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Leonor Courtoisie: "Para mí escribir es una forma de vida"

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Leonor Courtoisie, actriz, creadora escénica y escritora.
Nota a Leonor Courtoisie, poeta, dramaturga y actriz uruguaya, en Montevideo, ND 20210828, foto Marcelo Bonjour - Archivo El Pais
Marcelo Bonjour/Archivo El Pais

EL PERSONAJE

Es muchas cosas: actriz, directora, escritora. Este año publicó su primera novela, Irse yendo y en 2020 había editado el poemario Todas esas cosas siguen vivas.

Leonor Courtoisie tiene el pelo negro y largo, los ojos que no son ni claros ni oscuros, la cara blanca que parece siempre un rostro de otro tiempo. Nació en 1990 en Montevideo, vivió en muchos lugares pero siempre volvió a uno, la casa de su abuela, la casa del Centro, la casa de la familia, la casa que tenía muchas puertas, una azotea y un patio con un gomero que estaba rompiendo los cimientos de la construcción. Es, también, la casa del libro. De su último libro y su primera novela, Irse yendo, editado primero por el sello español Continta Me Tienes y luego, este año, por Criatura Editora en Uruguay.

En ese libro Leonor escribe cosas como esta: “Las raíces están destruyendo los cimientos de la casa. Dice mi madre que si no cortamos el árbol, se mata”; o “Sería hermoso tener algo para narrar. Pienso en dejarle algo al mundo, así como una posteridad que me recuerde con belleza, pero soy todo caos y enchastre y solo tengo dolor y venganza”; o “Querer morir es algo que me sucede seguido. Cada dos o tres meses, desde que tengo memoria, me quiero morir”.

Un martes a las tres de la tarde, desde la casa en la ciudad de Trinidad, Flores, a la que se mudó en diciembre de 2020, Leonor dice que no sabe dónde - en qué genero- colocar a su escritura. Que no es autoficción porque no le interesa ficcionar nada, que no sabe por qué escribe cosas sobre su vida y su historia, que se dio así, que nunca se lo cuestionó. “No veo un género o una forma. Para mí es muy difícil separar la vida del arte y escribir es una forma de vida. Es una forma de observar el mundo. Si tendría que ponerle un nombre a lo que escribo sería de la vida: escritura sobre la vida, cómo todas las escrituras”, dice. Después se ríe.

En Todas esas cosas siguen vivas, un libro de poemas que editó con Pez en el hielo en 2020, el material es el mismo: la vida. Y en Casi sin pedir permiso, una obra que estrenó en abril de 2019 en la casa de su familia -la casa del patio con el árbol, la casa del libro-, también.

En la mitad de la entrevista, mientras el sol le pega directo en la cara y a veces cierra los ojos, Leonor interrumpe lo que está diciendo sobre su escritura para decir que por la calle de su casa -en la que vive con Diego, su pareja, un perro y una gata que están afuera y a la que le tuvieron que arreglar la humedad- están pasando un anuncio de un curso de escultura. Después, mientras habla sobre el proceso de Irse yendo, para y dice que lo único a lo que no se va a acostumbrar nunca de vivir en el interior es al ruido de las motos, que no sabe por qué las usan así, que cree que es para llamar la atención y que ella es muy sensible a los ruidos.

Y después, mientras cuenta sobre cómo el arte fue parte de su vida desde siempre porque nació en una familia muy grande con muchas personas que se dedican a eso, de la nada se frena y dice que me quiere hacer una pregunta: “¿Qué soy yo para vos, Soledad?”

Para mí Leonor Courtoisie es un misterio. Eso digo.

Ella cree que está bueno eso del misterio pero esperaba una respuesta distinta porque la pregunta, en realidad, era otra: “Si vos tendrías que decir a qué me dedico yo, ¿qué dirías?” Y entonces, se justifica: “Porque suelen decir que soy escritora, actriz y no sé qué. Y creo que nadie se dio cuenta de que yo soy artista. Está bien, estudié muchas cosas pero lo que yo hago es ser artista. Qué difícil es ser artista y qué difícil es decirte artista en Uruguay, sobre todo”.

Escribirse

Leonor Courtoisie, actriz, dramaturga.
Leonor Courtoisie, actriz, dramaturga. Foto: L. Mainé

Leonor dice que cuando no era niña no era del todo niña, que siempre fue como una niña grande. Que tiene varios hermanos pero que con el que más se lleva es con el más chico. Que creció en una familia de muchos primos y que de los primos chicos ella era la más grande y que con los primos grandes ella se comportaba como tal. Que no se recuerda jugando con muñecos. Que quizás se equivoque. Que tenía un primo con mucha imaginación y que inventaba muchas cosas y le hablaba de cosas que ella no sabía y ella se preguntaba cómo era posible que él supiera todo eso y tuviera toda esa imaginación. Que después se dio cuenta de que, claro, a su primo sus padres le hablaban sobre mitos griegos y en su casa su madre miraba a Marcelo Tinelli. Eso recuerda sobre su infancia: que nunca fue del todo niña pero que se la pasaba inventando canciones con cosas que veía por ahí. Ahora sigue haciendo lo mismo: en su casa o en la calle, inventa canciones y las canta en voz alta.

Leonor dice pero no cuenta. Habla de recuerdos de la infancia pero no de cómo fue. Habla de que a los 8 años escribió su primer poema. De que le costó escribir y leer más que a otros niños. De que desde que empezó a hacerlo nunca lo dejó. De que escribe todo el tiempo. Habla de la casa familiar, de que todos o casi todos los recuerdos lejanos que tiene pasaron ahí - navidades, fiestas, cumpleaños- y de que ese espacio era “como un útero, de mucha contención”, habla de que el arte siempre fue una posibilidad de futuro porque a los cuatro años actuó por primera vez ante cámara en un videoclip y porque desde entonces ella supo que eso era trabajar. Habla del Colegio Latino y de que todos sus amigos eran de ahí aunque dice que antes fue a otra escuela pero que de esa no quiere hablar porque fue traumática. Habla de que la adolescencia fue un tiempo espantoso, de que todo estuvo atravesado por la crisis económica y social del 2002.

¿Qué es un tiempo espantoso? Leonor cambia de tema.

Le gustaba el cine. Siempre pensó que todo iba por ahí, hasta que entró a la Escuela Multidisciplinaria de Arte Dramático (EMAD) para estudiar teatro y se dio cuenta de que quizás todo se trataba de buscar otros caminos. “Sigo buscando, siempre sigo buscando”.

Por eso lo de ser artista: porque Leonor es alguien que siempre busca. Y en la búsqueda, crea.

“No sé hacer otra cosa. Me parece que no podría hacer otra cosa. Sí hay cosas que me gustan: me gusta cocinar, me gusta la huerta, me gusta la jardinería, me gusta mucho coordinar clases dar talleres, me gusta el periodismo -en verdad me gustaría más si pagaran bien a todas las personas que trabajan de eso-, me gusta mucho hacer entrevistas, preguntar (NdR: ha escrito para Brecha y para El País Cultural). Pero con el arte es como que ya vivo de esa manera, lo vivo así, es una parte importante de mi vida la creación en general”.

Detrás de todo eso hay estudio, hay formación, hay premios, hay reconocimientos: es egresada de actuación de la EMAD, estudió la Tecnicatura Universitaria en Dramaturgia, está realizando su trabajo final en la Licenciatura en Artes Visuales del IENBA y es estudiante de la primera generación del Diplomado de Escritura Creativa y Crítica Literaria de la UNAM; fue seleccionada para participar del Programa de Dirección Escénica organizado por el Goethe Institut y recibió el FEFCA de creación en la categoría Letras; es miembro del Directors LAB del Lincoln Center Theater de Nueva York; su obra Duermen a la hora de la siesta obtuvo el Premio Nacional de Literatura del Ministerio de Educación y Cultura en Dramaturgia Inédita; recibió el Premio Molière a la creación teatral que otorga la embajada de Francia en Uruguay; fue becaria de Experimenta Sur en Bogotá, realizó una residencia de creación en el Centro Internacional de Artes Vivas de Matadero, Madrid, obtuvo el apoyo de Iberescena para realizar una residencia de escritura en México, estudió dirección y puesta en escena en Buenos Aires con una beca de formación FEFCA, formó parte de los colectivos de creación Traficantes y Telemando; La patria que te parió, su primera obra como directora y dramaturga, ganó el Premio de la Movida Joven de la Intendencia de Montevideo; está al frente de Salvadora Editora, especializada en dramaturgia y además del poemario y la novela, publicó Corte de Obsidiana, una obra dramática.

¿Qué soy yo para vos, Soledad? Debería cambiar la respuesta, decir Leonor es artista, alguien que se dedica al arte, alguien que no puede dejar de crear. Sin embargo, una hora y media después, mientras ella fuma un cigarrillo al otro lado de la pantalla, sigo viendo lo mismo: que Leonor Courtoisie es un misterio.

Sus cosas

El cine. Leonor quería ser actriz de cine. Desde los cuatro años actuó en videoclips, cortometrajes o películas. Una de ellas es Miss Tacuarembó, dirigida por Martín Sastre y protagonizada por Natalia Oreiro. Llegó a ella porque ya había trabajado en un corto de Sastre. Allí interpreta a la hermana Leonor. Entre sus películas preferidas está Pepperminta, de Pipilotti Rist. "Cuando la vi dije 'es todo lo que yo quisiera hacer'". 

Su historia. Su primera novela, Irse yendo, publicada en Uruguay por Criatura Editora y en España por Continta Me Tienes, cuenta, a través de pequeñas historias o reflexiones, una historia en la que todo se destruye, cambia, muta: la casa de su familia, el barrio en el que creció, la ciudad de Montevideo.

Dramaturgia. Está al frente de Salvadora Editora, una editorial especializada en dramaturgia. Dice que todo empezó arriba de un ómnibus cuando, hablando con una amiga, se dio cuenta de que eso era algo que faltaba. “Veía que en Latinoamérica había un montón de pibas jóvenes escribiendo dramaturgia pero desde otro lugar”.

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