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Sufrir estrés a diario influye en la salud cardiovascular: ¿cómo combatirlo para cuidar del corazón?

Estar estresado es un factor de riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, por lo que es conveniente tomar medidas para intentar dejar de sentirse de esta manera.

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Hombre con un dolor en el pecho.
Hombre con un dolor en el pecho.
Foto: Freepik

Redacción El País
El estrés es reconocido en la actualidad como un factor de riesgo considerable para el desarrollo de enfermedades cardiovasculares y puede actuar como un catalizador en la aparición de eventos cardíacos agudos, como el infarto de miocardio.

Sus efectos son variados y no solo incluyen un impacto considerable en los aspectos psicológicos del individuo, sino que también pueden provocar respuestas fisiológicas directas tales como la constricción de los vasos sanguíneos, el aumento de la presión arterial y un incremento en la propensión a la formación de coágulos, todos ellos factores que potencian el riesgo de sufrir enfermedades cardíacas.

Asimismo, el estrés afecta indirectamente al organismo al influir negativamente en los hábitos de vida de las personas, incrementando la dificultad para mantener un estilo de vida que promueva la salud cardiovascular.

La presencia de estrés en la vida cotidiana puede ser un detonante de numerosas alteraciones en la salud cardíaca. Estas incluyen, pero no se limitan a: arritmias cardíacas, episodios de hipertensión arterial aguda, insuficiencia cardíaca, infartos y descompensaciones metabólicas como la diabetes. Todas estas condiciones reflejan la importancia de reconocer y tratar el estrés como un elemento a controlar.

Estrategias para controlar el impacto del estrés en la salud cardiovascular

Para contrarrestar los impactos negativos del estrés en el corazón, existen diversas prácticas recomendadas por la Comisión Honoraria para la Salud Cardiovascular.

Entre ellas, se destaca la importancia de garantizar un sueño adecuado, que idealmente no sea inferior a las 7 horas diarias.

Además, es fundamental mantener una alimentación equilibrada, evitar la omisión de comidas y limitar el consumo del tabaco, la cafeína y el alcohol.

Existen también métodos de manejo del estrés que pueden adoptarse. Estos incluyen el apoyo social, el ejercicio físico y la terapia. Esta última debe ayudar al individuo a identificar y abordar las fuentes de estrés en su vida, y a desarrollar mecanismos para afrontarlas, de modo que permitan mantener la presión arterial y el riesgo de afecciones cardíacas isquémicas en niveles más bajos.

Mientras que estas prácticas son beneficiosas para el control del estrés y, por ende, para la salud cardiovascular, es importante enfatizar que se integren como parte de un estilo de vida saludable y sostenible a largo plazo. La prevención del estrés y un manejo efectivo de este son componentes clave en la promoción de una vida cardiosaludable.

Este contenido fue hecho con la asistencia de inteligencia artificial y verificado por un periodista de El País.

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