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El "lado B" de la Antártida: uruguayos rescatan su pasado indígena

Investigadores uruguayos encuentran evidencias sobre ocupaciones indígenas en la época de la industria lobera.

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Arqueólogos uruguayos en la Antártida
Michael González

Vacío, inhóspito, hostil. Así se describe a la Antártida. Diego Aguirrezábal y Gaspar González quieren que “sin memoria” no sea una opción. Ellos forman parte de un grupo de investigadores uruguayos que buscan rescatar su pasado para mostrarle al mundo que su proceso de ocupación humana tiene raíces indígenas sudamericanas bastante anteriores a la llegada de los exploradores.

Investigaciones anteriores identificaron 35 sitios arqueológicos por todo el archipiélago de las islas Shetland del Sur. El equipo de este arqueólogo y espeleólogo, respectivamente, excavó este último verano en el llamado Tómbolo 2, ubicado al suroeste de la Península Fildes de la isla Rey Jorge. Esto es entre ocho y nueve kilómetros de la Base Científica Antártica Artigas, una distancia suficiente para armar campamento y evitar las caminatas diarias. “El viento te mata y la superficie es muy inestable; no hay vehículo que te pueda llevar hasta ahí”, explica Aguirrezábal a Domingo.

Aquella treintena de sitios es donde se encontraron rastros de refugios de los viejos loberos. Tripulaciones estadounidenses, inglesas y francesas llegaban al continente blanco para cazar lobos marinos, focas y elefantes marinos para luego vender sus pieles y grasa.

Entre fines del siglo XVIII y principios del XIX fue un negocio próspero: se calcula que hasta 1822 se cazaron 1.280.000 lobos de pelo fino en las islas australes, lo que llevó a la especie casi a su desaparición.

Estos hombres aprovechaban farallones o acantilados próximos a las costas, levantaban muros con piedras, usaban las costillas de las ballenas para darle estructura al techo que cubrían con pieles y telas y hasta utilizaban sus vértebras como bancos y mesas.

Los hallazgos en Tómbolo 2 dan fuerza a la hipótesis de los uruguayos: las tripulaciones “eran más heterogéneas” de lo que se ha creído históricamente puesto que incluían población indígena sudamericana. “Hay todo un lado B de esta historia”, anticipa González.

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Excavación en el sitio Tómbolo 2 en la isla Rey Jorge
Michael González

Vidrios y piedras.

Unas botellas y unas rocas ayudan a desentrañar el pasado. Vamos por lo primero. Varias botellas de vidrio —de color negro y origen inglés y manufacturadas durante la época de la industria lobera— rescatadas del sitio, una vez limpiadas y analizadas en el Laboratorio de Arqueología del Paisaje y Patrimonio del Uruguay de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad de la República, dejaron ver modificaciones hechas en sus filos. Estas no son marcas naturales —por ejemplo, por fracturas— sino que son el resultado de una intervención humana altamente calificada para transformar el vidrio en un cuchillo o en un raspador. “Levantamos 120 fragmentos de vidrio, muchos de ellos con retoques, es decir, con un proceso de reciclaje y de reutilización como instrumentos”, apunta Aguirrezábal.

En resumen: es un material moderno y europeo al que se le aplicó una técnica esencialmente indígena por lo que se entiende que fue hecha por personas que estaban ocupando ese campamento. Todavía no hay información suficiente para determinar su origen pero este tipo de reutilización del vidrio se ha observado en sitios de la Patagonia y Tierra del Fuego.

Pero el tema de las piedras sorprendió aún más a los investigadores. En Tómbolo 2 encontraron un instrumento fabricado en riolita, una de las rocas más comunes de la Antártida. No solo eso: también hallaron piedras en etapas previas de fabricación, piedras que ya eran herramientas en sí mismas y desechos.

“Teníamos todo el proceso: la obtención de la materia prima y un conocimiento muy específico”, señala el arqueólogo. Y añade: “Con esto confirmamos que no se trataba de una ocupación solamente europea o de una ocupación indígena efímera; aquí había una gestión de los recursos líticos que requiere una aproximación mucho más cercana al lugar”.

El equipo tiene previsto volver al sitio en una próxima campaña —será la cuarta— para establecer una excavación más grande. Uno de los objetivos es profundizar en el análisis tecnológico de los instrumentos y el armado de los refugios para encontrar conexiones con otros contextos arqueológicos. Otro objetivo es determinar en qué condiciones llegaban los indígenas a la Antártida. Por ahora no se puede pensar que eran esclavos de los europeos puesto que la poca documentación de la época da pistas sobre posibles vínculos comerciales y contractuales entre los dos grupos.

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Equipo de trabajo en sitio de excavación
Michael González
REFUGIO EN CONDICIONES DE SEMISUPERVIVENCIA

La excavación del sitio Tómbolo 2 fue el estudio científico más alejado de la Base Artigas que se ha hecho por uruguayos. Implicó un campamento que replicó los cuidados y preparativos de una expedición de alta montaña y en situación de “semisupervivencia”. Gaspar González, responsable de la logística, cuenta a Domingo que la jornada de hasta 10 horas de trabajo arqueológico se cortaba con estadías frecuentes dentro de los sobres de dormir e ingestas de bebidas calientes para recuperar el calor. “Llega un momento en el que el cuerpo agota sus recursos para generar calor y la única manera es calentarse artificialmente”, enseña. El equipo soportó fríos y vientos extremos.

Más allá de los héroes.

¿Y qué más hay para saber de ese lado B de este continente frío y desolador? Para Aguirrezábal y González es una obligación darle visibilidad a una parte de su historia que ha quedado invisible en los libros de textos. La narrativa de la ocupación humana en la Antártida siempre ha enfatizado lo que se conoce como el “período heroico” (1890-1920): la carrera de ciertas naciones —ninguna sudamericana— por plantar bandera en el Polo Sur geográfico.

Lo recabado hasta ahora “ya está generando ruido”, a juicio de los investigadores, y esperan que se amplifique en la próxima reunión del Comité Científico para la Investigación en la Antártida que se celebrará en Chile en agosto. Apuestan que en un futuro puedan excavar en otros sitios con la cooperación de las bases de otros países para conocer más sobre ese pasado desconocido y complejo de uno de los confines del planeta.

* Un equipo de El País estuvo en la Antártida y en próximos días se publicará un especial multimedia.

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