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De pesar 170 kilos a competir en fisicoculturismo: la inspiradora historia de Sebastián

No tenía problemas de autoestima pero hizo el clic un Día de la Familia en el colegio de su hijo. Entró al culturismo sin querer, sueña con ir a un Sudamericano y de yapa se prueba como actor.

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Sebastián Baranzano obtuvo un segundo puesto en un torneo nacional de fisicoculturismo
Sebastián Baranzano obtuvo un segundo puesto en un torneo nacional de fisicoculturismo

Su vida, dice, ha sido un sube y baja de kilos. Se planteaba metas -funciona a objetivos- como pelear en kick boxing, lograba perder 40 kilos y los recuperaba en días. Sebastián Baranzano (41) llegó a pesar 167 kilos tras la pandemia: había dejado de entrenar, estaba muy complicado laboralmente y canalizaba su ansiedad en la comida. Si alguien en esa época le hubiera vaticinado que sería fisicoculturista, le hubiese dicho que era imposible: “No tenía la voluntad y no se me pasaba por la cabeza porque me sentía bien con mi cuerpo”, asegura a Domingo.

La transformación física y mental se desencadenó 20 meses atrás a partir de una escena en el colegio de su hijo Joaquín, luego de un Día de la Familia. Así lo recuerda: “Todos los padres jugaban en los inflables con los hijos, cuando terminó la jornada, le pregunté a Joaquín cómo había pasado y me contestó ‘pasé bien pero me hubiese gustado más que hubieses jugado conmigo, como todos los padres’. Ese día cambió todo”.

Hoy se apronta para competir en el Campeonato Bonaerense el 13 de octubre con miras a colarse y clasificar al Sudamericano. Está envalentonado porque en noviembre, a un año y monedas de haber comenzado a entrenar y habiendo bajado 67 kilos (de 160 a 93) obtuvo un segundo puesto en el clausura del Campeonato Nacional de Fisicoculturismo, en la categoría Máster + 35.

“En el fisicoculturismo el volumen de masa muscular lo ganás con los años de entrenamiento y la buena alimentación. No es tan fácil para una persona que pasa de ser obesa al culturismo pararse en un escenario a nivel sudamericano. Decidí no competir en junio en Uruguay para poder hacer un aumento de masa, llegar lo más grande que pueda y que no sea presentarse por la experiencia, sino buscando algún resultado”, explica.

El cambio le abrió nuevas puertas al técnico de basquetbol: quedó preseleccionado para roles en la serie Barrabrava (Prime Video) y el filme El beso de la mujer araña (protagonizada por Jennifer López) que se rodarán en Uruguay. Y se probó como personal trainer.

De 0 a 100

Sebastián Baranzano tiene 41 años y es entrenador de basquetbol
Sebastián Baranzano tiene 41 años y es entrenador de basquetbol
Foto: Leonardo Maine

En la escuela, confiesa, sufrió discriminación por su peso; en el liceo la situación se acomodó y no tuvo problemas de autoestima. Sin embargo, ese diálogo con su hijo lo impulsó a llamar a un entrenador que conocía y empezar a entrenar una hora cuatro veces por semana con el único fin de perder kilos.

No hizo dietas: su entrenador prefirió apostar a cambiar los hábitos alimenticios y pasó de comer dos veces por día -una hamburguesa o empanadas a las tres de la tarde, y un café con leche con un refuerzo a la noche- a hacer seis o siete ingestas (consume un kilo y medio de pollo por día, 15 huevos y complementos).

“Me costó más poder comer todo lo que como que dejar las porquerías a deshoras. Llamaba de noche a mi entrenador y le decía: ‘Quique, no puedo más y me quedan dos comidas’. Me decía: ‘Tomá un trago de agua y un bocado’, y así terminaba las porciones. Hasta que me acostumbré y ahora el cuerpo cada tres horas me pide comer, sino me pongo loco”, cuenta.

No se propuso ser fisicoculturista pero en su gimnasio empezó a observar cuerpos, notar resultados y se entusiasmó. Encontró en esa disciplina el reto que necesitaba para no decaer y se enfrascó tanto que a un año de empezar a luchar contra su obesidad se propuso competir.

La competencia es con uno mismo porque no conocés al rival que tenés enfrente. La preparación, dice, es muy sacrificada. Demanda muchas horas, es caro, no hay sponsors y el cuerpo sufre las consecuencias de ser llevado al extremo: “Te dormís en los semáforos o arriba de la bicicleta tratando de aumentar los cardios”, asegura quien el último mes y medio se llevó una cinta y una elíptica a su casa para hacer una hora y cuarto de cardio tres veces al día.

Quiso tirar la toalla tres veces pero la contención de su equipo fue clave para que no se bajara: los días que no entrenaba lo hacían ir al gimnasio a charlar y su entrenador lo llamaba todo el tiempo para saber cómo se sentía. “A veces llegás a tu categoría y no hay nadie, y no es que saliste primero porque no competiste contra nadie, saliste primero de 100 o 150 que iban a ir y no fueron porque las cabezas les explotaron antes: porque no aguantaron más y se comieron un refuerzo o una milanesa, o el cuerpo sufrió tanto estrés que se lesionó. Hay muchas situaciones que pasan previo a subirte al escenario”, remata.

Sorpresas y sueños por cumplir

Hizo cuatro años de teatro en el Liceo Lourdes y actuó en un par de obras en la adolescencia pero, a la hora de elegir, priorizó el deporte (es entrenador de basquetbol) frente al arte. Le quedó la sangre en el ojo y aunque llevaba años anotado en las mismas agencias, nunca lo habían convocado para audicionar. “Actualicé el perfil, me empezaron a llamar, hice varios castings y quedé preseleccionado para un rol en la serie Barrabrava, otro en El beso de la mujer araña (no me dijeron qué voy a hacer todavía) y para hacer de doble del protagonista en una película que aún no sé cuál es”, cuenta sin poder creerlo.

No descarta estudiar actuación si sus otras actividades se lo permiten -es coordinador en Defensores de Maroñas y agente viajero- y anhela que surjan más proyectos del estilo. “Me gustaría tener más oportunidades y poder dejar cierto trabajo porque prefiero irme a un set en vez de sentarme en un escritorio”, confiesa.

La actuación no fue la única puerta que se le abrió a raíz de este cambio de vida: tiene seis alumnos particulares a los que entrena y está feliz con ese nuevo rol. Aclara que no trabaja con personas que aspiran a ser fisicoculturistas sino que lo suyo pretende ir más por el lado del sostén a nivel de compromiso: “Ellos quieren estar más saludables y vieron un ejemplo en mí, que logré bajar”, expresa.

Está convencido de que el fisicoculturismo le dio muchas herramientas para el trabajo del cuerpo porque implica exigir el físico al máximo, y por ende, ser consciente de cada movimiento y ejercicio: “Si bien no soy profesor de Educación Física, tantos años en el deporte y estos 20 meses de tanta exigencia física me permiten poder colaborar para que las personas puedan estar más saludables, se sientan contenidas desde lo anímico y estén acompañadas por alguien que atravesó el mismo proceso”.

Se siente orgulloso del logro y confiesa que le costó más darse cuenta de que era el mismo que veía en el espejo y retomar su esencia (cambiar de hábitos también le repercutió en la personalidad) que bajar los kilos: “Te empezás a ver de otra manera, entonces tu autoestima cambia. Hasta que no podés manejar el ego te creés que sos Dios y en realidad sos el mismo, ahora más flaco”. Y reflexiona: “Te hace revisar un montón de cosas, ¿por qué ahora tengo estas oportunidades y antes no? Si era la misma persona, con los mismos valores y las mismas ganas”.

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