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Onetti, cien años después

| En el año del centenario del nacimiento del Cervantes uruguayo, Omar Prego reedita y amplía el perfil del creador de El Pozo, bajo una máscara de hosquedad.

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El País

L.G

Y yo qué tengo que ver con eso?" Así respondió Juan Carlos Onetti a la pretensión de Omar Prego Gadea de escribir una biografía sobre él. Era fines de 1984. Ambos tenían varias cosas en común: eran uruguayos, escritores, periodistas y -por entonces- el carácter de exiliados. Prego poseía también un lujo reservado para muy pocos: era amigo personal del ganador del Premio Cervantes 1980, único autor uruguayo que ha recibido tal distinción. Sin embargo, no se salvaba de los arranques temperamentales del maestro, que ya llevaba nueve años viviendo en Madrid. "Hacé como yo. Inventá. Yo no te voy a desmentir", dio por terminada la conversación el creador de Santa María, el Macondo uruguayo, antes de volver a su libro.

Este es un año de aniversarios "redondos" para el autor de El pozo, El astillero, Juntacadáveres y Cuando ya no importe. El próximo primero de julio se cumplirán 100 años de su nacimiento en Montevideo; antes, el 30 de mayo, se habrán cumplido quince años de su muerte en Madrid, ciudad donde vivió las últimas dos décadas de su vida, y de donde no volvió desde el inicio de su exilio, en 1975. Este "será sin duda un año Onetti. Para algunos, para descubrirlo, para otros para continuar escudriñando la complejidad insondable de su obra", escribe Prego en el sexto capítulo -Addenda a la segunda edición- de Onetti, perfil de un solitario (Banda Oriental).

Es la segunda edición de este libro que vio la luz por primera vez en 1986. Onetti todavía no había iniciado su reclusión voluntaria en su cama, de donde casi no salió durante los últimos cinco años de su vida, donde trabajaba, comía y fumaba, con pausas cada vez más espaciadas para salir a la terraza cuidada por su esposa Dolly (Dorotea Muhr), sobre la avenida América de Madrid. También faltaban ocho años para su muerte, que sumió al país en una doble sensación de dolor por la pérdida irreparable por un lado, y de rechazo por no admitir que una de sus plumas mayores, sino la mayor, no había querido regresar a Uruguay aún cuando ya había terminado la tiranía dictatorial. Esa addenda de esta nueva edición "es una puesta al día de los últimos años de Onetti, una adecuación a su obra, una reseña de sus últimos trabajos (Cuando ya no importe, su última novela, fue publicada en 1993), y a todo lo que se escribió sobre él posteriormente", señala Prego, quien también le realizó correcciones a los primeros capítulos de la obra.

El libro, de 112 páginas, incluye fotos inéditas del escritor, con su familia y con los Prego. La cercanía del autor del libro con Onetti es la gran explicación de que ese perfil haya sido editado y ahora reeditado. Más allá de que es notorio el conocimiento de la obra de Juan Carlos Onetti por parte de Omar Prego, lo más rico del texto es la descripción del ser humano tras la fachada de un hombre "áspero, parsimonioso, huraño y, finalmente, taciturno", como lo describiera en 1965 Luis Harss, reconocido cronista de la literatura hispanoamericana (y para muchos responsable del "boom" de autores de este lado del mundo por aquellos años).

Esa descripción de Harss tiene que ver con el primer encuentro de Onetti con Prego, en el invierno de aquel año. La reunión comenzó con toda la frialdad y distancia que podía poner un hombre como Onetti, y terminó con el inicio de lo que fue una larga amistad.

"Onetti es también consciente de la existencia de ese personaje Juan Carlos Onetti, que ha ido produciendo sin deliberación, poco a poco, como si fuera el fruto de un largo rechazo. Creo que ese es el sentido que debe atribuirse al retrato de Onetti por Onetti de La vida breve (1950), que no tiene nada de narcisista, pero que puede compararse a la obsesión de Piero della Francesca. Tal vez sea, en definitiva, una forma de establecer una distinción entre el Onetti que escribe ficciones y el Onetti que padece la vida" (página 17).

Prego sigue sosteniendo que, de la misma forma que se autodefinía Jorge Luis Borges, Onetti era un ser humano detrás del escritor y toda esa leyenda tejida en torno a él. También está convencido de que el paso del tiempo ha ido minando el resentimiento generado por su negativa a volver al país desde Madrid, hasta derrumbarlo completamente. "Hoy el resentimiento desapareció. Ahora lo que se ve es un redescubrimiento que se va a incentivar por los muchos reconocimientos a su obra que se están haciendo y se harán este año a nivel institucional. Estoy seguro que a partir de ahora Onetti va a terminar de convertirse en lo que siempre fue: el gran escritor uruguayo del siglo XX, y de este siglo, y de los que vendrán", sostiene hoy el autor de este perfil.

Niño habitante de los barrios Sur, Pocitos, Cordón y Colón de principios del siglo pasado; joven residente en Buenos Aires donde combinó sus primeras críticas de cine y cuentos con trabajos varios, como el de vendedor y mozo; de regreso en Montevideo, periodista en Marcha y Reuters; de nuevo en la capital argentina, secretario de redacción de varias revistas; casado en cuatro oportunidades; Periquito el Aguador y Groucho Marx; el perfil, actualizado, cumple con creces con el objetivo de encontrar al hombre, no al personaje, bajo su máscara de hosquedad.

"El día que recibió el Premio Cervantes, mi mujer lo llamó por teléfono a Madrid para felicitarlo. `Tengo la casa llena de gente y de periodistas`, le informó Juan. `¿Y qué les estás diciendo?`, insistió con alarma mi mujer, que lo conoce bien. `¿Y qué querés que les diga? Pavadas`, concluyó Onetti" (páginas 24-25). Esa fue una reacción habitual de un hombre que no gozó de la fama y fortuna de sus contemporáneos pese a ser uno de sus representantes de mayor talento, alguien que aceptó "haberse quedado en el andén de Santa María mientras los escritores latinoamericanos que edificaron eso que dio en llamarse el boom, saltaban a los barcos y aviones con las maletas atestadas de éxitos futuros", como escribió Prego, quien aún extraña a su amigo.

Autor y amigo confidente

Omar Prego Gadea nació en Cerro Colorado, en el departamento de Florida, el 17 de junio de 1927.

Entre su currículum periodístico se incluye Marcha (1952-1956), El Diario (1962-1972) y, ya en el exilio en París, en la Agencia France Presse.

Además del perfil de Onetti, Prego escribió junto a su esposa, María Angélica Petit, otro libro sobre el ganador del Cervantes, Juan Carlos Onetti o la salvación por la escritura (1981), con un enfoque de crítica literaria. Entre su obra se destacan los libros de cuentos Los dientes del viento (1969), Sólo para exiliados (1987) y El sueño del justo (1998), y las novelas Último domicilio conocido (1990), Para sentencia (1994), Nunca segundas muertes (1995), Delmira (1996) e Igual que una sombra (1998). En cinco oportunidades fue premiado por el Ministerio de Educación y Cultura, recibió el Premio Municipal de Literatura en 1991 y en 1995 el primer premio del diario El Espectador de Colombia en el concurso Juan Rulfo de París, por el cuento El día que me quieras.

El segundo encuentro entre Omar Prego y Juan Carlos Onetti fue mucho más grato que el primero. Fue en el verano de 1972 en el balneario La Floresta. El primero se sorprendió de encontrar al segundo tirado en la arena, leyendo una novela policial. Fue ahí que descubrió a un hombre con mucho más humor del que solía transmitir. "No me vengas con eso de la saga de Santa María y otras macanas, acordate que estamos de vacaciones", le advirtió Onetti.

El libro cuesta $ 200, y $ 100 para suscriptores de Banda Oriental.

Una mirada por Mario Vargas Llosa

Es un hecho que, en materia de éxito comercial, Juan Carlos Onetti se quedó "en el andén de Santa María" mientras el resto de sus colegas durante el "boom latinoamericano" se subían a los barcos y a los aviones, como gráficamente describe Omar Prego Gadea. Pero para los escritores de esa generación, el autor uruguayo sigue siendo palabras mayores.

"Onetti construyó un mundo literario a partir de una experiencia universalmente practicada por los seres humanos: huir con la fantasía de la realidad en la que viven y refugiarse en otra, mejor o peor pero más afín a sus inclinaciones y apetencias". El autor de estas líneas es Mario Vargas Llosa, quien el año pasado publicó "El viaje a la ficción. El mundo de Juan Carlos Onetti", un ensayo sobre la vida del autor de El astillero, a través de editorial Alfaguara (el libro ya está en su segunda edición, tiene 256 páginas, y se encuentra en librerías a un precio de $ 480).

Además de una descripción de la obra de Onetti, a quien calificó del "primer autor moderno" de la lengua castellana, el escritor peruano analiza el contexto regional en que nacieron los libros y cuentos del uruguayo. "La frustración de Onetti se transforma en una metáfora del gran fracaso de América Latina en el siglo XX", sostuvo cuando presentó su ensayo.

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