tal cual. Creo que la transformación hizo los deberes que para algunos podían ser dolorosos y no hay vuelta atrás. Es muy difícil que cualquier gobierno que venga se oponga a que Uruguay siga avanzando en un enfoque por competencias. Y en la eventualidad de que se hiciera, es suicida para las nuevas generaciones. Los jóvenes en sus vidas se enfrentan a desafíos a diario y nosotros les vamos a negar la posibilidad de formarlos, porque las competencias se basan en conocimientos.
-Con la crispación que despertó en los sindicatos la transformación, ¿considera que pueden empeorar los resultados?
-La evidencia empírica en el mundo muestra que cuando los docentes tienen altas expectativas de sus alumnos, progresan más. PISA, además, muestra que cuando los docentes apoyan más a los alumnos se desempeñan mejor. Si los educadores no están convencidos, no motivan y no comprometen a los alumnos con sus aprendizajes, no hay aprendizajes.
Es suicida para nuevas generaciones”, quitar el enfoque competencial dijo el experto Opertti
-Sindicatos plantearon semanas atrás que “no puede avanzar un milímetro” la reforma...
-No estoy de acuerdo. Hay algunas cosas de la transformación que se están llevando a cabo que son positivas: enfoques por competencias, integrar los ciclos educativos, buscar más unicidad del sistema. Ahora, lo que no tiene claro, y me parece que eso tiene que ser un campo de acuerdo entre los partidos, es un modelo de gestión del cambio.
-¿A qué se refiere?
-En cómo involucrás más actores. Creo que la transformación educativa ha pecado de centralismo, porque esto no es solamente un tema de gobierno y oposición, o gobierno y sindicatos, es mucho más de fondo. Tiene mucho más que ver con incorporar a la ciudadanía de otra manera. El sistema educativo hoy es mucho más que ANEP, es una diversidad de actores de la educación formal, no formal, informal, que hay que comunicarlo de otra manera.
-¿Hay que cambiar la transformación?
-Hay que reverla, repensarla. El calado de respuestas que necesitamos hoy para que los jóvenes vivan en un mundo sostenible requiere de una mirada más profunda. Para formar a nuevas generaciones necesitamos repensar la educación en un mundo que está viviendo un proceso de irrupción muy grande.
-¿Esta reforma no lo está recogiendo?
-Todavía no es lo suficientemente profunda en preparar a las nuevas generaciones para un mundo cualitativamente distinto al actual. La transformación tiene que ser repensada a la luz de una nueva generación de políticas públicas que Uruguay tiene que tener, no solamente de educación.
La necesidad de instalar un “pasteur pedagógico”
-¿Habló de los resultados PISA 2022 con Adriana Aristimuño, ex Eduy21?
-No, no he hablado de estos resultados. Es una muy querida amiga desde hace más de 30 años. Creo que indudablemente es una de las técnicas más calificadas que tiene Uruguay en materia educativa y ese capital humano el país no tendría que perderlo de una administración a otra.
-Si hoy ocupara un cargo de jerarquía en ANEP, ¿qué medida tomaría a la luz de los datos PISA 2022?
-Convocaría a los principales referentes de Lectura, Ciencias y Matemática y a todos los involucrados en el terreno con esto para tener una conversación profunda sobre cómo mejoramos esto. Tenemos que encontrar la manera de responder a los problemas de una manera mucho más potente y unitaria. Por eso me parece que sería buenísimo que el sistema político se pusiera de acuerdo en crear una especie de Pasteur pedagógico.
-PISA 2022 marcó nuevamente las inequidades en el sistema educativo.
-Hay un fenómeno interesante. En Matemática, por ejemplo, PISA dice que en Uruguay, junto a Irlanda y Jordania, alumnos de alto desempeño históricamente, bajaron. Y el desempeño de aquellos con más bajo desempeño no se movió. Esto muestra un dato preocupante: los que eran destacados son menos. Lo cual ahí te muestra que el problema es universal.
-¿Qué ocurrió con Ciencias y Lectura?
-En Lectura, Uruguay es el único país de los 81 evaluados en que los de más abajo, los de menor desempeño, mejoraron. Quiere decir que hemos mejorado en la capacidad de enseñanza de la lectura en los sectores más vulnerables. Tendríamos que tener la evidencia de cuáles han sido las metodologías que han logrado este resultado y qué impacto han tenido. En Ciencias, en Uruguay los de bajo como alto desempeño se mantuvieron igual.
Opertti integra Fundación Ágora, del economista Gabriel Oddone
-¿Por qué se rompió Eduy21?
-Terminó con el sabor dulce de haber contribuido a poner el tema de la transformación educativa en Uruguay. Si no hubiera existido Eduy21 no estaríamos hablando de transformación curricular. Eduy21 la trajo a Uruguay con estudios, mesas redondas y diálogos con los partidos.
-¿Por qué se generó una fisura dentro de ese espacio?
-Lo que se fisuró fue que nuestra expectativa era que a partir de un nuevo gobierno pudiera Eduy21 ser ese puente para buscar acuerdos, ser el hogar de bloques que están muy fragmentados. Lo que uno observa hoy es que la crispación quizás se hubiera evitado si Eduy21 hubiera podido ser un canal de comunicación con los bloques.
-¿Eduy21 no sería necesaria ahora en esta etapa electoral?
-Quizás sí. Espero hacer alguna de las tareas que hicimos en Eduy21 a través de la Fundación Ágora, de Gabriel Oddone y otros, que integro. La idea es que sea un espacio plural porque no hay banderías políticas. Si las hubiera yo no participaría.
-¿Apoyará a algún precandidato?
-No.
-Si se mantiene un gobierno de coalición, ¿aceptaría un puesto de jerarquía en la educación?
-No está en mi radar hoy. Estoy preocupado por jerarquizar el debate de ideas y para tender puentes.