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Natalia Oreiro: "Con Rusia me une el cariño y la admiración"

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Natalia Oreiro.

NOTA DE TAPA

Netflix estrenó estos días Nasha Natasha, el documental dirigido por Martín Sastre, que recrea la multitudinaria gira de conciertos de Natalia Oreiro por Rusia en 2014.

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Desde que se estrenó la ficción Muñeca brava en aquellas tierras, Natalia Oreiro se ha transformado en una estrella pop seguida por millones de fanáticos rusos. La película también aborda los orígenes de la actriz en el barrio del Cerro de Montevideo y su camino hasta la consagración en Buenos Aires.

En entrevista con Sábado Show, la uruguaya también aborda la satisfacción que le produce su primer trabajo en la TV uruguaya con Got talent (Canal 10). Descarta la posibilidad de ser jurado (“no podría ser objetiva” y refuta de plano aquellas versiones que la señalaban como posible candidata a vicepresidenta de Daniel Martínez durante la campaña. “No me veo haciendo política”, asegura.

-El documental Nasha Natasha (disponible en Netflix) refleja tus orígenes en Uruguay y aborda esa relación especial con tus seguidores en Rusia. A la inversa, ¿qué te conecta a ti con Rusia?

-Lo emocional. Para mí, el vínculo trasciende cualquier trabajo. No tiene que ver con lo que ellos ven de mí como actriz o como cantante. Es una conexión que existió desde la primera vez que fui y que se fue construyendo con los años. Hace 20 años voy a Rusia: he hecho muchos recitales, participé de una serie en ruso que se llamaba Al ritmo del tango y viví un tiempo allá. Siento gran admiración por ellos porque es un país de muchísima resiliencia. Pasaron por muchas guerras y en cada una de esas etapas duras se fortalecieron y se superaron. Además, los admiro por motivos artísticos. Desde que empecé a estudiar teatro me llamaron la atención autores como Tolstoi o Pushkin. Y luego, cuando empecé a viajar descubriendo ese costado monumental de Rusia desde su arquitectura, no solamente en tamaño, sino en estilo. Eso me fascina.

-En algún momento has dicho que de existir las vidas pasadas, seguramente viviste una en Rusia.

-Sí, eso queda un poco para la anécdota. Pero de verdad hay muchas coincidencias. Mi nombre y mis facciones son muy comunes en Rusia. Ellos son muy cariñosos conmigo. Me cuidan mucho. En uno de los conciertos que se ve en el documental, cuando canto Río de la Plata, todo el estadio tiene las banderas de Uruguay y cantan en español. Yo no puedo cantar de la emoción que eso me produce.

-Se te ve muy natural hablando ruso, ¿cuánto te costó aprender el idioma?

-Para mí fue natural ir incorporando el idioma porque son muchos años. Cada vez que viajaba trataba de entenderles un poco más. Muchos de ellos estudiaron español para entender lo que decían mis canciones o mis novelas o películas. Desde mi lugar traté de hacer lo mismo. No es que yo hable ruso. Entiendo y me defiendo, pero claramente es un idioma muy complejo.

-Hace un tiempo anunciaste que tramitarías la ciudadanía rusa, ¿en qué quedó ese trámite?

-Es un trámite que empezó hace un tiempito y con esta situación de pandemia no sé en qué estará. Para mí es un acto de amor hacia ellos y en agradecimiento por estos 20 años. Nasha Natasha significa "Nuestra Natalia". Me dicen así en todos lados. Fue el nombre que me pusieron y en todos los programas bromeaban con que yo debería ser rusa. Incluso, hay personas que me consideran rusa. Un día fui a la Embajada rusa en Buenos Aires para hacer trámites referidos a una gira que iba a hacer y ellos me preguntaron si no me gustaría obtener la ciudadanía. Dije que sí. No lo hago porque esté pensando en irme a vivir a Rusia. Mi residencia está en Argentina y soy uruguaya. Pero esto tiene que ver con un intercambio cultural y un agradecimiento profundo a esa patria que me ha dado mucho.
Natalia Oreiro.
Natalia Oreiro.

-¿En la gira que se muestra en el documental, de 2014 hubo problemas con la producción?

-Sí. Nunca me pagaron.

-¿O sea que perdiste dinero?

-Sí, pero gané otras cosas maravillosas. Todos trabajamos y mereceremos ser remunerados. No quiero hacer con esto un acto de falsa humildad. Trabajo y me cuesta mucho mantener la gente que viaja conmigo. Pero llegó un momento en que debimos hacernos cargo de seguir con la gira porque fuimos víctima de una estafa. Éramos 30 personas en el equipo. Nos dimos cuenta en la mitad de la gira que el promotor no nos iba a pagar y la decisión estaba entre volvernos y dejar ocho shows sin hacerse cuando las personas ya habían sacado su entrada o seguir a nuestro costo. Eso hicimos. Absorbimos junto con mi manager los costos que ello significaba y seguimos.

-En el documental se habla de tu personalidad inquieta. De niña eras un “torbellino”, según asegura tu madre. ¿Cómo has lidiado con esa inquietud en este tiempo de cuarentena en Buenos Aires?


-Lo acepté con mucha paciencia. Siempre fui consciente del privilegio que mi familia tiene. Sé que vivo en un país desigual. Argentina no es un país pobre; es un país injusto. Como embajadora de Unicef, me reportan muchas cifras de esa realidad. Por ejemplo que en 2019 había 7 millones de niños pobres y por la pandemia, a finales de 2020, se estima que van a hacer 8,3 millones. Hablamos de niños que no tienen oportunidades básicas, ni hablar de dispositivos de educación a distancia. Es una realidad muy dura. Y yo me siento privilegiada. Tengo un hijo que está bien y que disfruta de tener a sus padres 24/7 en estos cuatro meses. Él está viendo lo que está pasando y disfrutando el privilegio y siendo, a la vez, muy consciente de las desigualdades. Siempre me acompaña en cada evento que hago de Unicef o está cuando hago campañas.

-¿Cómo iba ser tu año?

-Tenía muchos trabajos por estrenar. Buenos Aires estaba empapelada con los afiches de la película La noche mágica, que estrenábamos en abril junto a Diego Peretti y la dirección de Gastón Portal. Eso quedó en suspenso. En mayo estrenaba otra de Matías Luchetti con Mercedes Morán que se llama Las rojas. En agosto había otro estreno y todo quedó stand by. En abril tenía prevista gira por Rusia y en mayo comenzaba el rodaje de una serie con Disney y Fox que se llama Santa Evita. Lo bueno de todo esto son dos cosas que sí están sucediendo: Nasha Natasha y Got Talent, que me genera un enorme orgullo. No solo por la repercusión que está teniendo sino por la forma en la que fue producido. En lo personal, tuve la posibilidad de viajar con Ricardo (Mollo) y con mi hijo por un montón de departamentos del Uruguay y que ellos los conocieran por dentro. En cuanto al formato, me parece increíble. Yo me sentí identificada con esos participantes porque todos en algún momento quisimos que nos dieran una oportunidad. Aunque debo decir que al principio me costó aceptar un rol de conductora.

-¿Por qué?

-Porque yo no soy conductora. Siento que uno debe de prepararse para eso. De todos modos, a lo largo de las grabaciones me fui soltando. Me siento muy bien en el rol de contener a los participantes que salen al escenario con sus nervios y luego vuelven con toda la adrenalina. Previamente yo conozco a sus familias y sus historias. Me siento bien acompañándolos.

-¿Te habría gustado ser jurado?

-No me sale ese rol. Me cuesta mucho ser objetiva en estos casos. Porque yo empatizo directo con la gente. Y no está bueno siendo jurado conmoverme con una historia de vida cuando en realidad lo que tengo que juzgar es el talento. Sería muy mala jurado. A todos les diría que sí.

-Hace pocas semanas abriste tu primera cuenta de Instagram. ¿Por qué ingresaste ahora en las redes?

-Durante este tiempo yo no encontré un espacio para mí en las redes. Siempre he dicho que cuanto menos se conozca de la vida diaria de una actriz, se hace más fácil la interpretación de los personajes. Porque si no, cuando la gente va al cine, espera ver a la actriz y no al personaje. Cuando yo hice de Gilda, necesitaba que la gente viera a Gilda, no a mí. Por otro lado, mucha gente me hablaba de las redes como poderoso medio para comunicar mensajes interesantes. En este tiempo de pandemia sentí la necesidad de comunicarme con personas de otros países y de compartir consignas de Unicef, de la Peluffo, de Greenpeace y de otras causas con las que me identifico. Entendí que Instagram podía ser un buen vehículo para hacerlo y abrí la cuenta. En estas semanas me he sentido muy cómoda. Estuve en contacto con compañeros y compañeras actores que por esta situación no estaba viendo. Sé de su día a día y nos acompañamos. También con el público. Estoy contenta con esto. Debo decir que había sido prejuiciosa con las redes.

-Tu primer comercial fue para una marca de tampones. Tenías 12 años y pasabas frente a un grupo de chicos mientras ellos te observan de atrás. Hace un tiempo, en redes, hubo una debate sobre el machismo de esa pieza. ¿Que pensás vos ahora a la distancia?

-Creo que por suerte los medios y las personas fuimos cambiando. Digo "fuimos" porque esto es algo colectivo, no es solo de las mujeres. Sin el acompañamiento de los hombres, un mundo más igualitario sería imposible. A lo largo de estos 30 años, fuimos cambiando muchas formas de ver las cosas y de comunicar. En ese momento, eso era algo que sucedía y a nadie le parecía mal comunicar una mensaje publicitario de esa manera. Con la mirada de hoy, puedo decir que claramente esa publicidad no colaboraba con las mujeres pero se hizo acorde a lo que ocurría en ese tiempo. Afortunadamente, hoy la realidad es otra.

-El año pasado que hubo elecciones en Uruguay y en cierto momento circuló tu nombre como posible candidata a vicepresidenta con Daniel Martínez, del Frente Amplio, ¿tuvo algún asidero esa hipótesis?

-Esa es la parte no tan real de las redes sociales porque eso nunca existió. Fue una fake news. Nunca nadie me contactó, ni lo hubiera aceptado.

-¿Nunca tendrías una militancia política?

-Yo no me veo haciendo política. Creo que el lugar para influir son las organizaciones sociales: desde Unicef, desde la Peluffo o desde otras causas que me resultan empáticas se puede construir y son los lugares donde me siento cómoda.

-¿Qué mensajes crees que hay que dar contra la “grieta”, un concepto del que se habla cada vez más también en Uruguay?

-En lo personal, he tenido un mensaje conciliador. En ese punto creo que Uruguay es un país de diálogo. Eso es muy valioso. Creo que el momento que estamos viviendo he hecho que mucha gente se una porque de esta salimos todos juntos.

-Got talent es tu primer trabajo en la TV uruguaya, ¿qué te generan las repercusiones?

-Desde el principio me emocionó que pensaran en mí para algo tan importante. Generamos un vínculo precioso, no solo con los 150 técnicos que viajamos por todo el país. También hay una hermoso vínculo con los jurados. Tenemos un grupo de WhatsApp donde compartimos cosas. Me divierto mucho con el rol de cada uno aunque claramente le pego más a Peti porque es para mí “el destructor de sueños” comprendiendo también que el formato necesita de ese rol.

-Tu vestuario en Got talent suele ser tendencia en redes en cada emisión. ¿cómo se planifican esos looks?

-En el caso de Got talent, yo quise vestirme con diseñadores uruguayos. En cada cosa que hago siempre le pongo mucha dedicación al vestuario porque estudié corte y confección de chica y todo lo que tiene que ver con el look, me encanta. En este caso, me parece que si estábamos en un programa de talentos uruguayos, también debían lucirse los diseñadores. Los vestidos más de gala que se han visto son de Tavo García, un joven diseñador de Tacuarembó que confeccionó todos esos vestidos y que ahora está preparando nuevos para la segunda ronda de grabaciones.

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