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Monopolio

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@|Es un juego muy atractivo para niños y adolescentes y a su vez didáctico en tanto y cuanto enseña valores y riesgos desarrollando la capacidad de analizar qué cosas conviene o no, como inversiones a realizar y su futuro.
Esto que es bueno en esta oportunidad en manos de empresas públicas o privadas, se transforma en fuente de manipulación en manos de quienes las dirijan y así en herramientas para favorecer o impedir el desarrollo de otras empresas o actividades.

Vuelve a discutirse esto en relación con leyes en trámite relativas a Ancap y Antel. En la primera, sobre importación y refinación del petróleo. En la segunda, en transmisión de datos.

Vale recordar lo sucedido con el puerto, UTE o el Banco de Seguros donde en los tres casos se redujo el monopolio y en los tres casos el país y las empresas se vieron muy beneficiados. Y esto fue duramente criticado en el momento de considerarse el tema por el FA y luego aceptado por todo el mundo expresamente.

No está demás decir que en el caso de Antel ya hay monopolios que no posee y esto, lejos de perjudicarla, la ha beneficiado en eficiencia y costo de los servicios. Caso de la telefonía celular, el más conocido y utilizado.
¿Qué hace pues olvidar estos hechos, por todos conocidos, para reiterar oposiciones virulentas (para estar a tono con la pandemia) que rugen como si la pobre nación no tuviera otras cosas a considerar?

El ideologismo por una parte y el interés corporativo por la otra, aunque a veces van del brazo y por la calle.

Antel dejó de completar el tendido de fibra óptica para hacer "su" Arena.
Gastó más del doble de lo presupuestado y ahora es solo parcial administradora de lo hecho. Si no fuera monopolio... ¿habría hecho ese gasto en la forma y por el monto que lo hizo, dejando sin fibra al 30% de la población? ¿Ahora que la enseñanza a distancia sufrió ese inconveniente?
Ancap se fundió estrepitosamente, por hacer y deshacer sin ningún cálculo real de capacidad y utilidad de lo que hacía. Más aún, desde el cúmulo del poder la incentivaron a meterse en un terreno donde ni debía, ni podía, ni sabía. Y fueron Mujica y Astori los que la metieron en el callejón, sin que el sindicato ni siquiera levantara alarma alguna. Los temas son serios para tomarlos en carrera de embolsados. La soberanía se defiende en el ejercicio responsable de los cometidos de cada uno.

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