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"Acá es donde no podemos fallar"

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En la casa-sala de ensayo-estudio de grabación que No Te Va Gustar, tiene en Pocitos, hay poco movimiento en una mañana de muchísimo calor. En un rato, viene toda la banda a ensayar para una ocasión siempre especial para todos: un concierto en Montevideo. Será el 21 de marzo en el Velódromo, una locación que les es familiar y que, a pesar de ser la banda más popular del Río de la Plata, aún les es un desafío importante. De eso y de otras cosas habló Emiliano Brancciari con El País.

—Ustedes han hecho una larga carrera que los llevó de tocar en pequeños lugares —hace ya mucho, es cierto— a este presente donde no sólo harán un Velódromo en Montevideo sino que también dos estadios de Vélez Sarfield en Buenos Aires. Después de todo eso, ¿cómo se lleva con su ego?

—No tengo mucho problema en ese sentido porque el grupo controla el ego de cada uno de sus integrantes. Siempre tratamos de bajar a tierra a quien sea y por la pavada que sea, si se anda peliculeando. No tenemos grandes problemas en ese sentido porque siempre la regla fue no despegar los pies de la tierra pasara lo que nos pasara. Así que si grupalmente ya es así, individualmente también tiene que serlo.

Además todo fue muy gradual y paulatino: cuando las cosas empezaron a ir bien en Montevideo, no éramos nadie en el interior, y después no éramos nadie en Argentina. Así fue a cada lado que fuimos: no nos conocía nadie y empezamos a ir a pelearla y a convencer a la gente tocando, sin un aparato atrás que nos apoyara. Eso siempre ayuda a no creerte más de lo que sos. Y nos sigue ocurriendo hoy con 20 años de carrera, porque sí, tocamos en Vélez pero a la semana vamos a estar tocando en Costa Rica no sé para cuánta gente y en México para 3.000 personas y en otro lado para 150. La banda sabe adaptarse al status del grupo en cada territorio.

—Y para usted como compositor, ¿cómo cambia escribir canciones para el público aquel de sus primeros años o para la masividad actual? ¿Cómo lo cambió como artista?

—Hay cosas que son sin pensar porque donde pensás perdés. Si crees que tenés la fórmula para la masividad en algo que vos estás haciendo de corazón, le estás errando. La idea es, a la hora de componer, cerrarse en lo que uno más le gusta, o en lo que a uno lo motiva y que esa antifórmula" haya funcionado, da confianza. Obviamente que la presión existe porque tenemos un montón de familias viviendo de esto y construimos un monstruo tan grande en infraestructura al que ahora hay que sostener.

Pero creemos que la mejor forma de hacerlo es dar algo de calidad en los shows, ya sea para miles o para cien y tratar de no tener presiones a la hora de grabar o componer. Sí a la hora de elegir un corte de difusión, por ejemplo. Antes teníamos una actitud más rockera de elegir el simple que más nos gustaba o el que pensábamos que representaba al disco aunque fuera el más raro. Después nos dimos cuenta que nos perjudicábamos nosotros. Y que un simple sirve para que nos escuche mucha más gente y que así se conozca el resto del disco. Más con un público tan amplio como el nuestro.

—Usted lo cuenta como que todo se dio de forma natural pero ¿hubo un momento en el que se percataron que esto estaba creciendo muchísimo?

—El único momento que vimos algo así fue en Argentina , cuando nos pasó en ciudades del interior de sentirnos agobiados por la cantidad de gente que había afuera de un hotel por ejemplo...

—Tipo beatlemanía...

—Sí. Se volvió incontrolable. Antes llegábamos a un hotel, íbamos a comer al bar de la esquina, nos sacábamos una foto, dos fotos y volvíamos. Y de repente no se pudo hacer más eso.

—¿Su grado de masividad en Argentina es del tipo no se puede salir a la calle?

—Sí, es así.

—El trato con los fanáticos es distinto en Uruguay...

—Sí, pero igual cambió acá. La gente se está animando más a pedir una foto. Igual salgo y me piden una decena de fotos. En Argentina es distinto: una vez que paraste se te acerca todo el mundo. Eso pasa más en las ciudades del interior donde ya saben que estamos en la ciudad. En Buenos Aires, quizás, pasamos más desapercibidos.

—¿Cómo es la energía que recibe un artista cuando por ejemplo se enfrenta a un público de 50.000 personas?

—Es un bombazo de adrenalina, un ida y vuelta que está buenísimo. Igual no deja de volverse más impersonal porque terminás viendo una masa. No te genera lo mismo que tocar para 300 personas a a las que tenés ahí mirándote la cara y vos mirándolos a ellos. Es mucho más difícil. Tocar para mucha gente termina siendo más fácil.

—Pero lo imagino agotador...

—Llega un momento que se hace natural. Son agotadoras otras cosas.

—¿Por ejemplo?

—Es agotador todo lo que pasa antes de llegar a eso: los tiempos de espera, los viajes, los aeropuertos. En el momento del show se te olvida todo.

—¿Compone pensando en un disco?

—Yo hago canciones y después elegimos cuáles ponemos en el disco considerando un montón de factores por ejemplo, para que no hayan en el mismo disco cosas muy parecidas.

—O sea que hay canciones viejas esperando su oportunidad de aparecer.

—En el último, por ejemplo, Viajando sin espada es una canción que no entró en el anterior disco.

—Es la canción en la que participa Hugo Fattoruso, ¿era eso lo que le faltaba?

—No. Habíamos hecho una preselección en una votación y algunos no la pusieron en la lista y entonces no quedó. Pero después que la empezamos a grabar y cuando la canción la pidió un invitado ahí lo llamamos.

—¿Cómo es su manera de componer? Escribe primero la letra después la música...

—No tengo una fórmula. Antes sí, era primero la música pero ahora puedo escribir algo en un viaje y después agregarle la música. O hacerlo al revés.

—A veces pienso que, por cómo están planteadas, sus canciones son siempre autoreferenciales, pero mirándolas con atención de ser así sería algo así como un caso de múltiple personalidad. ¿Desde dónde habla como compositor?

—En muchos casos es autoreferencial pero he tenido que encontrar alternativas que me diviertan para componer porque no quiero que la gente piense que todas esas cosas me pasan a mí. Algunas sí pero no todas.

—Pero si hay una cosa clara es que con sus letras se sienten identificada gente de todo tipo. ¿Le soprende cómo se produce esa magia?

—Sí. No hay una explicación. Quizás ayude que es un vocabulario bastante simple: yo escribo como hablo.

—¿Y quiénes son sus referencias como compositor?

—Miles. Pero voy por mi camino aunque debo tener cosas de muchos desde lo que más me gustan a los que menos.

—Usted hablaba hace poco de la crítica. Ustedes han recibido críticas negativas en Uruguay. ¿Cree que están basadas en cierto recelo hacia esa sencillez y, encima, a su popularidad?

—Eso viene por el lado de lo popular. Nos pasó toda la vida. Cuando empezamos a tocar —y cuando para mi gusto mis composiciones eran muy pobres— éramos simpáticos y los más buenos. Pero a medida que fuimos creciendo, las cosas fueron cambiando. Siempre a lo popular se lo mira con recelo, como si algo que le gusta a todo el mundo, valiera menos.

—El año pasado, todas las bandas más importantes del rock uruguayo sacaron muy buenos discos: ustedes, La Vela Puerca, el Cuarteto de Nos, Buitres y La Tabaré. ¿Cree que el rock uruguayo llegó a su madurez?

—Sí. Más allá de que se vivió una burbuja de masividad en la primera década de 2000, creo que ahora la vara se subió a nivel de sonido, de shows, de producción y también cambiaron los objetivos. Un adolescente que empieza a tocar ahora tiene en qué verse reflejado si su objetivo es vivir de la música, algo que cuando empezamos a tocar no existía. Más allá de que no hay tantos lugares para tocar.

—¿Con qué se va a encontrar su público en el recital del Velódromo, el 21 de marzo?

—Estamos intentando y esperamos poderlo lograr, que sea un show de nivel internacional. Siempre tratamos de superarnos show a show pero en Montevideo la gente nos conoce y por eso queremos que se sorprenda. Acá es donde más nos sentimos observados y donde no podemos fallar.

Por eso vamos a tener una propuesta bastante importante a nivel visual. Va a ser un show largo. Al principio pensábamos no tocar todo el disco pero después vimos que es un disco re-tocable y lo queremos tocar todo. Además van a estar los clásicos y alguna canción vieja: tenemos un repertorio de más de 30 canciones. Y habrá invitados que van a estar en varias canciones como Martino, Hugo Fattoruso y un coro de murga. Esperamos sorprender.

—Usted es bastante uruguayo para ser argentino, ¿no?

—Lo que pasa es que viví toda mi adolescencia en Uruguay. Me gusta ser las dos cosas. Guardo cosas de Argentina y me gusta ser argentino pero el hecho de tener una madre uruguaya y haber vivido acá, me hace distinto.

—¿Y en Argentina lo identifican como argentino o como uruguayo?

—La banda es uruguaya y la identifican como tal con un cantante argentino. Y eso es un poco lo que es.

Una banda de las dos orillas

n Emiliano Brancciari nació en Munro, provincia de Buenos Aires, en octubre de 1977. En 1989, el divorcio de sus padres lo trajo a vivir a Uruguay con su madre y es por eso que se siente, dice, tan argentino como uruguayo. Junto a Pablo Abdala y Mateo Moreno formó No te Va Gustar en 1994. En 1999 editaron su primer disco, Solo de noche que incluía uno de sus primeros clásicos "No era cierto". Desde entonces, la banda ha sacado otros siete discos de estudio (el último es El tiempo avanza otra vez) algunos en vivo y hasta una película, El verano siguiente. De la formación original solo quedan en la banda Brancciari y el percusionista Gonzalo Castex. Hoy son la banda más popular en Argentina donde para abril los esperan dos estadios de Vélez Sárfield.

Un disco con productor e invitado de lujo que confirma una fórmula muy exitosa

El tiempo otra vez avanza, el nuevo disco de No Te Va Gustar que tendrá su presentación en el concierto del Velódromo es la confirmación de la fórmula de la banda. Un pop rock cada vez más asentado que fueron afinando disco a disco. Aunque cada uno tendrá su propio album favorito entre los ya ocho de la banda, El tiempo otra vez avanza es un disco de madurez. No sólo por las letras sino por la capacidad de la banda de encontrarle la vuelta a un sonido propio.

La producción del disco es de Joe Blaney, lo que pone a la banda en la liga de artistas argentinos que recurrió a ese hombre cuyo prestigio se remonta a haber participado en sesiones de artistas internacionales como The Clash o haber producido la mejor etapa de números rioplatenses como Charly García y Andrés Calamaro.

"Blaney influyó mucho en el producto final", dice Emiliano Brancciari. "No en la parte artística: ahí nos dejó trabajar porque aunque nos dio una pauta de trabajo nos respetó mucho como artistas".

En lo que sí ayudó, dice el cantante y compositor, "fue en el concepto de grabar en vivo, algo vital en este disco", además de aportar "muchísimo en el sonido porque tocaba tres perillas y la batería quedaba sonando como en discos que nosotros considerábamos de cabecera".

Tocar en vivo en el estudio, además, dice "nos tenía en foco". Y esa complicidad de saber que si alguien se equivocaba había que empezar todo de nuevo ayudó muchísimo.

Blaney, además, permitió que la lista de invitados incluyera a Charly García a quien le produjo —por nombrar uno— su disco clásico "Clics Modernos". "Charly vino a saludar a Blaney y nos quedamos hablando y tomando vino", dice Brancciari. "Ahí le mostramos lo que estábamos haciendo y a los pocos días vino a grabar".

El resultado se puede escuchar en el primer simple del disco, "Comodín. "Louder" (o sea "más fuerte") ordena García al comienzo de la canción y como cumpliendo la orden, la banda se manda un clásico instantáneo para su repertorio. Así de sencillo.

vea el videoFERNÁN CISNERO

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