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El euro en peligro por golpes de la crisis

Futuro incierto. Durante 9 años, la moneda única fue un éxito Estiman que si la UE no resuelve los problemas de fondo, el euro seguirá en descenso Fuerte exposición de bancos a deuda griega

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NUEVA YORK | NEWSWEEK

La crisis que estalló en Grecia y amenaza a otros países de la Unión Europea, también pone en peligro la continuación del euro como moneda única de hasta ahora 16 países y como segunda moneda del mundo.

Crisis -de la palabra griega krisis, que significa el punto de inflexión de una enfermedad- es una de muchas palabras que debemos a los antiguos atenienses. Ahora, sus descendientes modernos, nos recuerdan lo que realmente significa.

Justo cuando pareció que había seguridad para usar la palabra recuperación, una crisis griega amenaza a la economía mundial y la existencia misma de la segunda moneda del mundo.

El euro pareció una muy buena idea hace diez años. Europa ya había alcanzado niveles notables de integración como un bloque comercial, sin mencionar su consolidación como una comunidad legal. La unión monetaria ofrecía toda suerte de beneficios deslumbrantes. Pondría fin a la volatilidad de los tipos de cambio que había acosado al continente desde la quiebra del sistema de Bretton Woods, de tipos de cambio fijos, en la década de los `70. No había más conversiones molestas y costosas de monedas para los viajeros y los negocios. Una mayor transparencia de precios mejoraría el flujo de bienes en el comercio dentro de Europa.

Una moneda europea única también parecía ofrecer un comercio fluido. Los países europeos que enfrentaban problemas a raíz de la excesiva deuda pública, tendrían baja inflación y tasas de interés al estilo alemán. Los alemanes desearían en silencio que el euro fuera un poco más débil que su propio superfuerte marco.

Asimismo, la unión monetaria tenía atracción política. A la luz de la reunificación de Alemania, los franceses estaban preocupados porque Europa se encaminaba hacia una nueva forma de dominación por parte de sus países miembros más grandes. Lograr que los alemanes compartieran la soberanía monetaria, incrementaría el poder de otros miembros en un potencial Cuarto Reich. Lo mejor de todo, es que crearía una moneda de reserva alternativa para desafiar al poderoso dólar.

De cualquier manera, cuando el presidente de la Comisión Europea, Jacques Delors, propuso por primera vez la unión monetaria, parecía un proyecto de loca ambición. Hasta cuando fue formalmente adoptado como el tercer pilar de la Unión Europea, en el Tratado de Maastrich, de 1992, muchos economistas permanecieron escépticos.

No estaba para nada claro que los once países que se incorporaron inicialmente constituían una "zona de moneda óptima". Una política monetaria única probablemente amplificaría, en lugar de reducir, los diferenciales fundamentales entre Alemania, un país con alta productividad, y la periferia con menos eficiencia.

El peor defecto del diseño de la Unión Monetaria Europea, fue que estaba unificando monedas de Europa pero dejaba las políticas fiscales totalmente descoordinadas. Por cierto, habría "criterios de convergencia", que especificaban que un país podía incorporarse sólo si su déficit era menos del 3% del Producto Interno Bruto (PIB) y su deuda pública era menos del 60% del PIB. Pero, aún cuando eso fue convertido en un conjunto permanente de reglas fiscales por el Pacto de Estabilidad y Crecimiento, no había manera obvia de que pudieran ser aplicadas.

El diseño de la Unión Monetaria Europea (UME) ilustra una verdad profundamente importante sobre las instituciones humanas. Simplemente porque se crea un sistema para algo que uno prefiere que no ocurra, eso no significa que no ocurrirá. Ese fue uno de los motivos por los cuales Gran Bretaña decidió no incorporarse a la moneda única. Un informe confidencial del Banco de Inglaterra, que circuló en 1998, conjeturó sobre lo que ocurriría si un país -referido solo como "País I"- tuviera déficits mucho mayores de los permitidos. El banco advirtió que el resultado sería un desastre colosal.

¿Por qué? Debido a que al nuevo Banco Central Europeo (BCE) se le prohibía rescatar a un país con exceso de déficit mediante préstamos directos al gobierno. Sin embargo, al mismo tiempo, no había un mecanismo para que el "País I" saliera de la unión monetaria. Esa rigidez fue uno de los motivos que tuvo el economista de la Universidad de Harvard, Martin Feldstein, para pronosticar que la moneda única no conduciría a una mayor armonía en Europa, sino a un conflicto.

Ese sería el "País G".

ESTALLIDO. Durante casi nueve años después de que Grecia se convirtió en el 12° miembro de la UME, el 1° de enero de 2001, parecía que las Casandras se habían equivocado. El euro era un éxito triunfal. Las tasas de interés de largo plazo convergieron. Es cierto que las normas fiscales no fueron aplicadas con rigidez -en efecto, ninguno de los países miembros realmente cumplió el criterio de convergencia cuando el euro fue lanzado en 1999- pero las tendencias eran saludables. Los déficits se redujeron. Si bien hubo menos convergencia de tasas de inflación y rendimiento económico de lo deseado, parecía haber pocos motivos de preocupación. No sólo los europeos, sino todo el mundo adoptó el euro. Entre 1999 y 2003, los bancos internacionales emitieron más bonos denominados en euros que en dólares. Los países que permanecieron al margen comenzaron a preguntarse no si habían perdido el ómnibus, sino el transporte de lujo.

En octubre de 2009, el nuevo gobierno electo de Grecia asumió. El déficit presupuestal de era, en los hechos, de un estremecedor 12.7% del PIB, contrariamente al 6% que había informado el gobierno precedente y más del 3.7% prometido a la Comisión Europea a comienzos de 2009. También resultó que el BCE estaba financiando indirectamente más de un tercio de los créditos del gobierno griego, a través de sus préstamos de emergencia a los bancos griegos (desmintiendo la supuesta regla de que no habría rescates).

EXPUESTOS. Las noticias generaron exactamente el tipo de reacción en cadena que los escépticos de la integración europea siempre temieron. Quienes prestaron siempre cobraron intereses más altos por los bonos de Grecia que por los de Alemania, aún en los años dorados del euro, pero esa diferencia, de pronto, estalló de alrededor del 1% a más del 5% y luego al 10%. El país cayó en una espiral de muerte fiscal y el incremento de las tasas de interés hizo crecer aún más el déficit (ahora llegó al 13.6%), mediante el incremento de los costos del servicio de la deuda.

Uno de los problemas más alarmantes es la exposición de varios bancos de la UE a la deuda griega, que totaliza US$ 193.000 millones, según el Banco Internacional de Pagos. Al aparecer el riesgo de crisis similares en Portugal y España, se comienza a ver el contorno de una desastrosa crisis bancaria a lo largo de Europa. La única salida será asumir mayores compromisos financieros por parte del BCE. La semana pasada, dejó de lado sus normas para continuar la tenencia de bonos griegos, pese a su estatus de "basura". Si esto continuara, el euro tendría sólo un camino a seguir: el descenso.

Hay que tener presente esta perspectiva: cuando el euro fue lanzado en enero de 1999, valía menos de US$ 1.40, y durante la mayor parte de sus tres primeros años estuvo por debajo de la paridad con el dólar. Por tanto, su reciente caída desde cerca de US$ 1.60 antes de la crisis financiera a US$ 1.23 en la última semana, está lejos de ser sin precedentes. Sin embargo, por la manera como se desenvuelve la crisis, parece probable que tenga nuevos descensos.

(El informe fue escrito para Newsweek por el profesor de la Universidad de Harvard, Niall Ferguson).

Las cifras

950.000 Son los millones de dólares del programa para defender al euro que aprobó la Unión Europea. Sus alcances van más allá de Grecia.

20.395 millones de dólares destinó el BCE a comprar bonos de países en dificultades. Se estima que son de Grecia, España y Portugal.

Una carga muy pesada

ORIGEN: El euro fue lanzado el 1° de enero de 1999 como moneda única de más de 300 millones de personas. Primero tuvo una aplicación contable y financiera y los billetes y moneda fueron introducidos el 1° de enero de 2002.

USO: Dieciséis de los 27 miembros de la Unión Europea tienen el euro como moneda común. Bélgica, Alemania, Irlanda, Grecia, España, Francia, Italia, Chipre, Luxemburgo, Malta, Holanda, Austria, Portugal, Eslovenia, Eslovaquia y Finlandia lo adoptaron, en tanto Estonia se convertirá en el 17° integrante de la eurozona, a partir del 1° de enero de 2011.

INCUMPLEN: De los 16 países que usan el euro, sólo Luxemburgo (0,7%) y Finlandia (2,2%) cumplen con el límite del 3% del PIB para el déficit, fijado por el pacto de estabilidad. Tres están apenas por encima: Austria 3,4%, Malta 3,8% y Alemania 3,3%. En cuanto a la deuda -el límite es 60% del PIB-cumplen Finlandia (44%), España (53%), Eslovaquia (36%), Luxemburgo (15%) y Eslovenia (36%), en tanto Holanda con 61% e Irlanda con 64% se acercan a la meta.

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