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Análisis del balance energético preliminar 2022 en contexto de la peor sequía del siglo

Algunas conclusiones a propósito de la matriz primaria de energía del pasado año, con un leve crecimiento respecto a 2021.

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Energía eléctrica
Balance energético nacional
El País

Observatorio de Energía y Desarrollo y Desarrollo Sustentable (*)

El Ministerio de Industria, Energía y Minería (MIEM) resume los datos de la oferta y demanda de energía en Uruguay cada año en el Balance Energético Nacional (BEN), desagregando por fuente y sector económico.

Hace unas semanas, se conocieron los datos preliminares de 2022, esperándose los datos definitivos a mediados de año. A continuación, se realizan algunas reflexiones respecto al comportamiento de la oferta y demanda energética de Uruguay en 2022, en el contexto de la peor sequía que atraviesa el país en este siglo.

Abastecimiento de energía

Según los datos preliminares, en 2022 el abastecimiento energético (lo que suele denominarse “matriz primaria de energía”) habría alcanzado 5682 kilotoneladas equivalentes de petróleo (ktep). Esto representa un incremento de 0,7% respecto a 2021, que es leve si se considera que la economía creció 4,9%.

Como muestra la figura a continuación, se espera que el petróleo y sus derivados hayan representado 43% de la matriz primaria de energía en 2022, la biomasa 39%, la electricidad de origen hidroeléctrico, eólico y solar, combinadas 17%, y el gas natural 1%.

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Si bien el peso del petróleo y derivados en la matriz, que había alcanzado un mínimo de 36% en 2019, repuntó a 40% en 2020, 42% en 2021 y 43% en 2022, es importante destacar que, el trienio 2020–21–22 es uno de los peores períodos de sequía que ha atravesado el país desde los años ´80. En particular, 2020 fue el año de segundo peor registro de precipitaciones de este siglo en Uruguay (solo superado por 2008).

Por ejemplo, en el período 2014-19 que contó con promedio de lluvias por encima del promedio histórico (1980–2022) en todos los años (excepto 2015 que fue levemente inferior), la electricidad de origen hidroeléctrico abasteció en promedio 687 ktep; alcanzando 830 ktep en 2014 (95% del consumo final de electricidad). Esta fuente abasteció tan solo 352 ktep en 2020, 454 ktep en 2021 y 489 ktep en 2022 (36%, 46% y 48% del consumo final eléctrico respectivamente).

Haciendo una comparación en términos de años secos, en 2012 que fue un año con componente hidroeléctrico similar a 2022, el peso del petróleo y derivados en la matriz primaria alcanzó 60%, mientras que en 2022 se estima alcance 43%, y con un abastecimiento energético 17% superior (5682 ktep vs. 4866 ktep). La resiliencia lograda por el sector eléctrico que hemos comentado en otras columnas gracias a la incorporación a gran escala de energías renovables no convencionales (principalmente a partir de 2013-2014) se observa también entonces en términos de abastecimiento energético.

Es de esperar que la biomasa, que había logrado ser la principal fuente de abastecimiento en el período 2016–2020, pueda volver a tomar esa posición en el corto plazo, una vez revertida la sequía, y con la entrada en servicio de la planta de celulosa UPM 2, que comenzó a operar este mes, sumadas las políticas de sustitución de petróleo y derivados.

Consumo final energético por sector

El consumo final energético es desagregado en el BEN para los siguientes sectores: Residencial, Comercial/Servicios/Sector público, Transporte, Industrial, y Actividades primarias (agro, minería y pesca). No se incluye consumo propio del sector energético, ni fines no energéticos (lubricación, limpieza, entre otros).

Como muestra la figura a continuación (elaboración propia en base al balance energético preliminar), la industria explica 42% de los 4835 ktep del consumo final energético de 2022, seguido por transporte 29%, hogares 18%, comercial/servicios/sector público 7% y actividades primarias 4%.

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Por otro lado, en la tabla a continuación se resume el peso de las tres principales fuentes energéticas en el consumo total energético de cada sector. Como puede observarse, las tres principales fuentes explican 94% del consumo de los sectores Residencial, Comercial/Servicios/Sector público, y Actividades primarias, y 87% del consumo industrial, mientras que prácticamente la totalidad del consumo del sector Transporte es explicada por gasoil y gasolina (incluyendo bioetanol).

De los 2039 ktep demandados por la Industria, 64% corresponde a residuos de biomasa. Si bien esta categoría incluye varios energéticos como residuos forestales y de aserradero, licor negro, bagazo de caña, cáscara de arroz y girasol, casullo de cebada y otros, el principal peso corresponde al licor negro consumido por las industrias de papel y madera. Estas consumen aproximadamente 80% de los residuos de biomasa del sector industrial. En orden de peso le siguen la electricidad con 15% de la energía consumida, leña 8%, fuel oil 7%, coque de petróleo 4%, diésel 1%, y otros 1%.

Por su parte, los hogares habrían consumido 861 ktep, siendo los principales energéticos la electricidad representando 47%, la leña 33% y el Gas Licuado de Petróleo (GLP) 14%, explicando otros energéticos como el gas natural, el gasoil, la energía solar y los residuos de biomasa, el restante 6%. Los sectores Comercial/Servicios/Sector público tienen una estructura similar a la del sector Residencial, con mayor peso aún de la electricidad alcanzando 83%, la leña 7%, gas natural 4%, GLP 3%, y otros 3%. Por último, el principal energético consumido por las actividades primarias es el gasoil, representando 72% del consumo, seguido por electricidad 14%, leña 8%, GLP 4%, gasolina 2%, otros menos de 0.5%.

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Es interesante destacar que se estima un aumento del consumo energético final de 0,5% en 2022, mientras que el Producto Interno Bruto (PIB) creció 4.9%. Esto va en línea con las políticas de desacople de crecimiento económico y demanda energética que se impulsan alrededor del mundo para combatir el cambio climático, si bien Uruguay en este sentido “corre con la suerte” de que las industrias desarrolladas no son particularmente intensivas en energía respecto a aquellas desarrolladas en países industrializados.

Sector eléctrico

En la primera columna de este año hemos hecho un balance del sector eléctrico en 2022, comentando que más de 90% de la generación local inyectada al Sistema Interconectado Nacional (SIN) provino de fuentes renovables. Vale la pena ahora destacar otros indicadores de este sector publicados en el balance energético preliminar.

El consumo final de electricidad alcanzó 11728 GWh en 2022 (1009 ktep), creciendo 2% respecto a 2021. El consumo per cápita habría alcanzado 3299 kWh/habitante (+1% respecto a 2021), mientras que por unidad de PIB habría alcanzado 6364 kWh/millón de pesos de 2016 (-3% respecto a 2021); en línea con lo comentado anteriormente acerca del desacople del consumo energético por unidad de PIB.

En cuanto a las emisiones del SIN, se estima que las centrales de generación eléctrica habrían emitido 925 mil toneladas de dióxido de carbono (CO2), alcanzando un factor de 71 toneladas de CO2/GWh. Si bien el factor se redujo 30% respecto a 2021, en el período 2014–19, que contó con buena hidrología, promedió 31 tCo2/GWh. Vale la pena recordar que en 2021 se exportaron 2844 GWh (18% de la generación) por un monto de US$ 594 millones, la mayor cifra histórica, principalmente a Brasil, debido al déficit hídrico que atravesó el país vecino. De estos, 34% fueron generados a partir de fuentes fósiles, lo que elevó el factor de emisión ese año.

De cara al futuro: segunda transición energética

La primera transición energética permitió un sistema eléctrico diversificado, de fuentes autóctonas, resiliente, de menores costos y menor impacto ambiental. Ante shocks climáticos como el que vive en la actualidad el país, esto ha demostrado ser particularmente beneficioso. Más aún, cuando se dan en contexto de precios internacionales de petróleo elevados, como ha sido el caso en 2012 y 2022 (112 US$/bbl y 101 US$/bbl respectivamente).

La integración de energías renovables no convencionales (eólica, solar y biomasa) no sólo permitió incrementar la resiliencia de la matriz eléctrica, sino también de la matriz primaria. La segunda transición energética debe buscar ahora expandir estos beneficios (mayor resiliencia, más competitividad, y menor impacto ambiental), continuando con la sustitución de petróleo y derivados en el abastecimiento de la demanda. La electromovilidad y la industria química a partir de hidrógeno verde serán actores clave en este sentido.

(*) Felipe Bastarrica, Lorena Di Chiara, Federico Ferres (Observatorio de Energía y Desarrollo Sustentable de la Universidad Católica).

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