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Los sindicatos y la realidad

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Cuando se le escucha decir al presidente del Pit-Cnt, Fernando Pereira, en estos días de arremetida sindical ante las próximas rondas de salarios, que "Uruguay no está en estancamiento", no queda otra que pensar que este señor debe vivir en una burbuja en la que no penetra ni siquiera la "sensación térmica" de lo que ocurre en el país.

Solamente estando así de blindada su cápsula, puede no darse cuenta de que vastos sectores de la economía se encuentran golpeados por un viento que ya no está de cola. Por el contrario, hoy nos golpea por delante y nos frena.

Las serias dificultades con las que tienen que lidiar los pequeños y grandes empresarios, tanto en el ámbito rural como en el urbano, es una verdad que rompe los ojos. Y si el lema que piensan difundir como eslogan para impulsar el paro general propuesto para el 6 de agosto es "cuando a los trabajadores les va bien, al país le va bien", da la impresión de que ponen la carreta por delante de los bueyes. Es lógico que un líder sindical quiera lo mejor para los trabajadores (siempre que estén afiliados, claro está) pero las exigencias y los reclamos desproporcionados que no toman en cuenta la situación del momento y de la empresa, lo que hacen es atentar directamente contra las fuentes de trabajo. Empleados y empleadores son brazos de un mismo cuerpo y es criminal no contemplar esta realidad.

Abundan los ejemplos de empresas que han sido clausuradas y se han ido del país algunas de capitales extranjeros. Obligadas tanto por el cierre de mercados, como por exigencias sindicales desmedidas, con la consecuente elevación de los costos de producción que se suman al alto "costo uruguayo". El cual se compone de caras tarifas públicas, impuestos, energía, aportes al BPS y combustibles. Contamos con el récord de tener la nafta más cara de América Latina. Triste galardón, producto en buena medida, del culto al estatismo característico de nuestro país, tanto como de la pésima administración de Ancap en los últimos tiempos. Primero bajo el actual intendente de Montevideo, Daniel Martínez en el período Vázquez y con Raúl Sendic a la cabeza, en el gobierno de Mujica, quien reviste como vicepresidente de la República. Qué duda cabe que a la buena gestión y a la responsabilidad en el manejo de los dineros públicos por parte de las autoridades, aquí se le da muy poca importancia.

Muchas de las empresas eufemísticamente llamadas recuperadas, ya que la mayoría de ellas no son viables económicamente y se mantienen gracias a los dineros conseguidos a través del Fondes, con préstamos que tienen más de subsidio sostenido por el conjunto de la población que de crédito, son en buena parte legados de esa intransigencia de los gremios. El sindicato metalúrgico (Untmra) que piensa demandar una reducción de la jornada laboral, llevándola a 40 horas semanales para toda la industria, aparte de las reivindicaciones salariales, parece no recordar que los conflictos de un tiempo atrás provocaron la desaparición de empresas metalúrgicas con la consiguiente pérdida de trabajos. A pesar de todas las señales negativas, de que hayan cerrado dos firmas de la industria automotriz recientemente, su vocero ha dicho tranquilamente, que "estamos lejos de decir que se trata de un sector en crisis".

Mientras tanto, el elefantiásico sector público, engrosado solo durante el último gobierno en 60 mil funcionarios, sin contar los contratados, los acuerdos con ONGs, los empleados de las empresas del Estado, no se queda atrás y pide $ 30.250 para salario de ingreso, por 30 horas de labor.

Como es sabido, las estadísticas pueden dar distinto según el cristal con que se mire, pero es de ciegos o de mala fe, festejar que disminuyó el desempleo, de acuerdo a los datos ofrecidos por el INE. Aunque este muestre una leve disminución, ubicándose en el 7,4%, lo cierto es que ese guarismo surge de la disminución de la PEA. O sea, que hubo menos gente buscando trabajo. Algo que suele ocurrir cuando bajan las expectativas de encontrar una salida laboral. Si esto no hubiera sucedido, según el economista Javier de Haedo, habría que hablar de una tasa de desempleo del 9,1%.

Por otro lado, el monitor de la Consultora Advice que se dedica a buscar y ofrecer personal, indica que en el primer semestre la demanda cayó 27% con respecto del mismo período del 2014, mientras continúa la tendencia a la baja de los últimos años. El empleo se redujo en 10 sectores y se perdieron 27.000 puestos de trabajo. No son buenas noticias. Los dirigentes deberían cuidar los puestos de trabajo, más que su carrera sindical.

Editorial

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