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El gran mito

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Uno de los mitos más frecuentes de la historia del Uruguay reciente, que han dejado correr los tupamaros, vendido además por algunos pseudo historiadores y transmitido a las nuevas generaciones en libros de textos, e incluso en publicaciones oficiales del Ministerio de Relaciones Exteriores, es el que pretende hacer creer que el MLN nació para enfrentarse a la dictadura y al gobierno militar. Incluso hace pocos días, en el frente de la Facultad de Psicología de la Universidad de la República, podía leerse un cartel indicando que la dictadura en el Uruguay comenzó en el año 1968, (era Presidente Pacheco Areco) contradiciendo declaraciones públicas de Fernández Huidobro quien reconoció que se habían alzado en armas contra un gobierno en pleno período de democracia; de un expresidente de Adeom expresando que "la guerra interna la declararon primero los tupamaros", a las que se agregaron unos recuerdos de la senadora Lucía Topolansky, quien aludió a una reunión de tipo fundacional en Parque del Plata en el año 1965. Esa reunión se realizó con el propósito de darle nombre a la guerrilla.

Todo este entrecruzamiento de fechas, hace olvidar que el Movimiento nació en el año 1962, en el seno de organizaciones sindicales y de partidos de izquierda, cuando gobernaba el país un legítimo régimen colegiado con mayoría del Partido Nacional; que la denominación MLN se utilizó por primera vez el 27 de diciembre de 1966 en un comunicado que emitieron ante la muerte de uno de sus integrantes; y que un mes antes habían tenido lugar las elecciones en las que resultara electo el Presidente Gestido. No es ocioso por lo tanto, ante aquellos mistificadores de la historia nacional, armar un cuadro paralelo entre las actividades que desplegara la banda terrorista y los gobiernos democráticos a los que atacaron, tomando como referencia que el golpe de Estado tuvo lugar el miércoles 27 de junio de 1973 cuando el Presidente Bordaberry, electo hacía dos años, firmó una resolución disolviendo las Cámaras y las Juntas Departamentales.

Diez años antes, el 31 de julio de 1963, (gobierno colegiado) los tupamaros habían asaltado el Club de Tiro de Nueva Helvecia, del cual robaron armas, una Sucursal de Manzanares y el Banco Caja Obrera del que se llevaron $ 350.000 y en enero de 1964 habían robado armas en la Aduana de Bella Unión, en una armería de la calle Galicia, en Lavalleja y en Pan de Azúcar. En 1965, por su parte, asaltaron el Banco de Cobranzas en el Buceo; en 1966 protagonizaron un fallido atentado contra Radio Carve y otros en el domicilio de políticos (Alberto Heber) y militares y una rapiña contra el Banco La Caja Obrera y el Banco Popular de Paso de la Arena. Finalmente, en 1968, tres días antes de las elecciones en que venciera la fórmula Gestido-Pacheco, tuvo lugar un asalto al Casino Carrasco del cual se llevaron seis millones de pesos y en 1969 (Presidencia Pacheco Areco) tiraron bombas en Radio Ariel, Radio Sarandí y en la Bolsa de Valores, robaron la Bandera de los 33 y desvalijaron la financiera Monty, cerrando el año con la toma de Pando, el copamiento de la Planta Industrial de General Motors y el asalto al Casino San Rafael que les significó $ 56.000.000.

En el año 1970, por su parte, tiene lugar el asalto a la casa de la familia Mailhos, de la cual se alzaron con 100 millones de pesos en libras esterlinas y lingotes de oro; el secuestro y asesinato de Dan Mitrione, ajusticiado y vejado con las manos atadas a la espalda, en un operativo en el cual participaron figuras de la actual administración; otro asalto en el Centro de Instrucciones de la Marina de donde se llevaron centenares de armas y granadas y un último en la Caja de Préstamos Pignoraticios que les significó mil millones de pesos en joyas y monedas de oro. Recién en 1973 se enfrentan los tupamaros con los militares, luego de una periplo delictivo que les había significado un botín de, por lo menos, $ 162.350.000 que mucha gente todavía se pregunta dónde fueron a parar, no faltando quienes dicen que se utilizaron para comprar chacras o para depositarlos en un banco de Suiza, donde esperan que aparezca una partida de defunción.

Para los desmemoriados y los ignorantes es un buen recordatorio.

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