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Chule Von Wernich: la cantante emergente

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Chule.

ENTREVISTA

Sofía Von Wernich es argentina de Pehuajó, el pueblo que hizo conocido Manuelita de María Elena Walsh. Desde niña es aficionada a la música y un buen día comenzó a compartir videos en las redes sociales de covers o interpretaciones de temas de coro en la Iglesia.

La dulzura de voz conquistó rápidamente a una audiencia creciente en las redes. Hoy, la joven de 20 años acumula casi 300.000 seguidores en Instagram y ha dado un paso más. Ya no es “la chica de los videitos”, sino que se armó de una banda y se larga a presentaciones teatrales. En Uruguay tocó varias veces. Conocé su historia.

—¿Qué significa para ti tocar en escenario?

—Algo nuevo. Nunca me imaginé subirme a un escenario con gente que iba a verme a mí. Todo es muy reciente. Cuando me mudé a Buenos Aires, hace dos años, comencé yendo a bares o eventos, pero no es lo mismo que hacer un teatro. Para empezar, se trata de un tipo diferente de escenario y de sonido, pero lo más importante es que se genera un compromiso muy fuerte de las dos partes: del artista y del público. La gente va a un lugar para escucharte y compra una entrada. Con ese tipo de shows empezamos el año pasado y aún no lo podemos creer.

—¿Qué características tiene un show de un artista cuya carrera comenzó en redes sociales?

—A diferencia de los videitos en los que estoy yo sola, en escenario toco con cinco músicos y la propuesta es mucho más amplia. Tratamos de crear muchos momentos, algunos más retro, otros dedicados a música actual, también hay espacio para que esté sola con la guitarra. Por lo general tenemos invitados: en Uruguay por ejemplo me acompaña Bautista Mascia y Meri Deal. Tengo muy buena onda con ella.

—¿Cuál dirías que fue el video que dio comienzo a todo?

—Fue un proceso. Con una amiga nos encantaba tocar la guitarra y cantar. Íbamos al coro de la Iglesia. Un día se me dio por subir videos a Instagram, cuando no era muy común. No muchos usaban esa red social y quienes lo hacían, compartían fotos solamente. Yo empecé a subir videos como rutina de algunos fragmentos de temas. Sola o con amigas. Lo hacía para que me vieran mis contactos y a la vez me gustaba para escucharme y ver cómo mejorar. Como tenía mi perfil abierto, la gente de los pueblos cercanos a Pehuajó me empezaron a etiquetar como "la chica que canta". Para una persona promedio, cuando terminé el colegio, era ya bastante conocida. Me empezaron a llamar de bares y radios de Buenos Aires. De a poco se fue dando todo y empecé a darme cuenta de qué cosas gustaba más en cuanto a la música, pero también a la imagen. En las redes sociales se puede medir todo en tiempo real.

—A unos dos años de ese comienzo, ¿qué tan diferentes son los videos que compartís en la actualidad con aquellos iniciales?

—Claramente lo que sube es más cuidado, aunque no producido. A la gente lo que le gusta es que sea natural. No soy una chica megaproducida, sino que más bien voy por simple. Tengo un buen teléfono y trato de que grabar el video a una hora que haya buena luz. Nada más. Me fijo qué canción puede gustar más o en función de lo que me piden los seguidores.

—¿Qué te piden mayormente los seguidores?

—Es variado. Para los shows armamos enganchaditos, de cuatro a cinco temas. Tocamos una parte de cada uno como para enfocarnos en lo divertido de cada tema. Tenemos clásico como Creedence, Bacilos... no nos encasillamos en temas de ahora, como reggaeton o trap. Hacemos más de 20 temas por show.

—¿Qué proyectos tenés?

—Estoy grabando y produciendo temas míos. Hice un par de feats (colaboraciones) con bandas. Con Bauti Mascia sacamos un tema, pero no lo seguimos mucho. Quiero hacer mi música y seguir desarrollando los shows en teatros.

—¿Con qué frecuencia compartís material en las redes?

—Prácticamente todos los días. Si no es video, es foto. Entro todos los días. Soy de la generación que veo todo por ahí. Si me preguntás ¿qué está pasando en el mundo", yo voy a buscar la respuesta ahí, sobre todo a Instagram.

—Las redes suelen ser también territorio de mucha agresividad, ¿cómo te llevás con eso?

—No me pasa muy seguido. Siento que no muestro nada muy armado ni artificial así la gente no critica mucho. Cada tanto hay algún comentario malo, pero no les doy mucha importancia. En algún caso, hay críticas constructivas que está bueno escuchar cuando tienen buena intención.

—Cuando llegaste a Buenos Aires, lo hiciste con la intención de estudiar veterinaria. ¿Vas a continuar o la música será tu vida?

—Veterinaria lo dejé. Mis proyectos a largo plazo implican dedicarme a la música. Al mudarme a Buenos Aires me di cuenta de que quería hacerlo y había una oportunidad como para explorarlo. A mis padres le costó un poco, hicieron su proceso, pero me apoyan. Cada paso que doy, les voy demostrando un poco más de tranquilidad.

—¿Cuál es tu relación con Uruguay?

—Sí, mi madre es de acá, nacida en Salto. Vengo a Uruguay desde que nací y a tocar venimos varias veces. Tengo muchos amigos y el público uruguayo siempre nos recibe muy bien.

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