Redacción El País
El "burnout" o agotamiento laboral no es una enfermedad, pero fácilmente puede derivar en una si no se controla. Quien lo sufre padece de un desgaste físico y emocional fruto del estrés crónico que se instaló y que puede transformarse en diversas patologías físicas o mentales. Pero además, el llamado "síndrome del trabajador quemado" afecta también al entorno. No es contagioso, claro, pero compartir muchas horas del día con alguien que está en ese estado, no será beneficioso.
La psiquiatra española Rosa Molina afirma que "el síndrome de agotamiento profesional o de 'burnout' se refiere al cansancio emocional, que lleva a una pérdida de motivación que suele progresar hacia sentimientos de inadecuación y fracaso" y agrega que "se instaura de manera paulatina en el contexto laboral".
"A veces no es posible cambiar las condiciones laborales y aunque no es contagioso, sí puede favorecer el malestar del resto", acota la profesional, que enumera en su cuenta de Instagram cinco puntos que pueden ayudar a evitar la afectación generalizada:
- Crear un buen ambiente grupal donde los compañeros de trabajo se apoyen. Por ejemplo, ofrecer ayuda con tareas difíciles, proporcionar retroalimentación constructiva, agradecer.
- Promover la comunicación en torno a las preocupaciones y desafíos laborales, ayudará al sentido de comunidad. ¡Cuidado con quedarse en la queja!
- Trabajar juntos para identificar soluciones creativas y formas de mejorar las condiciones laborales dentro de los límites de lo factible.
- Establecer límites claros entre el trabajo y la vida personal, incluso cuando las condiciones laborales son desafiantes y animar a los compañeros a hacerlo también.
- Practicar hábitos saludables de autocuidado. Ejemplo: ejercicio regularmente, dormir suficiente, alimentarse bien y tomarse descansos.
Molina apunta además que no se debe olvidar la consideración de pedir ayuda profesional, en caso de que la situación se torne compleja. Lo mismo recomienda Mayo Clinic, que provee una serie de preguntas que ayudarán a determinar si una persona tiene agotamiento laboral:
- ¿Cuestionas la importancia de tu trabajo?
- ¿Te arrastras al trabajo y tienes problemas para empezar?
- ¿Te sientes aislado de tu trabajo y de tus compañeros de trabajo?
- ¿Has perdido la paciencia con tus compañeros de trabajo o con los clientes?
- ¿Te falta energía para hacer tu trabajo de forma correcta?
- ¿Te cuesta concentrarte en el trabajo?
- ¿Sientes poca satisfacción por lo que haces?
- ¿Te sientes decepcionado con tu trabajo?
- ¿Dudas de tus habilidades y capacidades?
- ¿Recurres a la comida, las drogas o el alcohol para sentirte mejor o adormecer tus sentimientos?
- ¿Han cambiado tus hábitos de sueño?
- ¿Tienes dolores de cabeza, problemas estomacales o intestinales, u otros problemas físicos sin causa aparente?
"Si respondiste afirmativamente a cualquiera de estas preguntas, es posible que tengas agotamiento laboral. Piensa en hablar con un profesional de atención médica o un profesional de la salud mental. Estos síntomas también pueden vincularse con otras enfermedades, como la depresión", agrega la prestigiosa institución de salud.
Enfermedades causadas por el estrés
El mundo moderno caracterizado por un ritmo de vida acelerado, una variedad de demandas constantes y la tecnología, se ha convertido en el entorno propicio para el surgimiento del estrés. Esta es una realidad omnipresente que logra traspasar cualquier tipo de barrera en la sociedad contemporánea, pues afecta a personas de todas la edades y estilos de vida. Desde las presiones laborales hasta preocupaciones familiares y sociales, el estrés puede manifestarse de diversas formas, causando así un impacto significativo en la salud física y mental.
Esta es una lista de las enfermedades que puede ocasionar:
- Hipertensión: Cuando una persona experimenta estrés, el cuerpo libera hormonas, como el cortisol y la adrenalina en el torrente sanguíneo. Estas hormonas tienen efectos fisiológicos que pueden elevar la presión arterial.
- Hiperglucemia: Contribuye al aumento de los niveles de glucosa en sangre. Si el estrés es crónico o recurrente, estos cambios en los niveles pueden tornarse más pronunciados y prolongados, incrementando así el riesgo de desarrollar hiperglucemia en personas con diabetes o predisposiciones a la misma.
- Enfermedades cardiovasculares: Además, de incrementar la presión arterial, también eleva los niveles de colesterol, aumentando así el riesgo de desarrollar enfermedades cardíacas, como la enfermedad coronaria y accidentes cerebrovasculares.
- Dolores crónicos: El estrés puede aumentar la sensibilidad al dolor y contribuir al desarrollo de condiciones de dolor crónico, como cefaleas agudas, migraña, fibromialgia y tensión muscular crónica.
- Neuralgias: El estrés excesivo puede originar una respuesta inflamatoria en el cuerpo e incrementar la sensibilidad del sistema nervioso, lo que puede hacer que las personas sean más propensas a experimentar o agravar el dolor neural.
- Trastornos gastrointestinales: El estrés puede derivar en problemas, como el síndrome del intestino irritable, úlceras estomacales, acidez estomacal y diarrea.
- Supresión del sistema inmunológico: Esta reacción prolongada puede debilitar el sistema inmune, haciéndonos más susceptibles a infecciones virales y bacterianas.
Los profesionales de la salud mental recalcan la importancia de ocuparse del burnout en caso de que aparezca, ya que si no es atendido puede derivar en enfermedades o adicciones difíciles de controlar.