Bengoechea no debutó con triunfo, pero lo vivió con pasión.

Pablo Bengoechea vivió su primer partido como técnico de Peñarol con mucha intensidad. Gritó, ordenó, gesticuló y se desesperó cuando alguno de sus jugadores no veía o escuchaba sus indicaciones.

Seguramente, la de ayer no fue una noche cualquiera para el "Profesor". Era su primera vez como entrenador del equipo en el que jugó, y de cuya hinchada es ídolo. Y por si fuera poco, se trataba ni más ni menos que de un clásico.

Fue uno de los primeros en bajar del ómnibus, cuando los aurinegros llegaron al Centenario casi dos horas antes del partido. Todos los brazos querían rodearlo, tocarlo, desearle un buen debut. Detrás, venía su ayudante el "Vasco" Oscar Aguirregaray.

Seguramente su presencia hizo que más de un hincha que podía estar indeciso, se tirara hasta el estadio. Como las tres mujeres que se pintaron la cara antes de entrar a la Amsterdam y contaron que nunca lo hacían, pero que era "por Pablo". Lo mismo hicieron dos ciudadanos serbios, parte de la seguridad de un millonario italiano que se encuentra en Punta del Este, quienes impulsados por uno de sus compañeros de trabajo, fanático de Peñarol también fueron testigos del debut de Bengoechea.

Apenas apareció en la cancha, el técnico fue acribillado por camarógrafos y fotógrafos. Todos los lentes le apuntaban.

Hubo un tiro libre y una señora gritó en la América: "¡entrá y pegále vos Pablo!". A la media hora de juego se desesperó para que Diogo se ubicara en la posición de la jugada que habían preparado. La pelota fue exactamente hacia el brasileño y terminó con el gol de Hernán Novick, que anularon mal. Pero Bengoechea no perdió el tiempo en lamentarse y siguió ordenando a los suyos. Lo mismo hizo tras el gol de Nacional. Siempre estuvo una jugada adelantado, como cuando jugaba. Pero el debut no fue completo: su equipo no pudo ganar.

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PEÑAROLSILVIA PÉREZ