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La falta de margen fiscal cobra vidas

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Solo llevaba 13 días en la Presidencia y a Luis Lacalle Pou le explotó lo del coronavirus en el país. Aquella idea de que al Uruguay las cosas llegaban décadas después que al resto del mundo, quedó enterrada para siempre.

Mucha gente, la que el 1° de marzo vitoreaba feliz el cambio de gobierno, tal como se veía el miércoles a la noche en las retransmisiones de los noticieros, se lamentaba de la mala suerte. Sin embargo, hay que mirarlo con otro enfoque; menos mal que ante tamaña tormenta, este sea el capitán al mando y esta la tripulación.

La razón es obvia. ¿Qué clase de gobierno, en el poder durante nada menos que 15 años, con mayorías absolutas en el Parlamento y con excepcionales condiciones externas que permitían un crecimiento económico de parámetros inéditos, deja a la nación con un déficit del 5%? Si las sucesivas administraciones del Frente Amplio no fueron capaces de gobernar con algo más de sabiduría, mientras recaudaban a paladas y se podía disimular el despilfarro, la mala gestión y con cifras maquilladas se engañaba sobre el estado real de la sociedad, sus credenciales para enfrentar a la actual coyuntura paran los pelos de punta. De pronto, el número de personas en la informalidad surge que es mucho mayor al de las cifras oficiales.

La frase del Economista de Harvard, Ricardo Hausman, “la falta de margen fiscal se paga con vidas”, oportunamente citada por Guillermo Tolosa, CEO de Ceres, es una apreciación lapidaria y absolutamente aplicable a los responsables del pasado gobierno. Ahora, el actual debe dar respuesta con estrechez de recursos a las múltiples demandas que provoca la pandemia. Desde la compra de equipamiento para proteger al personal de la salud, que diariamente se expone al cumplir su tarea; los miles de tests de diagnóstico, decenas de respiradores para los posibles pacientes en grave estado, aumento de camas y personal a fin de brindar cuidados intensivos, etc.

Ante la discusión fogoneada por las exigencias de ciertos dirigentes del SMU y del Pit-Cnt de imponer una cuarentena obligatoria (finalmente se callaron) y la reflexión repetida por la ministra de Economía Arbeleche, alertando sobre los riesgos de parar los motores de la economía, se impone como lo más acertado una política sanitaria que tienda al aislamiento selectivo por un lado y por otro, a la masificación (es alentador el aumento en el país ) de las pruebas.

Tanto analistas como simples mortales perciben cada vez más nítidamente, los efectos del cierre de las empresas, de los comercios, los concordatos, los despidos, los seguros de desempleo, el peligro del corte de la cadena de pagos, la pérdida de puestos de trabajo, de ingresos.

Pero hay otros efectos secundarios que pueden traer consecuencias más devastadoras y de largo plazo. Por más comprensible que sea, es preocupante el grado de histeria colectiva desatada por este minúsculo y mortífero enemigo que se expande de manera vertiginosa, sin que hasta el momento se haya encontrado el arma para derrotarlo.

Por una parte, cada día que pasa es más notorio el parate de la economía y no solo a nivel local sino mundial, a resultas de la premisa de “achatar la curva” de infectados. Ni siquiera cuando la letal peste de la fiebre española que dejó 50 millones de muertos, se paralizó de esta forma a la economía. Tanto analistas como simples mortales perciben cada vez más nítidamente los efectos del cierre de las empresas, de los comercios, los concordatos, los despidos, los seguros de desempleo, el peligro del corte de la cadena de pagos, la pérdida de puestos de trabajo, de ingresos, la desprotección de los informales. Hoy hablar de una recesión global ya no es de “pájaro de mal agüero”.

A la larga o la corta le economía se recuperará. Pero el otro mal efecto, tal vez hasta el peor de todos, serán las consecuencias que dejará el avance del intervencionismo, el aumento de las regulaciones, el recorte de la libertad.

En naciones en manos de protodictadores, se aprovechará para restringir las libertades individuales y entronizarse en el poder, como acaba de suceder en Hungría. En la región asiática, en Tailandia, Malasia, Singapur, Filipinas e Indonesia, ya han sacado su tajada. En las democracias, donde la tendencia a la intervención estatal aunque la haya más o menos soterrada existe y es grande, caso del Uruguay, las garras del famoso “Ogro Filantrópico” de Octavio Paz, entorpecerán el desarrollo. Bien sabido es que resulta más fácil imponer medidas de este tipo que erradicarlas, por más inconvenientes que sean.

En todo el mundo, incluido nuestro territorio, obligados por la presente circunstancia, los gobiernos envían proyectos de ley, resoluciones, normas, etc. dictadas por los apremios cuando hay pedidos de todos los sectores. Subsidios, partidas, congelamientos de alquileres, de precios, de deudas, etc. Y como hace falta más plata para pagar todo esto, el aumento de impuestos acompañará.

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