Danubio volvió a confirmar en el Tróccoli que va a ser un rival durísimo de aquí hasta el final, y que aún recorriendo todas las canchas, está convencido de lo que hace y de lo que quiere.
No es casualidad. Y al igual que Wanderers y Liverpool, se mete en la "conversa" con el Nacional de Lasarte.
La apuesta de esas directivas fue clara. Apelaron a un estilo y a entrenadores con determinados perfiles para asumir la responsabilidad en momentos críticos, y sin haber logrado grandes resultados, esos mismos entrenadores continuaron y continúan en sus cargos.
A Leo Ramos no le fue fácil "levantar" a Danubio en el cierre del pasado Torneo Clausura. Le costó. Cambió a medio plantel y hoy camina con la cabeza levantada. Sigue apelando al semillero.
En Wanderers pasó lo mismo. Porque Gastón Machado, con buenas actuaciones en las copas, miraba de reojo el descenso, y en los bohemios bancaron la presión y las críticas. Hay una identidad que perdura en el juego y con los diferentes entrenadores.
Cuando muchos insultaban a Saralegui, Palma lo respaldó, y salvó a Liverpool, y hoy es uno de los que pelea arriba. Nada es casualidad. Los procesos, al final, ganan.
DESDE EL ARCO