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Los caminos de la integración sudamericana, una mirada desde Brasil

Es de esperar que la maquinaria diplomática brasileña cree una “narrativa” que minimice la importancia del discurso del presidente Lula, referente a Venezuela, frente a la importancia de la reunión que mantuvo con los demás presidentes de la región.

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Getty Images

El 30 de mayo de 2023, Brasil fue sede de una reunión entre once presidentes de américa del Sur. El encuentro fue una iniciativa del presidente Luiz Inácio Lula da Silva para retomar el proceso de cooperación entre los países de la región a través de iniciativas que aborden temas de interés para el desarrollo y la integración sudamericana.

Desde una perspectiva coyuntural, las declaraciones del presidente Lula de que los temas de violación de los derechos humanos y la democracia en Venezuela son “narrativas” que no reflejan la realidad del país, ganaron más protagonismo que el propio encuentro y fueron duramente criticadas por varios presidentes. Estas son declaraciones inaceptables y se espera que la maquinaria diplomática brasileña cree una “narrativa” que minimice la importancia del discurso del presidente frente a la importancia de la reunión.

¿Cuál es su importancia para la región en la perspectiva de un marco de tiempo futuro? La idea de integrar la región no es nueva. Antes, la propuesta se basaba en el ideal de la integración latina, pero desde la década de 1990 se reconoce que la construcción de una identidad sudamericana basada en mecanismos de cooperación e integración reflejaba con mayor precisión el contexto y el interés regional.

Durante el gobierno del presidente Fernado Henrique Cardoso (FHC), se planteó la creación de un Área Sudamericana de Libre Comercio (ALCA), que debería entrar en vigor en 2005, a partir de negociaciones entre el Mercosur y sus socios en la región. La propuesta brasileña no fue aceptada por los socios y entre los miembros del Mercosur no hubo pleno consenso en relación a esta iniciativa, que se desvió de la prioridad que debe darse a una plena integración del Mercosur, hacia un mercado común.

Alca fue un acuerdo comercial en el que solo se trataron temas de liberalización de mercancías.

La plena integración que buscaba el Mercosur no se concretó y en el año 2000 el gobierno de la FHC lanzó la Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Sudamericana (IIRSA). El tema de la integración física fue entendido como una condición esencial para expandir el comercio, los servicios y los flujos de personas en la región. Además, fue un proyecto que interesó a todos los países de la región.

Temas de financiamiento, diseño de proyectos, prioridades de los países en relación a otros temas, la cartera de proyectos de IIRSA ha avanzado lentamente, pero permanece en la agenda de la región.

El gobierno de Lula retoma el ideal de la integración sudamericana, pero con una agenda ampliada.

En 2004 se creó la Comunidad Suramericana de Naciones (Casa), que sirvió de base para la creación de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), en 2008. Unasur estuvo integrada por los 12 países de la región (Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Guyana, Paraguay, Perú, Surinam, Uruguay y Venezuela) y cubrió varios temas organizados desde los consejos sudamericanos. Se trataron temas de defensa, salud, narcotráfico, desarrollo social, economía y finanzas, entre otros. El rol principal de Unasur fue el diálogo político que creó las condiciones para mecanismos de cooperación en diferentes áreas. Hubo críticas de que la agenda era demasiado amplia y que se privilegiaba el carácter político en detrimento de las propuestas de integración comercial.

La posibilidad de avanzar en acuerdos económicos entre países presupone la definición de estrategias políticas que sean consideradas por los países como sus instrumentos de desarrollo. El diálogo político es una condición necesaria para que los países puedan marcar los pasos de qué tipo de compromiso económico desean consolidar.

Cambios en las estrategias gubernamentales y políticas llevaron a la salida de varios países de la Unasur. En 2008, Colombia, Argentina, Brasil, Chile, Paraguay y Perú abandonaron la Unasur y crearon Prosur, una iniciativa política para diferenciar gobiernos identificados con la izquierda (Unasur) de gobiernos de derecha o centro-derecha.

Al inicio de su tercer mandato, el presidente Lula anunció su intención de retomar la Unasur. Actualmente, la Unasur está integrada por siete países: Argentina, Brasil, Bolivia, Perú, Venezuela, Surinam y Guyana.

Los 11 presidentes reunidos el 30 de mayo de 2023 dieron a conocer un documento “Consenso de Brasilia”. Reafirma la “visión común” de la región en términos de compromiso con la paz, la cooperación, la democracia, los derechos humanos, el desarrollo sostenible y la no injerencia en los asuntos internos. El documento aborda la importancia de la inclusión social, el tema de la desigualdad, la infraestructura física y energética. En definitiva, es un enunciado general que enumera todos los temas sociales, políticos y económicos que están presentes en las amplias agendas de desarrollo de la región.

No se selló ningún compromiso por parte de Unasur. Algunos países como Uruguay dejaron esta organización, pero tampoco se unieron a Prosur. El presidente de Uruguay considera que la creación de organizaciones marcadas por opciones ideológicas no ayuda a la integración.

Es cierto que Unasur y Prosur se identifican con opciones ideológicas desde 2018. Sin embargo, para que el proceso de integración avance en sus diversos campos, es necesario crear instituciones/mecanismos estatales que aseguren que este proceso de caminar lo haga, independientemente del gobierno a cargo. El paraguas general podría ser incluso la Unasur o cualquier otra creada para despegar el debate ideológico, pero la implementación de mecanismos institucionales de cooperación y diseñados con objetivos específicos en cada área temática es fundamental. La definición de prioridades, donde el consenso va más allá de las declaraciones generales, debe ser tarea de los grupos creados.

Los acuerdos en la región suelen ser declaraciones de intenciones para luego evaluar cómo se van a implementar. El Tratado de Asunción que marcó el compromiso para la creación de un mercado común entre Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay en 1995 no trajo cronogramas ni explicó cómo sería ese mercado común. Distintos son los acuerdos propuestos por la Unión Europea, por ejemplo el acuerdo con Mercosur, que sólo declara el fin de las negociaciones cuando todos los temas han sido resueltos.

La reanudación de la integración sudamericana en un mundo en transformaciones geopolíticas: el choque China-Estados Unidos, la guerra en Ucrania — transformaciones económicas asociadas a las nuevas tecnologías — economía digital — requiere la construcción de estrategias comunes en la región. La multipolaridad que permite el avance de los organismos multilaterales para garantizar un orden político y económico estable es lo mejor para América del Sur. En ese sentido, la reunión del 30 de mayo fue importante para retomar el diálogo de cooperación.

Finalmente, sería preferible evitar los elogios a Venezuela, pero llevar a Venezuela a la mesa de negociaciones es fundamental. Uno de los principales activos de la región en el escenario internacional es que es una región de paz y sin conflictos. Demostrar que la región podrá dialogar con el gobierno venezolano para restaurar un estado democrático de derecho en las próximas elecciones del país consolidaría el papel de la región.

- Lía Baker Valls es investigadora asociada de FGV IBRE (Fundación Getulio Vargas – Instituto Brasileño de Economía).

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