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Por qué tu celular es más potente que el software del Apolo 11, pero no te puede llevar a la Luna

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Una imagen histórica: la llegada del primer hombre a la Luna. Foto: nasa.gov

50 AÑOS DE LA LLEGADA DEL HOMBRE A LA LUNA

Un smartphone como el iPhone XS MAX tiene 4 GB de RAM. Eso es 34.359.738.368 bits. Es decir, más de un millón más de memoria que la que tenía la computadora del Apolo 11.

Parafraseando a Neil Armstrong, el pequeño paso del astronauta en la Luna también marcó un gran salto para la computación.

A bordo del Apolo 11 -que hace 50 años despegó hacia un mundo prácticamente desconocido para la humanidad- había una computadora llamada Apollo Guidance Computer (AGC). Tenía 2.048 palabras de memoria que podían usarse para almacenar “resultados temporales”. Cada palabra comprendía 16 dígitos binarios (bits), siendo un bit un cero o uno. Esto significa que la AGC tenía 32.768 bits de memoria RAM (no podía almacenar esta nota). Además tenía 72 KB de memoria de solo lectura (ROM), lo que equivale a 589.824 bits.

Para poner esto en términos más concretos, un smartphone como el iPhone XS MAX tiene 4 GB de RAM. Eso es 34.359.738.368 bits. Es decir, más de un millón más de memoria que la que tenía la AGC. Ese mismo modelo tiene hasta 512 GB de almacenamiento. ¿Cuánto es en bits? Algo así como 4.398.046.511.104 bits que son más de 134 millones de veces más que la computadora de Neil Armstrong, Edwin Aldrin y Michael Collins.

Pero la memoria no es lo único que importa. La AGC tenía un procesador que funcionaba a 0,043 MHz. Su teléfono de alta gama se ejecuta a una velocidad al menos 100.000 veces más rápida. Es decir, lo que lleva en el bolsillo podría guiar miles y miles de naves como el Apolo 11 hacia la luna al mismo tiempo. Pero eso en teoría. Obviamente, su teléfono no es una computadora de vuelo.

Quizás no es justo comparar la AGC con un smartphone; es verdad. Texas Instruments es uno de los fabricantes más famosos de calculadoras. En 2004 lanzó la TI-84; para ese entonces, la cantidad de memoria RAM había aumentado 32 veces y la ROM, 14.500 veces. Con respecto a la velocidad de procesamiento, la calculadora es casi 350 veces más rápida. Ergo, un dispositivo diseñado para estudiantes es más poderoso que la computadora que llevó el hombre a la Luna.

“No solo hay que hablar de la memoria y la capacidad de procesamiento. El avance en software fue enorme. Las cosas que se pueden hacer hoy eran imposibles en ese momento”, dijo Gastón Gonnet, matemático uruguayo radicado en Zúrich y doctor honoris causa en 2013 por la Universidad de la República (UdelaR). Y, en su juicio, el presente le debe las gracias a la AGC. “Es el antepasado de todas los pilotos automáticos”, ilustró.

Apollo Guidance Computer, la computadora que llevó al hombre hasta la Luna. Foto: NASA
Apollo Guidance Computer, la computadora que llevó al hombre hasta la Luna. Foto: NASA

Pionera.

Mientras que las computadoras y los smartphones tienen pantallas de alta resolución y pueden usar tacto, voz o teclado para ingresar datos, la AGC era mucho más rudimentaria (y grande, por supuesto). Respecto al tamaño, las computadoras de la época ocupaban habitaciones enteras pero ahora debía entrar en un compartimento de la nave. Se consiguió diseñar un equipo de 55 centímetros de largo, 33 de ancho y 15 de alto, con un peso de apenas 32 kilos que entraba en el vehículo principal y en el vehículo lunar.

Para comparar, en 1968 la Facultad de Ingeniería de la UdelaR adquirió la IBM-360/44 que fue, en su momento, la computadora más avanzada de América del Sur. Era un armatoste de 2 metros de largo por 0,80 de frente y 1,70 metros de alto con 128 kilobytes de memoria RAM.

La AGC fue la primera computadora de la historia en incorporar circuitos integrados (chips). Tenía unos 2.800 chips de silicio con seis transistores por chip.

Su unidad de pantalla y teclado, o DSKY, tenía un teclado numérico simple, una serie de luces de estado y una pantalla digital muy parecida a la de un microondas. Solo tenía espacio para mostrar 21 dígitos decimales de color verde brillante.

La misión principal de la AGC era ayudar en la navegación: medir la posición, la velocidad y la orientación de la nave y luego trazar una trayectoria hacia el lugar de aterrizaje. Los datos eran recabados por los giroscopios y acelerómetros de la nave complementados con las lecturas de un altímetro de radar que rebatía señales de la superficie de la Luna.

Así se veía la sala de control de la NASA durante la misión del Apolo 11. Foto: NASA
Así se veía la sala de control de la NASA durante la misión del Apolo 11. Foto: NASA

Un hecho que la diferenciaba de otros equipos de la época era que tenía comunicación directa con el hardware del cohete, es decir, podía controlar hasta los motores. La multitarea es una rutina para los sistemas informáticos de hoy; pero la década de 1960, las herramientas y técnicas para crear un entorno interactivo en “tiempo real” eran muy primitivas.

“Fue la primera vez que un vehículo que transportaba personas se sometió a ser controlado por una computadora digital”, escribió Don Eyles en Sunburst and Luminary: An Apollo Memoir. Eyles participó del desarrollo del sistema de guía del módulo lunar.

En el diseño de la AGC, además, se implementaron medidas de seguridad inéditas que luego fueron determinantes para posteriores sistemas de los que dependen vidas humanas. “En la genealogía de las computadoras, la AGC es el antepasado de todas las computadoras de vuelo”, precisó Gonnet. Y añadió: “Hoy tiene descendientes, pero no todos son honorables”. El matemático se refirió a la computadora del Boeing 737 Max, cuyo software presentó fallas que fueron determinantes en dos accidentes.

Ninguna de las AGC falló en el espacio, pero hubo momentos de tensión. Durante el descenso del módulo lunar, la pantalla del DSKY anunció repentinamente un “programa de alarma”. En los minutos previos al alunizaje, se dispararon cuatro alarmas. La última de ellas sucedió a 2 minutos y 42 segundos antes de tocar la superficie lunar, solo 15 segundos antes de que Armstrong asumiera el control manual del vehículo.

La foto más famosa: la huella del primer hombre en pisar la Luna. Foto: NASA
La foto más famosa: la huella del primer hombre en pisar la Luna. Foto: NASA

“En cinco años fue desarrollada la AGC. Más de 1.500 años de programación en horas-hombre entre unos 350 ingenieros. El esfuerzo político, social y militar de poner al hombre en la Luna lo hizo posible. No se ha repetido ese esfuerzo ni ese entusiasmo en otro proyecto. La tecnología avanzó gracias a la misión Apolo”, afirmó Gonnet.

Y aunque su smartphone sea técnicamente más potente, solo lo puede llevar a la Luna a través de Google.

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