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Hernán Casciari: "La uruguaya", su vuelta al país y la vida a siete años del infarto en Montevideo

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Hernán Casciari. Foto: Gaspar Kunis.

ENTREVISTA

Antes de sus presentaciones de "Casciari a la carta" en San José y Montevideo, el autor argentino dialogó con El País sobre sus proyectos

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Puede ser una noche dramática, humorística o reflexiva. Es el público quien elige el rumbo de Casciari a la carta, la propuesta que trae a Hernán Casciari de regreso a Uruguay. A las 21.00 se presentará en Sala Club de San José —donde horas antes participará de la Feria del Libro—, y mañana actuará en Complejo Sala de Montevideo. “Estoy muy contento de poder hacer esta rutina de vuelta, porque antes de la pandemia estuve bastante tiempo haciéndola los terceros miércoles de cada mes en Sala Camacuá. Era algo alucinante porque era un reencuentro permanente, pero la pandemia lo ralentizó”, le comenta a El País el escritor argentino.

La dinámica del espectáculo, para el que se consiguen entradas en RedTickets, permite que “cada noche sea completamente distinta de otra”. Pero, además, genera una intercambio enriquecedor con el público. “El feedback que recibo de la gente es que pueden imaginarse todo lo que sale de la voz del autor. Eso genera una complicidad muy sorprendente que rompe con esa cosa aburrida de un escritor leyendo”, explica. “Me da la impresión de que hay muchísimo más público dispuesto a escuchar hoy día que dispuesto a leer, y así se pueden abrir puertas”.

Tras las dos funciones de Casciari a la carta, el autor volverá a Montevideo el 29 de octubre para presentar en Cinemateca la avant premiere de La uruguaya,la adaptación cinematográfica del best-seller de Pedro Mairal que se filmó entre Montevideo y Buenos Aires. Fue producida por uno de sus emprendimientos, Orsai Audiovisuales, junto a casi 2.000 socios que la financiaron a través de 6.000 bonos de 100 dólares. 

Hernán Casciari. Foto: Gaspar Kunis.
Hernán Casciari. Foto: Gaspar Kunis.

Luego de otra presentación en Buenos Aires, la película se estrenará en el Festival de Mar del Plata y, según revela —aunque sin dar más detalles—, los derechos fueron adquiridos por una plataforma de streaming. “Que pase todo esto lo hace un proyecto sumamente exitoso”, asegura.

Mientras se esperan las novedades, los uruguayos pueden ver en cines a otro proyecto que tiene a Casciari detrás. Se trata de Más respeto que soy tu madre, su trabajo más exitoso, que llegó a la pantalla grande con actuaciones de Florencia Peña y Diego Peretti. “Para mí, lo más importante es tratar de poner a Mercedes (su ciudad natal) en el mapa. La película empieza con un paneo general de mi pueblo y sé que cuando alguien la vea en plataformas, por ejemplo un filipino, va mirar de casualidad mi ciudad y con eso voy a estar contentísimo porque Más respeto que soy tu madre habla de Mercedes”, dice.

Sobre sus nuevos proyectos, Casciari dialogó con El País.

—Además de La uruguaya, Orsai Audiovisuales tiene varios proyectos activos, ¿sentís que la idea de Streaming con delivery, que lanzaste en marzo 2020, marcó el inicio de este tipo de contenidos?

—Para mí tiene que ver con los movimientos de usuarios. Yo me siento tan usuario como generador de contenido, y como soy muy curioso veo para dónde se mueve. En la pandemia fue natural que el teatro pasara al streaming, y es verdad que fuimos más rápidos que otros, pero ahora está ocurriendo algo muy fuerte con la ficción sonora. Más allá del podcast como entidad, que te cuenten una serie o una peli mientras estás con los ojos cerrados en la cama sin mirar un dispositivo es algo muy poderoso. Estamos viendo cómo involucrarnos en eso, pero lo que tengo claro es que la literatura dejó de ser una historia muerta en un papel:está en todos lados. No tiene que ser necesariamente en un libro, porque prendés Netflix y ves una serie, un documental o una peli; o seguís un podcast de ficción o no ficción, y ahí está. Seguimos contando historias desde esos lugares.

—Lo que dijiste de “cerrar los ojos” conecta muy bien con el feedback que recibís de Casciari a la carta: la idea de transmitir imágenes con tu relato y desconectarse, aunque sea por un rato, de las pantallas.

—Me parece que vamos por ahí; es una cuestión de que la pantalla nos lleva desde el trabajo hasta el ocio. Estamos tanto tiempo frente a una pantalla que, me parece, tenemos la disposición de cerrar los ojos e imaginar. La imaginación pasó a ser una nueva fortaleza y por eso me da la impresión de que la narración de historias es una muy buena herramienta del presente y del futuro.

—El País reeditó tus libros a principios de año.Al releerlos me interesó la manera en la que plasmaste tus distintas experiencias con el bloqueo creativo: va desde la creación de una especie de alter ego en Seis meses haciéndome el loco hasta la depresión de El mejor infarto de mi vida. ¿Cómo lo ves a la distancia y qué herramientas construiste para superarlo?

—Eso que vos mirás solamente se puede ver con una colección de este tipo. Cuando no estás en una editorial multinacional, tenés la posibilidad de que mantengan su estructura de diseño y que estén numerados del uno al 12; el siguiente va a salir antes de Navidad. Y que yo pueda continuar con eso tiene que ver con que, básicamente, nadie me rompe los huevos (se ríe). Puedo diseñar y trabajar de una manera honesta y genuina; cuando trabajás con una editorial te obligan a firmar un contrato por tres novelas y las tenés que escribir aunque no quieras. Y como estás obligado, ahí empieza el gran problema de no poder contar las cosas de una manera genuina. Como nunca tuve que firmar esos contratos con nadie, saco un libro cuando quiero y pude hacer que los 12 libros funcionen como una larga conversación. También puedo hacer que un bloque narrativo me permita esperar a salir de eso para luego contarlo. Tiene mucho que ver con la libertad y con saber decir “no”.

—Ya que mencionaste lo genuino, me interesó la honestidad del relato “Triste, sin sal y sin humo”, de El mejor infarto de mi vida, donde decías que estabas seguro de que te ibas a morir a los 45 años. A siete años de tu infarto en Montevideo, ¿cómo evaluás esta “Vida número dos”, como dice Jaime Roos?

—Es como un segundo tiempo, porque da la casualidad de que me pasó a los 45 años, que es como los 45 primeros minutos de un primer tiempo. A mí me gusta más lo que pasa ahora y me divierte mucho más la clase de trabajo que el que hice en el primer tiempo. Siento que en el pasado pude escribir mucho, y todo lo que hago ahora es casi una disección y una adaptación de lo ya escrito. Me da la impresión de que fui, durante un tiempo largo, un escritor que estaba preparándose para ser productor; es algo así como cosechar lo que sembré. Me parece mucho más nutritivo haber cambiado de rumbo para hacer cine o generar proyectos audiovisuales y editoriales.

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