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Fue figura de Canal 5, dejó la tv por una relación violenta y hoy vuelve al tango: la vida de Magela Mosqueira

Mosqueira está dedicada principalmente a la música pero también suele ser muy activa en redes sociales y tiene un programa en You Tube titulado “La nota musical”, con entrevistas a artistas.

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Magela Mosqueira.
Magela Mosqueira.
Foto: Francisco Flores

Redacción El País
Trabajó como secretaria y ejecutiva en el diario El País. Fue parte de un clásico de la televisión como Mediodía con usted (Canal 5) hasta entrados los años ’90. Integró Radio Sarandí y el equipo de Canal 10 como productora de Jorge Traverso y cantó, siempre cantó tangos. Una relación marcada por la violencia de género la hizo bajarse de los medios y de la TV en lo que fue el peor momento de su vida. Recompuesta como mujer y como artista, a los 61 años, Magela Mosqueira ha vuelto a su pasión por la voz, por el tango y por dar testimonio. Aquí, su historia.

-Conductora, cantante, periodista… ¿qué fue lo primero?

-Lo primero fue el diario El País. Tenía 26 años y me presenté a un llamado porque necesitaban mecanógrafa. Me presenté y terminé siendo secretaria por un tiempo de don Carlos Scheck. Estuve en aquel fenomenal proceso de nacimiento del Gallito Luis, que implicó todo un cambio del formato sábana del diario a los clasificados en tabloide. La campaña de expectativa fue espectacular, con aquello de “Qui quirís comprar, quí quirís vender”. Todo lo que aprendí en esos años fue fenomenal. El mayor logro fue cuando logramos imponer al Gallito como líder en los clasificados, superando a El Día, que hasta ese momento era imbatible. En paralelo, empecé también el periodismo de la mano de Gustavo Adolfo Ruegger, que escribía en la página de Espectáculos y colaboraba con él.

-Con Ruegger, comenzaste en televisión, en el programa Mediodía con usted, de Canal 5. ¿Cómo recordás aquellos años?

-El programa era un clásico de Ruegger y Sarita Otermin, su esposa. Y nosotros, con Quique Puig, éramos las caras jóvenes que estamos en la coconducción. El programa era un clásico, que tenía ya varias décadas. Era el tradicional formato de living, que con el tiempo se fue desgastando. Aprendí muchísimo con dos popes de la televisión como Ruegger y Sarita y fue una plataforma para mí. Después de finalizado el programa, me convocan del noticiero del Canal 5 y por ese tiempo comencé a trabajar con Jorge Traverso como productora de Hablemos. Cuando se dio el pase a Canal 10, me fui con él, trabajando en Hablemos y en Subrayado. Por concurso, entré a Radio Sarandí en un momento dorado de la emisora: cuando estaban Traverso, Néber Araújo y Sonia Breccia.

-¿Con el canto en qué momento comenzaste?

-Toda la vida canté tangos. En Joventango y en muchos lugares. Pero hubo un momento oscuro en mi vida en que de a poco dejé todo. Estando en Canal 10 fui a hacer una nota con Jorge (Traverso) y conocí a un entrevistado vinculado al banco de órganos. Comenzamos a salir, me enamoré, me casé… y ahí empezó la etapa más oscura de mi vida. Caí en una situación de violencia de género que duró dos años.

-¿Cómo caíste?

-De la misma forma en que alguien cae en una secta o en otras situaciones abusivas. Fue algo progresivo. Estas personas con patología violenta son envolventes y te van aislando de a poco. Me pidió que dejara Canal 10 para estar “más en casa”. Tenía un carácter muy seductor y yo estaba “enamorada”, lo digo con comillas porque tengo mis dudas de que fuera amor, sino una especie de trampa. Después dejé de cantar, porque también me lo pidió. Llegó un día que solo me dedicaba a cuidar de sus hijos y de mi hija, de un matrimonio anterior. La violencia económica fue lo primero: no tenía ingresos y era absolutamente dependiente de él. Me fui hundiendo y perdiendo la autoestima hasta que llegó también la violencia psicológica y la física.

-¿En qué momento se dio el click para salir de esa situación?

-Un día él empujó a mi hija. Ella cayó sentada y vi en su cara la fuerza que necesitaba. Fue como si me hubieran dado el sopapo de mi vida. Reaccioné. Ese mismo día hicimos las valijas y nos fuimos a un apartamento que nos prestaron. A partir de ahí fue un volver a empezar. Crié sola a mi hija, que entonces tendría 6 años. Su padre, mi primer marido, había fallecido en un accidente de tránsito. Me especialicé en drenaje linfático y armé un consultorio dentro de mi casa. Trabajaba muchas horas para pagar las cuentas. Recuerdo que tenía dificultades con la mensualidad en el colegio de mi hija y pedí una beca. Como me respondían con evasivas, me presenté ante el director y le dije: “Mire, si yo tengo que changar para que mi hija siga viniendo, lo voy a hacer”. Abrió grande los ojos. Al otro día me llamaron para confirmarme una beca del 50%. Me convertí en una mujer - hombre en el sentido de tomar las riendas de todo y salir adelante. Hoy, ella tiene 32 años y es contadora.

-¿Hoy seguís dedicada a la salud?

-Para algunas cosas puntuales sí. Me formé en una patología llamada linfedema, que suele ser secundaria al cáncer pero puede provenir por otras causas. Es la hinchazón de piernas o brazos por obstrucción del líquido, con consecuencias muy graves. Fui a Buenos Aires a estudiar y acá capacité mucha gente, además de golpear todas las puertas, incluido el Ministerio de Salud Pública para que se trate como debe ser. Hoy sigo siendo abanderada de ese tema aunque ya me retiré de la clínica.

-¿Y desde entonces volviste al canto?

-En la pandemia. Sentí el impulso de volver a cantar, pero como hacía tiempo que no lo hacía, retomé cursos de preparación de la voz. Estuve con María Noel Taranto, con María de los Ángeles Álvarez de Ron. Yo siempre me había cuidado mucho la voz por la locución pero tenía que volver a entrenar todo. Una vez que me sentí lista, hace un año y medio, empecé a dar shows de tango, que es lo mío. Estoy periódicamente en Joventango, en el Bar Tabaré presentamos varias veces el espectáculo “Hechos de tango”, que tiene un sentido doble: hechos porque estamos hechos, formados de tango pero también como el suceso en sí. Me acompañan Lucho Martínez y Sergio Astengo. Contamos la historia de cada tango que vamos a interpretar. Yo siempre digo que no sé si soy una buena cantante de tangos; lo seguro es que soy una contadora de historias, bajo la modalidad del tango. Si voy a cantar Naranjo en flor, por ejemplo, cuento la historia de esa canción, que en realidad tiene que ver con una violación. Eso cambia el enfoque de interpretación y del que escucha. Hay tangos vinculados a la morfina, a la cocaína, a la homosexualidad… temas que se tocan metafóricamente y mucha gente no sabe. En eso me salió la faceta de periodista.

-En cuanto al amor, ¿pudiste reconstruir tu vida?

-Estoy casada, por tercera vez y muy feliz con el Dr. Raúl Pazos. Abogado de profesión pero hizo una prolífica carrera como ejecutivo en empresas como Hípica o Pepsico. Es mentor de Endeavor y para mí, en lo personal, ha sido un puntal y uno de los que me impulsó a volver a cantar. Yo estoy en una etapa de la vida para disfrutar todo al máximo. Porque me robaron una parte y me toca recuperarla. Mi hija ya está criada. Ya cumplí. Y puedo cantar historias porque las viví.

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