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Radaelli, el discreto asesor de Manini: “Me río del Plan Cóndor, en el caso Berrios lo descarto”

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Eduardo Radaelli. Foto: Estefanía Leal.

EDUARDO RADAELLI

Tiene un perfil público bajo pero su voz es una de las que más escucha Manini y fue clave en el armado de la estructura de Cabildo. ¿Quién es Eduardo Radaelli, condenado en Chile por el caso Berríos?

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Eduardo Radaelli

está parado al costado del escenario. Se balancea sobre las puntas de los pies, con los brazos cruzados sobre el pecho y una palma apoyada en el mentón. Con una mirada furtiva recorre el salón, hasta que un grupo de militantes de Cabildo Abierto se acerca a saludar. Les pregunta cómo están, si se encuentran cómodos, les ofrece sillas y comenta que Guido Manini Ríos está por llegar, que ya está en camino.

Es miércoles 12 de agosto y, en el Platense Patín Club, Cabildo Abierto inaugura la campaña para las elecciones departamentales y municipales de Montevideo. El teniente coronel retirado pasa desapercibido en el acto, camuflado entre dirigentes y simpatizantes y decenas de banderas partidarias, amarillas y tricolores.

Él es el presidente de la Junta Departamental de Cabildo Abierto en Montevideo y el titular de la comisión electoral del partido. Sin embargo, quienes lo conocen señalan que su influencia es superior a la que podría tener otra persona en su lugar. Lo describen como alguien inteligente, meticuloso, muy detallista y perspicaz. Y dicen que, en parte por estos atributos, en parte por la amistad que forjó con Manini Ríos en su juventud, el senador suele consultarlo para tomar muchas decisiones.

Cuando termina el acto en el Platense Patín Club, rechaza una entrevista. No quiere hablar. Pero promete que lo hará más adelante, cuando sea oportuno.

Este teniente coronel retirado, condenado en Chile por el caso Berríos, es cultor del perfil bajo y hasta ahora se mantiene alejado de la prensa. De hecho, su participación en Cabildo Abierto recién trascendió en mayo de 2019, a partir de una nota del semanario Brecha que lo identificaba como fundador del Movimiento Social Artiguista.

Pero el desempeño extraordinario del partido en las últimas elecciones no se explica solo a través del carisma de su líder. En el camino hacia octubre de 2019, a contrarreloj, hubo que forjar una estructura que asegurara el mayor caudal de votos y la unión de todas las personas que se habían acercado atraídas por Manini Ríos. Quienes siguieron de cerca ese proceso, destacan el papel de Radaelli. Su casa, por ejemplo, era un punto de encuentro frecuente para el círculo íntimo del excomandante en jefe. También al comienzo ofició de sede partidaria para recibir a las nuevas agrupaciones.

La carrera de Radaelli arrancó en 1979, cuando egresó de la Escuela Militar con el grado de alférez de Artillería, hasta ascender a teniente coronel en 2001.

Y su vida cambió para siempre conel caso Berríos. En 2015 la Corte Suprema de Chile ratificó la condena a Radaelli -junto con los exmilitares uruguayos Wellington Sarli y Tomás Cassella- por el secuestro de Eugenio Berríos en 1992, y por haberse asociado de forma ilícita. Los restos óseos del químico chileno, un exagente de la Dirección de Inteligencia Nacional durante la dictadura de Augusto Pinochet, habían aparecido enterrados en la playa de El Pinar en 1995, con indicios de una bala en la nuca. Este hallazgo disparó dos investigaciones, una en Uruguay y otra en Chile, pero solo la última derivó en una condena.

La Justicia uruguaya archivó el expediente en 1998, alegando que faltaban elementos de convicción suficientes. Por ambos delitos el dirigente de Cabildo Abierto cumple en Uruguay una pena de 10 años y 801 días de prisión, en libertad condicional.

Su empresa.

Quien pase caminando por Bulevar Artigas, casi en la esquina con la avenida Garibaldi, es probable que no preste atención a una casa de paredes beige, angosta, con rejas y persianas cerradas. La edificación se funde con el resto del paisaje sobre la calle capitalina. Allí funciona Cips Seguridad, la empresa que Radaelli dirige junto a su socio y donde recibe a El País un viernes a la tarde.

El presidente de la Junta Departamental de Cabildo decidió hablar. Desde las elecciones departamentales ha pasado casi un mes y él da indicios de querer asumir un perfil más público que hasta ahora. En la capital el lema apenas fue votado por 14.033 personas, una cantidad por debajo de las de por sí mesuradas proyecciones de Radaelli para el 27 de setiembre.

El militar retirado espera en su oficina, inclinado sobre el escritorio, y se para de un brinco a saludar. La habitación es amplia pero despojada de adornos, impersonal. La última edición del semanario La Mañana -dirigido por Hugo Manini Ríos, hermano del líder de Cabildo- y un mapa de Montevideo con el detalle de las calles son de los pocos objetos que Radaelli tiene allí y que no están vinculados con su actividad laboral.

-Salvo de los temas comerciales, hablamos de lo que sea. No me gusta poner pautas cuando me hacen una entrevista. No tengo problema en hablar del partido, de las cosas que pasaron, de las cosas que salen en la prensa y a veces no son verdad, o de las cuestiones que son verdades a medias -dice.

Sea cual sea el motivo de la aclaración, Radaelli cumple.

-En los actos siempre mantiene un perfil bajo.

-De repente es parte de uno ser así. Ves que en las redes no participo, no me gusta ese tema. No soy una persona que esté diciendo permanentemente lo que piensa o deja de pensar. No creo que esté bien ni mal, es solo una forma de ser.

-¿El caso Berríos tiene que ver con que prefiera mantener ese perfil?

-No… A ver, es un tema que sacan cada vez que quieren pegar. Yo podría hablar horas de ese tema, que pasó hace 30 años. Yo creo que se cometió una grandísima injusticia. Aquí en Uruguay se investigó durante 13 años, nunca se pudo comprobar nada, se archivó el caso. Cuando se solicita la extradición, aquella conformación de la Suprema Corte de Justicia, en un error u horror jurídico mayúsculo, la concede contra todas las opiniones de los especialistas.

Hace una pausa y enseguida acota:

-Pero no hay que olvidarse del momento político que estamos viviendo: 1992, a siete años del comienzo de la democracia, en un país que desde el punto de vista político estaba en ebullición. El tema militar estaba permanentemente ahí arriba, y se agarraron de eso para instalar el tema.

-Berríos apareció asesinado. ¿Qué significa que quisieron “instalar el tema”?

-Porque es un tema político que se usó políticamente. Que yo conocí a Berríos nunca lo negué. Ahora, que fue secuestrado es otra historia. Eso es una falacia, una novela que se armó y alguien compró. La Justicia uruguaya no pudo determinar nunca nada. Pasaron cuatro jueces y cinco fiscales; no uno ni dos. Y de todos los pelos políticos. Después se llega a la extradición, una barbaridad jurídica desde el punto de vista técnico. Pero había que hacerlo, porque políticamente servía hacerlo y se hizo.

Radaelli insiste en que es inocente. Cuantas más preguntas, más enfática es su defensa y más duro el tono hacia la Justicia. Se define como “el primer preso político militar” de Uruguay y asegura que fue usado como “carne de cañón” por quienes querían “abrir la puerta” para “intentar esas cosas”.

-Dice que lo del secuestro es una falacia. Pero Berríos se presentó en la comisaría de Parque del Plata denunciando que lo habían secuestrado.

-Sí, se presentó, fue para atrás, para adelante… También te puedo decir que estando en Chile, después de haber visto otras causas y antecedentes que él tenía y que acá desconocíamos, era una persona con un carácter muy especial, psicológicamente muy especial, que ya había tenido eventos de ese tipo en los que decía que lo estaban secuestrando. Y la Justicia chilena está ideologizada y es corrupta.

Eduardo Radaelli. Foto: Estefanía Leal.
Eduardo Radaelli recibió a El País en la sede de su empresa de seguridad. Foto: Estefanía Leal.

-¿Y cuál sería el interés de la Justicia chilena en tres militares uruguayos?

-Bueno, todo eso es algo que te digo… eh… Hablar de lo mediático, del supuesto Plan Cóndor. Yo me río de ese tema del Plan Cóndor con el tema nuestro en particular.

-El Plan Cóndor está probado. ¿Está diciendo que no existió?

-En el caso Berríos lo descarto absolutamente. Es un tema que no tiene nada que ver, absolutamente nada que ver. Que la prensa lo siga diciendo, que los libros lo sigan diciendo… Está bien: yo aplaudo la novela, aplaudo la falacia, aplaudo a quien la hace y a quien la compra. Pero eso no fue así.

A cuatro años de su retorno a Uruguay, Radaelli dice que tiene “derecho a pensar que había gente interesada en que se le diera más realce” al caso Berríos, con el objetivo de “generar un caldo de cultivo en contra del gobierno y de las Fuerzas Armadas”.

-De los 47 tomos en Chile, te puedo decir que uno o dos hablan del tema Berríos. El resto se van a la estratósfera, hablan de la política chilena, de la dictadura de Pinochet y de mil cosas que no tienen nada que ver con el punto crucial acá, que es si Berríos estuvo secuestrado o no. Que apareció, apareció. Eso es cierto, está ahí. Ahora, que nosotros hubiéramos tenido algo que ver, no. Jamás tuve nada que ver. Está todo comprobado, hay que leer los expedientes.

-Con esos expedientes en Chile se agotaron todas las instancias, la sentencia se mantuvo.

-Sí, por supuesto. Todos ideologizados, todos políticos y todos corruptos. Así nomás te lo digo, eso es así. La policía de investigaciones de Chile iba y determinado testigo decía: “Es blanco”. Pero la policía escribía “es negro” en el informe. Entonces, nosotros íbamos al juez y le decíamos. Nunca le dieron importancia, siempre lo desecharon. Eso fue así durante todo el proceso.

Una sorpresa.

El secuestro de Berríos no es un tema que se haya discutido de manera abierta en la interna de Cabildo Abierto. De hecho, la diputada Elsa Capillera reconoce que se enteró meses después de haberse unido al partido, cuando en una reunión alguien le preguntó si sabía quién era Radaelli y los delitos que había cometido. Lo que encontró en internet le sorprendió, porque esa descripción del teniente coronel retirado “no encajaba para nada con la persona” que había empezado a conocer.

La legisladora lo define como alguien trabajador, sincero, leal y dedicado a su familia. Lo conoció en abril de 2019, cuando se presentó en su casa en Casavalle y le propuso militar por el recién fundado Cabildo Abierto. La activista social y exmilitante del Partido Nacional no conocía personalmente a Manini Ríos, pero poco antes se había vinculado al Partido Orden Republicano, una fuerza política incipiente, de extracción militar, de cuyas filas Cabildo Abierto captó sus primeros adherentes.

Capillera aceptó la invitación. Seis meses después, en las elecciones nacionales, se convirtió en la diputada más votada de Cabildo Abierto en Montevideo.

La legisladora recuerda la vez que estuvo en la casa de Radaelli, poco tiempo después de acercarse al partido. Se trata de una construcción blanca de dos plantas, en la esquina de una calle emblemática del Prado, bordeada por portones verdes metálicos. Ese día el militar también había convocado a otros simpatizantes que potencialmente podrían integrar la misma agrupación, al norte de Montevideo. Una de ellos era Silvana Pérez Bonavita, la diputada que -amadrinada por la actual ministra de Vivienda, Irene Moreira- ahora se desempeña como coordinadora de bancada y es referente de una agrupación en la punta opuesta de la capital.

Guido Manini Ríos.
El líder de Cabildo Abierto confía en Eduardo Radaelli e incluso muchos aseguran que casi no hay decisión que tome sin consultarlo antes. Foto: El País.

La misión de Radaelli como coordinador incluso viene de antes: de cuando el Movimiento Social Artiguista no había salido a la luz y Manini Ríos seguía siendo comandante en jefe del Ejército. A diferencia de algunos correligionarios, él reconoce que al principio apelaron a los retirados militares para asentarse como fuerza política. Así lo explica:

-Para lograr la conformación del partido teníamos que juntar 1.300 firmas. Es cierto que desde el inicio recurrimos a la estructura de los retirados militares porque estaban en todo el país. Nos dieron una gran mano, hablando con sus vecinos, con sus familias, juntando firmas.

-¿Pero en campaña no se atenuó la participación de los retirados? Cuando algunos lo señalaban, Manini y otros referentes lo negaban.

-Yo no te hablo de una estructura orgánica. Todos teníamos conocidos y conexión con diferentes lugares. Se trató de explotar esas relaciones que se tenían y de saber… Si bien no veníamos haciendo política desde antes, todo el mundo tenía contactos, se reunía o en los grupos (de WhatsApp) hablaba de tal o cual cosa. Cuando hubo que salir a buscar las firmas y buscar referentes, fue levantar un teléfono o mandar un mensaje y esa gente se empezó a pegar a nosotros.

Así se acercó, por ejemplo, Aldo Velázquez, el vicepresidente del Instituto del Niño y el Adolescente del Uruguay (INAU), quien en la campaña electoral coordinó el trabajo de los equipos técnicos de Cabildo. Como informó Búsqueda, Radaelli es padrino de la hija de Velázquez. Y tres de sus hijos, a su vez, figuran como convencionales del partido

¿Pero qué llevó a este grupo de civiles y militares retirados a incursionar en política? ¿Por qué Radaelli, a menos de dos años de haber vuelto a Uruguay, se puso al hombro este proyecto? Las respuestas de los dirigentes coinciden en lo medular: creían que la sociedad uruguaya había perdido valores y que los partidos habían dejado de representar sus ideales, si es que alguna vez lo habían hecho.

Acodado sobre el escritorio, Radaelli se toma un momento para pensar y señala que algunos de los valores que creía perdidos eran el respeto, la familia y la vida, amenazada por la delincuencia. Pero también reconoce que Cabildo Abierto canaliza los intereses de los militares retirados y en actividad como ningún otro partido. Dice que esa intención estuvo en la génesis del Movimiento Social Artiguista, aunque aclara que “es una veta” más y “no es la principal”.

CABILDO ABIERTO

¿Cómo nació la candidatura de Manini Ríos?

La discusión acerca de si el Movimiento Social Artiguista fue armado o no a medida para Guido Manini Ríos, es como la del huevo y la gallina. Porque -si bien el entonces comandante en jefe del Ejército sabía que se estaba gestando y además participaba de reuniones de camaradería en las que era tema recurrente- en su entorno niegan que se invocara su figura al recolectar firmas, aunque admiten que no hay quien pueda disputarle el liderazgo.

“En aquel momento no se había pensado en la figura de Manini porque era comandante en jefe y no correspondía transmitirle estas cuestiones”, explica Eduardo Radaelli. “En el transcurso de esas conversaciones su figura estaba presente, porque él estaba dando una señal que traspasaba un poco las Fuerzas Armadas, y veíamos en la población mucho respeto y sintonía con lo que decía. Nos lo decían muchas personas: si Manini defiende así a sus soldados, creemos que también puede ser una figura que nos defienda a nosotros. Y ahí se empezó a pensar en esa posibilidad”, agrega el militar retirado.

Sus orígenes.

El teniente coronel retirado no se siente cómodo hablando de su vida íntima. No lo dice, pero ese rasgo se evidencia en lo breve de sus respuestas y en cuánto tiempo se toma para pensarlas, que contrasta con la vehemencia que aborda otros temas.

Se crio en una típica casa de Reducto con su hermano menor y sus padres, un taximetrista y un ama de casa, simpatizantes del Partido Colorado. La vocación militar la descubrió en los primeros años de su adolescencia, influenciado por cómo su familia había vivido la “violencia política” de los años previos al golpe de Estado de 1973. Entró a la Escuela Militar en 1976, un año después que Manini Ríos.

-Me acuerdo que cuando le dije a mi padre, sus palabras fueron: “¿Sabés bien qué vas a hacer, no?”. No me arrepiento de absolutamente nada, volvería a entrar a pesar de todo esto que me pasó.

Cuando El País le pregunta si tiene una foto junto a Manini, Radaelli dice que prefiere no incluir una imagen con el líder de Cabildo Abierto en esta nota. Y asegura que no hay una anécdota de su amistad que recuerde más que otra, sino que el vínculo se fue dando naturalmente, por frecuentar el mismo ambiente y tener una forma similar de pensar. Dice, sin embargo, que la relación se hizo “muy estrecha” cuando él estaba en Chile, intentando volver a Uruguay. En tierras andinas Radaelli se casó por segunda vez, con su pareja uruguaya, la madre de dos de sus hijos. “Manini ayudó mucho en nuestro regreso al país”, cuenta él.

Radaelli apura el café y la charla llega a su fin. Pregunta varias veces si la entrevista salió bien y si eso es todo. Antes de despedirse, vuelve sobre la década que vivió en Chile. Reflexiona sobre la utopía de un mundo sin injusticias, que -dice él- es una de las razones por las que ahora se dedica a la política: “En la medida que hay una utopía, vas caminando e intentando agarrarla. No la agarrás nunca, pero te sirve para caminar. Y eso estoy haciendo yo, caminando”. 

Una interna muy tensa y la polémica con Lust
Eduardo Lust y Guillermo Domenech. Foto: Gerardo Pérez

La semana que pasó fue ajetreada para el presidente de la Junta Departamental de Montevideo de Cabildo Abierto, Eduardo Radaelli. Todo arrancó con un comunicado de la agrupación Movimiento Cruzada Oriental, impulsora de la candidatura del diputado Eduardo Lust. Ese grupo acusa a Radaelli de haber presionado a Lust para que dijera públicamente que se había desvinculado del sector. La Junta Nacional de Cabildo Abierto respondió rápido con otro comunicado, alegando que Cruzada Oriental ya no integra el partido y que Lust se había desvinculado a principios de 2020.

En este cruce de versiones hay, sin embargo, una historia que se remonta a los orígenes del partido y a los roles que Guido Manini Ríos y Radaelli cumplen en él.

Acostumbrado al trabajo silencioso, Radaelli es el que desde el principio articula con y entre las agrupaciones. Esto lleva a que, para los militantes, sea la cara visible del grupo que desconfía de los nuevos liderazgos. “Es el ideólogo de Cabildo Abierto, antes de la elección todo pasaba por él. Creó una cúpula cerrada basada solo en militares”, dice Juan Carlos Feria, el fundador de una lista que, por diferencias con el rumbo del partido, se desvinculó en junio de 2019. Ya entonces señalaba el supuesto “mesianismo” fomentado por los fundadores de Cabildo en torno a la figura de Manini Ríos, según informó El Observador.

Comentarios del estilo son frecuentes entre los que se alejan desencantados. El caso más reciente es el excandidato a diputado de Florida Héctor Pratto, quien a través de Facebook arremetió contra Radaelli. “Hay dos características que se repiten de manera sistémica. Donde hay un problema aparece este señor de manera directa o indirecta. La otra característica es que siempre es razón de protesta por parte del componente civil (el civil real, no el que muestra el partido, que son ‘familiares de’) desequilibrando siempre las situaciones a favor de las agrupaciones oficialistas”, escribió.

Radaelli resta importancia a esta y otras críticas que llegan desde la interna. Dice a El País que las diferencias son “totalmente normales” y que “verticalazos nunca se le aplicaron a nadie”.

La diferencia con Cruzada Oriental es que, en vez de desvincularse del partido, esta agrupación inició una campaña —con un fuerte componente mediático— para ganar espacio en la interna.

La apuesta más ambiciosa fue la creación de una mesa política en la que estuvieran representadas todas las agrupaciones. Los fundadores del partido la rechazaron, alegando que el nuevo órgano no era necesario, que era un intento de dividir la interna y que podría funcionar como una “estructura paralela”. Nunca hubo una instancia formal de negociación. Cuando la idea comenzó a cobrar fuerza, Radaelli le pidió a la diputada Elsa Capillera que viajara al interior para disuadir a las agrupaciones y escuchar sus reclamos.

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