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La Tota y la Porota

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El problema que tenemos hoy en Uruguay es que muchas opiniones de algunos expertos en ciencias sociales se parecen demasiado a los chimentos de Tota y Porota.

En los 90 hubo un programa televisivo exitoso con Jorge Porcel y Jorge Luz llamado "La Tota y la Porota". Se trataba de dos señoras de barrio que se encontraban en la vereda a chismorrear de la vida.

En cualquier conversación de Tota y Porota el nivel de análisis no podía pasar de prejuicios y lugares comunes dichos como afirmaciones contundentes. Llevados a otros ámbitos muy usuales, sus contenidos podían ser parecidos a lo que ocurre en una conversación de boliche o en un asado entre amigos: no se precisa mucha capacidad de abstracción ni reflexiones profundas para chismorrear en paz.

Ahora si lo que se busca son análisis sesudos debiera de escucharse a gente instruida, que ha estudiado ciencias sociales por ejemplo, y que sobre todo sean profesionales en la materia. Profesional quiere decir que las más de las veces esa gente recibe un muy buen salario público de la Universidad, por ejemplo, para dedicarse exclusivamente a pensar y estudiar, para luego volcar opiniones fundadas e inteligentes en el espacio público. Con ellas se podrá estar de acuerdo o no, pero siempre se las valorará como bien argumentadas y propias de expertos.

El problema que tenemos hoy en Uruguay es que muchas opiniones de algunos expertos en ciencias sociales se parecen demasiado a los chimentos de Tota y Porota. Hay así muchos ejemplos de comentarios vacíos conceptualmente o de medias verdades que además, las más de las veces, ofician de munición para la defensa del gobierno del Frente Amplio. Porque siempre es bueno tener presente que estas Totas y Porotas de las ciencias sociales, a pesar de querer parecer objetivas, en realidad son visceralmente frenteamplistas.

Una reciente ilustración refiere a comentarios sobre nuestra excepcional temporada de verano. Doña Tota constata que los balnearios están repletos, que hay colas interminables para hacer las compras y que se agotan productos básicos como el pan y la leche. Concluye, con afán frenteamplista, que o están todos locos o en realidad los medios de comunicación y la oposición han querido vendernos un tranvía con aquello de que la fiesta se había terminado y que el país estaba muy mal.

Porota asiente y juntas se pierden luego en arriesgadas aventuras en algún monte autóctono de Rocha.

Si estos especialistas fueran serios y respetaran la importancia de su tarea intelectual no se dejarían llevar por las primeras impresiones de una excelente temporada para afirmar que en el país "la alegría sigue". Tomarían distancia de esa realidad que parece tan auspiciosa, para aportar alguna luz esclarecedora sobre profundos y verdaderos procesos sociales de los cuales forma parte.

En efecto, se sabe que ha habido un aumento fenomenal en esta década de los servicios turísticos, al punto que en 2016 Uruguay recibió casi 3 millones de visitantes extranjeros. En general, el turismo crece en todo el mundo sin parar desde hace medio siglo y está relacionado estrechamente con una mejor calidad de vida, sobre todo en Occidente. En este contexto, esta década de crecimiento en todo nuestro continente, y en particular en Argentina, fue positiva para nuestra actividad turística en general.

Además, el cambio de administración de 2016 en la Casa Rosada nos benefició y la relación de precios con nuestros vecinos nos es hoy muy favorable por primera vez en mucho tiempo. Eso explica en gran parte el éxito de esta temporada. Pero también explica que muchos uruguayos que antes podían viajar al exterior de vacaciones prefieran ahora veranear en nuestros balnearios. Es por ello que tantos lugares que tradicionalmente reciben sobre todo al turismo nacional estén a tope en las semanas más fuertes de la temporada.

¿Alcanza entonces con este boom del verano para decir que la "alegría sigue" y recriminar a un presunto contubernio de la oposición con los medios de comunicación de mentir sobre la realidad del país? Para la científica social Tota sí, claro. Sin embargo, el dato que falta conocer es si hay realmente muchos más uruguayos que se tomen vacaciones en este verano con respecto a años anteriores. Porque, a priori, con un ingreso promedio per cápita corriente sin aguinaldo y sin valor locativo estimado por el INE para octubre de 2016 en $ 19.000 al mes, cuesta pensar que en este 2017 mucha más gente que antes haya podido disponer de recursos para veranear, gastar y divertirse.

Las cientistas Tota y Porota, felices, salieron de vacaciones con sus amigos. Pero si ellas fueran más allá del chimento, sabrían que su universo social no representa a las grandes mayorías populares.

EDITORIAL

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