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Toda una galaxia en los fondos marinos uruguayos: ¿cuáles son nuestras estrellas de mar?

Animal marino que lo que tiene de emblemático lo tiene de desconocido; hay 42 especies reportadas y se vienen más.

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<i>Othilia brasiliensis</i>. Fotografiada en el Laboratorio de Zoología Invertebrados del Museo Nacional de Historia Natural por Wilson Serra. Obtenida por personal de la Armada Nacional y Chewirapitá-Mar Azul Uruguay en el Banco del Pez Limón.

¿Cómo se ponen los pantalones las estrellas de mar? Puede parecer una pregunta tonta pero piense en esto: ¿dónde tiene las patas y dónde tiene los brazos?, ¿y la cabeza y el cuerpo? Es complicado. No obstante, científicos uruguayos quieren responder primero preguntas fundamentales como, por ejemplo, cuáles son las especies y dónde habitan en nuestras aguas y cuáles son los peligros que atentan contra su conservación. Sí, porque aquí también hay estrellas de mar y no tienen nada que envidiarles a las caribeñas.

Hasta el momento hay 42 especies de estrellas de mar reportadas para aguas uruguayas. No obstante, eso puede cambiar muy pronto. Fabrizio Scarabino, docente e investigador del Centro Universitario Regional del Este (CURE) de la Universidad de la República, dice a Domingo que posiblemente haya una veintena para ingresar a la lista según avance el estudio de la colección conservada en el Museo Nacional de Historia Natural (MNHN). Algunas de ellas, incluso, pueden ser nuevas para la ciencia.

Este proyecto es reciente porque, a pesar de que hay reportes de ejemplares recolectados desde la década de 1920, de que son unos animales emblemáticos de los fondos marinosy extremadamente intrigantes, su estudio ha recibido poco apoyo. ¿Acaso no le intriga saber más sobre un animal que lejos de estar estático en la arena como usted cree es un depredador temido con el súper poder de partirse y regenerarse para reproducirse? ¿Y qué tal este dato que aporta Scarabino?: “Evolutivamente son muy próximas a nosotros”.

Entre aquellas 42 especies figuran la estrella roja o Anthenoides piercei, una especie subtropical presente a más de 100 metros de profundidad en aguas uruguayas, o la estrella gigante, Perissasterias polyacantha, o la Othilia brasiliensis. Todas muy llamativas a la vista por sus vibrantes colores rojizos o anaranjados. Pero hay otras más discretas como Luidia sp., cuyos colores arenosos le permiten camuflarse en el fondo marino a menos de 50 metros de profundidad.

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Ceramaster patagonicus, no reportada aún para Uruguay. Fotografiada en el Laboratorio de Zoología Invertebrados del Museo Nacional de Historia Natural por Wilson Serra. Obtenida por Agustín Loureiro en el talud uruguayo.

La más abundante (o era y ya lo veremos) es la Asterina stellifera que puede medir hasta siete centímetros de diámetro, tiene brazos cortos (entre cuatro y seis) y está pintada con toques de violeta, gris y rojo. Habita en costas arenosas y rocosas y se encuentra en profundidades de hasta 50 metros. Scarabino está preocupado por ella. Esta especie es muy sensible a los cambios de salinidad de las aguas pero, a diferencia de lo que ocurría hace 20 o 30 años, ya no hay tanta mortandad ante los episodios. “Antes morían muchas, ahora mueren muy poquitas o casi ninguna; es decir, su abundancia bajó mucho. Pensamos que esto tiene que ver con el mal uso que se está haciendo de la costa”, señala a Domingo.

Hoy hay esfuerzos mancomunados entre el CURE, MNHN, Mar Azul Uruguayo y los ministerios de Ambiente y de Ganadería, Agricultura y Pesca para estudiar las especies asociadas a las aguas frías y profundas, en particular, en el talud continental (a 100 millas de la costa; aproximadamente unos 185 kilómetros) y su interacción con los corales, los que, de por sí, forman ecosistemas “muy frágiles y poco conocidos”. En un sentido general, Scarabino cree que saber más sobre nuestras estrellas de mar no solo contribuirá a su protección sino a la de todo el fondo marino.

En un sentido general, Scarabino cree que saber más sobre nuestras estrellas de mar no solo contribuirá a su protección sino a la de todo el fondo marino. Pero, solo centrándonos en ellas, su estudio particular puede derivar en “desarrollos tecnológicos incalculables”. Por ejemplo, son modelos interesantes por su sistema de regeneración para encontrar pistas cómo esa capacidad podría extenderse a nuestro organismo. Lo mismo ocurre en el campo de la química. Las estrellas de mar están repletas de sustancias químicas —muchas de función defensiva— que podrían ser fuente de nuevas medicinas. “Son laboratorios vivientes en el fondo del mar”, resume el investigador.

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Estrella gigante, Perissasterias polyacantha. Fotografiada en la pesca de cangrejo rojo (talud uruguayo). Fotografía Guzmán López.

Seres increíbles.

¿Pero dónde llevan los pantalones? ¿Y qué pasa si quieren usar un sombrero? Estas preguntas abren debates relacionados con la morfología y la anatomía de los animales que, en el caso de las estrellas de mar, son más complejas de lo que parecen. Este animal parte de un disco central del que extiende sus brazos (no patas, por lo que quedan descartados los pantalones). Lo más común es que tengan cinco pero pueden tener hasta 50 como Labidiaster annulatus (que se parece más a un sol). No hay ninguna cabeza visible —y, por lo tanto, no hay lugar para lucir un sombrero— porque las estrellas de mar son en sí mismas una cabeza con brazos. Estudios determinaron que los genes relacionados con la formación del sistema nervioso central se expresan en el interior de cada brazo.

Por otra parte, todo su cuerpo está cubierto de espinas y de pedicelarios que son como pincitas microscópicas que usa para limpiarse. Pero cerca de la boca, la que está en la llamada cara oral y es la que está apoyada sobre el sustrato, tiene los llamados pies ambulacrales que son los que les brindan movilidad. “No son animales corredores pero tienen cierta velocidad, sobre todo cuando van en búsqueda de una presa”, enseñó Mariela Romanelli, técnica curadora de la Colección Nacional de Invertebrados del Museo Argentino de Ciencias Naturales, en una reciente charla que brindó en el MNHN.

Sí, las estrellas de mar son carnívoras y unas muy voraces. Se alimentan, ya sea de forma carroñera o predando, esponjas, anémonas, corales, caracoles, bivalvos, crustáceos e incluso peces. Hasta son capaces de abrir conchas. Lo más llamativo es lo siguiente (y no coma mientras lo lee): “Pueden sacar el estómago hacia afuera y hacer digestión externa y succionarlo para terminar la digestión dentro de su aparato digestivo”, explicó la investigadora. Esto nos lleva a indicar dónde tienen el ano. Este se ubica en el centro de la cara aboral que es la que está hacia arriba, es decir, lo que el turista ve primero al sumergirse en su búsqueda.

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Estrella roja, Anthenoides piercei, especie subtropical presente en el norte de la aguas uruguayas a más de 100 m de profundidad. Fotografía F. Scarabino a bordo del Buque de Investigaciones Aldebarán.
EL SÚPER PODER DE LA REGENERACIÓN: ¿PODEMOS REPLICARLO?

Un hecho llamativo de las estrellas de mar es su reproducción que, según la especie, puede ser sexual (el macho y la hembra liberan sus gametos al agua) o asexual por fragmentación y regeneración de una parte de su cuerpo. En el primer tipo puede ocurrir algo especial: algunas especies tienen la capacidad de incubar sus crías. “Retienen esos huevos fecundados y forman masas de pequeñas estrellitas. Son sus bebés”, enseñó la especialista argentina Mariela Romanelli en la charla en el Museo Nacional de Historia Natural. Algunas lo hacen alrededor de su boca o alrededor de sus espinas. La estrella de mar no se alimenta durante la incubación. En la otra forma reproducción desprenden un brazo de forma voluntaria —en realidad, alcanza con una “mínima porción”— para reproducirse y, en el lugar de ese brazo, va a crecer otro. El nuevo surge bastante rápido: en unos 30 días. Esto es posible a un arsenal de células madre que logran especializarse en las células necesarias para formar un nuevo organismo. “Todavía no está muy estudiada la mecánica molecular de todo este proceso”, apuntó la investigadora.

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