Editorial
La sección Editorial de El País refleja las opiniones y posturas del diario ante temas relevantes de la realidad política y social en Uruguay y el mundo.
Estamos ante un futuro promisorio. Ha pasado el tren de una mayor apertura mundial y Uruguay se ha subido a él. Precisamos profesionalismo, eficiencia y unidad nacional para seguir avanzando.
La seguidilla de errores y conceptos confusos que emitió el presidente esta semana son un alerta preocupante. Y que denotan una falta de claridad en el rumbo que lleva el país.
En políticas públicas, las intenciones no importan, solo los resultados. Y cuando se toman medidas, sobre todo impositivas, estas no se pueden medir por valores, sino por lo que estas generan.
La muerte de un policía es un hecho doloroso. Que el Presidente no lo supiera es grave. Pero más grave aún es que tampoco parece enterarse de que Uruguay necesita ideas, coraje y dirección.
Nadie en el gobierno piensa seriamente en transformar la educación para que las nuevas
generaciones construyan e integren un país abierto, estimulante, de sólida cultura cívica.
Son muchas razones las que explican el resultado del balotaje. Pensando en el próximo ciclo electoral, es buena cosa que los partidos de la Coalición Republicana aprendan de sus errores.
Cuando la política exterior se utiliza para disputas internas, siempre pierde Uruguay, en este caso del Tratado Transpacífico nos salvó que el trámite estaba prácticamente concluido.
El gobierno de Milei no está dispuesto a seguir tras los pasos de Brasilia, como parece hacer Uruguay, y además ha fijado una relación geopolítica prioritaria y estratégica con Washington.
Es el momento de recorrer el país, no para la tontería que vemos hoy de un pase de facturas fraticida, sino para convencer de la importancia de retomar el rumbo y seguir transformándolo.
El gobierno parece definido a un proyecto para cambiar el transporte público en la zona metropolitana, pero que no luce demasiado innovador, y que no ha tenido difusión suficiente.
Muchos -allá, y acá- creían que se “abrirían las alamedas” con la elección de un presidente joven, globalizado y progresista. Cuatro años después, la derecha obtuvo la mejor elección de su historia.
Lo que quedó al desnudo es que la Jutep no tiene autoridad moral para emitir opinión porque siempre se alineará disciplinadamente con lo que diga su partido, no con lo que es correcto.