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“El día después” mira al campo

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El jueves desde la Torre Ejecutiva, el Presidente de la República envió dos mensajes muy claros a la ciudadanía: el primero, un llamado al orden por las movilizaciones turísticas de Semana Santa y el segundo, que se tenga bien claro que desde el gobierno se está trabajando “en el día después”.

No hay dudas de que esta semana que se inició tiene una tradición muy especial que moviliza a la gente a planificar actividades distintas y salir de sus rutinas domiciliarias. La advertencia del Lacalle Pou era de rigor. Pero, incluso más, porque en los días anteriores se notó un mayor movimiento en las calles. El “quedate en casa” resultó bastante perforado y eso no está bien: afecta a todos pero, de manera muy concreta, a ese que sale y a su familia. Es él, que al salir, se pone en situación peligrosa, arriesga su salud y la de aquellos que están más cerca. Como para pensarlo dos veces por lo menos... y todos los días.

Pero el presidente Lacalle Pou también se refirió a qué pasará en el país cuando los uruguayos hayan triunfado en su lucha contra el virus. “A la uruguaya, con solidaridad, vamos a salir. Casi todos los recursos humanos y técnicos están puestos en la batalla, pero hay un grupo de hombres y mujeres trabajando junto conmigo pensando en el día después. Tenemos que ir planificando lo que puede ser el día después…”

Y si miramos a grandes rasgos “el día después”, aparecen claros dos grandes desafíos: el agro, como siempre en la primera línea de batalla, y la planta de UPM2, que también es parte de la actividad rural. La inversión de la empresa finlandesa es muy grande y producirá una gran sacudida en el país.

No hay cuarentena para la producción agropecuaria. El campo no para, no ha dejado de trabajar y volverá a ser el gran motor del despegue. Como manda su historia.

Es cierto que hay puntos polémicos que convendría subsanar, pero lo cierto es que el contrato está firmado y debemos cuidar un activo muy valorado a nivel internacional que Uruguay se supo ganar: el respeto de los contratos, incluso en condiciones muy difíciles. La columna del economista Ignacio Munyo (El desafío de UPM2) en esta misma edición es muy clara al respecto.

En cuanto al agro, no tenemos dudas de que volverá a ser el gran motor del despegue. Como lo fue en la crisis del 2002, como ha sido siempre para la economía uruguaya. Pasó por momentos difíciles. Allí está el recuerdo y el impulso de la convocatoria a Santa Bernardina, de los autoconvocados y el surgimiento de Un Solo Uruguay.

No hay cuarentena para la producción agropecuaria. El campo no para, como dijo el rematador Pablo Valdez, ni ha dejado de trabajar en momentos en que el mundo necesita (y va a necesitar más) alimentos, lo que produce el campo. Es cierto que hay sectores muy castigados (lana, arroz, lácteos), pero el objetivo debe ser redoblar la apuesta a la agropecuaria. Tomar las medidas internas que hace tiempo se reclaman para reducir los costos de producción y lanzar una fuerte ofensiva para lograr acuerdos comerciales, el gran instrumento que se ha dado el mundo para negociar.

Los tratados de libre comercio no son un “invento imperialista” como se argumentaba en otras épocas por otros gobiernos cargados de ideología, sino que evitarían el pago de más de 200 millones de dólares que quedan en otros países por la falta de ellos, además de agilitar las operaciones.

El total de las ventas de Uruguay al exterior en 2019 fueron 9.100 millones de dólares. El 85% aproximadamente corresponde a la producción agroindustrial, con la carne a la cabeza con 1.800 millones de dólares, seguida por la celulosa y la soja a corta distancia.

Cada dólar que genera el campo se multiplica por seis en la economía nacional. Los pueblos del interior, sus pequeñas empresas y comercios, florecen o cierran al compás de la suerte de este sector. Su actividad explica alrededor del 38% del Producto Bruto Interno (mitad agro y mitad industria) y da ocupación a más de 200.000 personas: representa el 14% de la población activa y solo es superada por los funcionarios públicos (casi 300.000) que alcanzan el 20%.

El coronavirus va a pasar, todos juntos y en casa los uruguayos lo van a derrotar. Hace muy bien el presidente Lacalle Pou en ir planificando el día después, porque las consecuencias van a ser muy duras y se sumarán a una economía que ya venía maltrecha. En ese panorama tenemos la plena convicción de que el campo volverá a ser el motor fundamental de la recuperación. Es su historia y la historia manda.

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